CONCIENCIA TRANQUILA
CONCIENCIA TRANQUILA
Martín Quitano Martínez
El poder conseguido por medios culpables
nunca se ejercitó en buenos propósitos.
Cornelio Tácito
“Ya encarrerado el ratón que CHSM….
el gato”, dice un refrán que asume lo inevitable después de echada a andar
alguna acción específica. En los últimos meses, desde el 5 de febrero de este
2024 y después de más de un traspié, es encarrerado el ratón de la transformación
para instalar el plan C que garantizaría llevar a México a los más altos
estándares de justicia, de combate a la corrupción y de la instalación del
segundo piso de la Transformación. Ese destino ideal obligaba a empeñar todos
los esfuerzos en conseguirlo, no solo los de la fuerza del Estado, cualquier
acción que se imaginara por irregular, contraria a la ley o a los principios de
ética que pudiera ser, ya que el fin siempre justificará los medios.
Para llevar a buen puerto al
poderoso navío transformador, conducido por el gran timonel, era necesario
despojarse de todos los fardos de principios y retóricas moralinas que solo
eran amarres engorrosos, contenciones legaloides que oponían resistencia, porque
más parecían dictados neoliberales para impedir el paso de esos vientos fuertes
que se miraban como la oportunidad de cruzar sin más turbulencias, las aguas
que se encontraban entre el gran navío y el puerto final donde la nueva y feliz
realidad espera.
De febrero a junio se hizo lo
que se debía y se logró el primer objetivo, el arrase electoral “haiga sido
como haiga sido”. Enseguida venia el momento de atropellar la ley sin recato
alguno, asumiendo que como mayoría debían “equilibrar la eficacia con los
principios”, para obtener a cualquier precio, los asientos suficientes en las
cámaras del poder legislativo. Ya con ellas tomadas, asaltar el otro poder
pendiente, el Poder Judicial de la Federación, para dar cauce “procedimental y legal”
a las modificaciones que el pueblo respaldó el 2 de junio, reconociendo el
poder omnímodo de la egregia figura y el pensamiento verdadero.
En papel testimonial y
cómplice, la ganadora presidencial fluye dentro de la megalomanía que es verbo,
que es el hablar de dios, sonriendo como invitada al festín del rey para
recibir de sus súbditos el “Gran regalo” de “despedida” que él ordenó porque lo
merecía. El plan C se ha logrado. Disfrutaremos ahora del modelo de justicia
que la divinidad ha juzgado pertinente para nuestro país, el cual borrará las
injusticias y la corrupción, las arbitrariedades y la suciedad de los que no
piensan igual, tantas veces señalada como el innegable origen de la perdición.
El pueblo bueno obediente al
rey celebra haberlo logrado, sólo con ver la mueca presidencial que asemeja una
sonrisa. Y la encarnación del pueblo, el que dejó de pertenecerse a sí mismo,
puede irse tranquilo con su conciencia, dejando tras de sí, la demolición de
nuestra débil democracia y el asalto del nuevo régimen autocrático que ha
instituido a base de los sucesos más atroces y sórdidos, como buen ejemplo de
lo que se avecina.
Para sostener el plan seguirán
siendo útiles la venganza y el ajuste de cuentas, aunque eso signifique cavar más
profundamente en las miasmas. Al diablo con todo si la “reforma de la justicia”
debe estar sobre la podredumbre de las extorsiones, las persecuciones o de los
peores aliados, que así sea, al final los votos se han hecho presentes y el
objetivo se ha logrado y con ello, dicen, el segundo piso la transformación.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
¿Y si se me antoja
tomarme unas fotos en el viaducto de Xalapa? Pues lo cierro, por qué no, qué
más da, disfruto lo votado y regalo un botón más de prepotencia y
arbitrariedad.
X: @mquim1962