CONTROLA NARCO FRONTERA SUR
CONTROLA NARCO FRONTERA SUR
Manuel Alejandro Álvarez Torres
Agencia
Reforma
Ciudad
de México 22 agosto 2024.- Grupos criminales en disputa tienen bajo control las
principales ciudades, carreteras, el comercio y la frontera de Chiapas con
Guatemala.
En la
región, militares han sido blanco de ataques a balazos y con drones.
Poblaciones
enteras son amenazadas para colaborar en bloqueos que impidan el paso de
fuerzas federales, mientras que familias huyen en caravanas en medio de balaceras.
Comunidades
están convertidas en pueblos fantasmas, mientras que en otras hay compras de
pánico de comida y gasolina, también comercios cerrados y calles solitarias.
Los
narcobloqueos en la frontera con Guatemala son orquestados por al menos tres grupos
criminales que pelean el control de ese territorio.
Uno de
los puntos críticos es Chicomuselo, escenario de confrontaciones entre miembros
del «Cártel de Chiapas y Guatemala», integrado por desertores del
Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y el Cártel de Sinaloa, que desde hace
unos meses busca quitarles el control.
Al
menos otros cuatro municipios, Ángel Albino Corzo (Jaltenango), Motozintla,
Frontera Comalapa y Amatenango, están a merced del narco y la violencia se
extendió a El Porvenir, Comalapa, Mazapa de Madero, Bejucal, La Grandeza,
Bellavista, Siltepec y La Concordia.
En
medio de las balaceras, habitantes hicieron compras de pánico de gasolina, la
cual fue limitada por los propios criminales para evitar el desplazamiento de
pobladores, aunque algunos alcanzaron a huir para buscar llegar en caravana a
Tuxtla Gutiérrez, a través de La Concordia o de Comitán.
Fuentes
de seguridad aseguraron que ese cártel pretende defender Chicomuselo -su
supuesto bastión- de la intrusión de otros grupos para el control de las
mineras ahí establecidas, que pagan cuotas semanales para liberar la carga
hasta La Concordia.
La
violencia desatada en la zona serrana de Chiapas incluye 137 desaparecidos en
los últimos dos meses.
Recrudece
violencia las desapariciones
La
violencia desatada en la zona serrana de Chiapas llevó a un recrudecimiento de
desapariciones de personas en los últimos días.
Apenas
el pasado lunes, cinco familiares de Mario Roldán Roblero, identificado como
integrante del Consejo Central de Lucha de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), fueron reportados como desaparecidos en el
municipio de Comitán, luego que salieron de Frontera Comalapa para asistir a
una audiencia judicial.
De
acuerdo con la Sección VII de la CNTE, las personas desaparecidas son Osiel
Roblero López, Erick Alexander López Roblero, Sandra Luz Roblero López, Muriel
Ernesto Gómez y Manolo Coronel.
Otro
joven de 14 años fue reportado como desaparecido el martes en Comalapa, donde
acudió al mercado, procedente de una comunidad cercana para adquirir calzado.
Una
pareja que viajaba en un auto Jetta color gris también desapareció en el
trayecto de Comalapa a Comitán.
Según
los reportes oficiales, Ana Lilia Samayoa Calderón y José Manuel Vázquez Moreno
perdieron comunicación con sus familiares el 15 de agosto en esa carretera,
asolada por criminales.
Sólo
en lo que va de agosto, la Comisión Nacional de Búsqueda registra 25 personas
desaparecidas en distintos municipios de Chiapas, mientras fuentes locales
contabilizaron 137 casos en los últimos dos meses, la mayoría en el corredor
que va de Tapachula a la capital Tuxtla Gutiérrez.
En
tanto, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas alertó que las
comunidades desplazadas de manera forzosa por la violencia no son un escándalo
de las organizaciones y los movimientos.
«A
partir de diversos informes, se han documentado la vergonzosa cifra de 21 mil
indígenas desplazados en Chiapas en los últimos dos años y el asesinato de 176
personas defensoras durante este sexenio», señaló.
La
organización denunció además el reclutamiento de jóvenes por el crimen
organizado, la violencia generada en el último proceso electoral y la
criminalización contra integrantes del movimiento social.
«La
negligencia de Gobiernos estatales y federales y la impunidad han sido la
normalización de la violencia, la contaminación irreversible del medio
ambiente, una crisis profunda del agua en la región sureste, la pérdida de la
flora y la fauna, y el control territorial por parte de empresas y crimen
organizado».