Cristóbal Miguel García Jaimes: una historia ejemplar
René Sánchez García.
Hoy deseo contar a todos ustedes una historia ejemplar. Se llama Cristóbal Miguel García Jaimes, es un chico de tan solo 19 años de edad, originario de San Miguel Totolapan del municipio de Tierra Caliente, allá en la zona montañosa del Estado de Guerrero, municipio bastante cercano a Ayotzinapa, ese lugar donde sucedieron los lamentables hechos que han sacudido las conciencias nacionales desde septiembre del año pasado. En su lugar de origen realizó sus primeros estudios de primaria y secundaria. Era un niño feliz hasta que su madre enfermó y tuvieron que trasladarla a la ciudad de México, a su regreso ya un poco mejor, enfrentaron el hecho de que su padre los abandonó para formar otra familia. De allí que Cristóbal tuvo que dedicarse a vender pan en las calles de Tierra Caliente. Gracias a uno de sus profesores de secundaria descubrió que podría ser todo un exitoso profesional.
Con la ayuda de su madre logró inscribirse en la Preparatoria No 6 (en Coyoacán) de la UNAM en el Distrito Federal, donde obtuvo siempre los primeros lugares de aprovechamiento. Más tarde se inscribió en la Facultad de Física de esa misma Universidad, donde igual se ha destacado por sus calificaciones y por sus inventos que lo han hecho merecedor a múltiples premios y por supuesto a la fama a muy temprana edad. Se hace llamar “Chico Partículas”, sus amigos lo llamaron muchas veces “Tizoc” y sus profesores le dicen “El Einstein mexicano”. Todo lo anterior a que reunió mangueras, tubos de PVC, aluminio y cables para crear lo que él llamo su “Acelerador llanero”, algo parecido al Gran Colisionador de Hadrones del CERN que tuvo un costo de 800 millones de euros, pero Cristóbal lo hizo con tan sólo $ 1,000.00 (mil pesos mexicanos) y esto le ha valido un reconocimiento internacional.
Ese y otros de sus inventos han viajado junto con él a Europa donde a concursado con mucho éxito, a tal grado que ya recibió la medalla “Sentimientos de la Nación” que otorga anualmente el Congreso de Guerrero. Fue el gobernador quien se lo entregó y uno de los diputados locales le obsequió un traje para asistir al evento solemne. Allí pronunció un discurso titulado: “No soy de izquierda ni de derecha, sino que vengo de abajo y voy para arriba”, mismo que mereció aplausos. Por lo regular todos sus premios que ha recibido desde la secundaria (celulares, computadoras, Tablet, etc., los ha vendido para pagar sus comidas, rentas y ayudar a su madre. En el DF ya formó una asociación civil llamada “Ciencia sin Fronteras”, donde arma discusiones o mesas de trabajo con compañeros de su carrera. Recientemente recibió en manos del presidente Peña Nieto el Premio Nacional de la Juventud 2014.
Como todo joven tiene sueños. Terminar su licenciatura, su maestría y su doctorado en la UNAM o en el Instituto de Tecnología de Massachusetts de EU; Escribir en Ciencie Nature, la más prestigiada revista de ciencia en el mundo; ser algún día Premio Nobel de Física; y presidente de México. Pero la principal de todas ellas es llevar la ciencia a la sierra de Guerrero para evitar que los niños y los jóvenes caigan en manos de la gente dedicada a la siembra de la amapola. “El efecto “Cristóbal” ya permeó en todo Tierra Caliente y la puso en el mapa de la atención de los políticos. Los políticos de Guerrero se cuelgan de Cristóbal y de sus méritos para lavar sus culpas”, dice Emiliano Ruiz Parra del periódico El Universal en su artículo titulado:” El genio no tiene tiempo…para ir al cine ni guardar rencores”.
Ojalá los jóvenes estudiantes de hoy en día pudieran tomar muchas de las cosas valiosas de Cristóbal.
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