¿Cuál es la prioridad de Peña?
Pedro Peñaloza
“La lucha del hombre contra el poder,
Es la lucha de la memoria contra el olvido”
Milan Kundera
1. El nebuloso discurso por «México». Enrique Peña Nieto tiene como inquilino de Los Pinos casi 14 meses y aún no están claras sus prioridades. El discurso reiterado que le han aconsejado sus escribanos y ujieres, es que permanezca en las mullidas zonas de la abstracción y de la indefinición. Como suele suceder con los presidentes en turno, es común hablar de logros que se ubican en las indescifrables frases llenas de soliloquios y destinadas a públicos domesticados y aplaudidores automáticos. El joven Peña, no es distinto a sus antecesores, repite una y otra vez cataplasmas verbales y ungüentos discursivos que buscan esconder sus verdaderos objetivos.
2. Un gobierno con dos agendas. Es evidente que el «PRI renovado» actúa en dos pistas, que aunque con vasos comunicantes, se guía por variables distintas. La primera, la que realmente es la preocupación del inquilino de Los Pinos, es el de garantizar la reproducción del modelo de acumulación capitalista y de otorgar todas las garantías a los segmentos dominantes de la burguesía, para que fluya sin contratiempos el proceso de concreción de la plusvalía (la objetivación de las ganancias). Éste es el corazón de las políticas del peñismo y son los compromisos establecidos con quienes lo apoyaron decisivamente desde las elites económicas; la segunda, es la orientada a incrementar los instrumentos punitivos y policiacos para que, precisamente, el modelo económico hegemónico sea resguardado, bajo la premisa de una especie de positivismo tardío, en donde el discurso se sintetiza en «orden, progreso y sometimiento». En esta segunda batería de políticas públicas, el régimen priísta ha envuelto sus acciones con un celofán «preventivo y social». Es decir, el señuelo es suculento en un país fracturado por la exclusión social y la carencia de satisfactores básicos. Aunque en realidad, el discurso «preventivo y social», es un simple componente distractor para no ir al fondo de la crisis múltiple en México.
3. Las presunciones de Peña lo dibujan de cuerpo entero. En días pasados (5 de febrero), el titular del Ejecutivo presumió las palmaditas que le dio a México la calificadora Moody’s, quién le dio un ranking de A3 al país, después de que estuviera en la categoría BAA1, que en términos terrenales quiere decir, que las llamadas reformas estructurales aprobadas por el Congreso de la Unión son «halagadoras» para quienes dan pistas para obtener riquezas y acumulaciones rápidas. Aunque el entusiasmo del joven imberbe no coincide con las perspectivas que presentan diversos organismos internacionales, que no proyectan una modificación sustancial al patrón de crecimiento que ha observado México recientemente.
4. Desnudar el catálogo de prioridades. Si se acepta que Peña no tiene otra preocupación que la estabilidad en la acumulación capitalista, entonces queda claro que el discurso reiterado y cíclico en torno a la modificación de la política calderonista, se exhibe como hueco y sin sustancia. Los datos y hechos que están frente a nosotros no dejan lugar a dudas. Veamos: el tratamiento privilegiado a las grandes empresas por parte de Hacienda es obsceno. Las condonaciones y las facilidades para la minoría empresarial lo confirman (450 mil millones de pesos no pagados); 206 mil inversionistas (0.18 de la población) acaparan el 42 por ciento de la riqueza mexicana (6 billones 802 mil 875 millones de pesos), recordemos que el PIB ronda los 16 billones de pesos. De esto no ha emitido ni una palabra Peña, menos alguna política de disminución de la concentración del ingreso. ¿Está clara la prioridad del licenciado Peña Nieto y su gobierno? ¿Éste es el mentado Estado de derecho que tanto defienden los dueños del dinero y los dogmáticos penales?
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