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Cuarentena

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Por Rafael Rojas Colorado

 

            Por vez primera estamos viviendo una pandemia, la conocemos con el nombre COVID-19. La incertidumbre, la angustia y el temor al contagio está latente en cada instante. Por momentos nos envenenan más los noticieros que la verdadera amenaza del virus, a menudo nos preguntamos sin encontrar pronta respuesta lo difícil que resulta erradicar la existencia de la bacteria en plena modernidad ¿será que hay algo más en todo esto? La Secretaría de Salud aconseja que nos mantengamos en casa por un espacio de cuarenta días y obedecemos sin protestar.

            Este encierro en casa no le agrada a la mayoría de las personas, puesto que irrumpe las actividades cotidianas a la que se está acostumbrado, pero tal parece que es necesario, un recurso para prevenir el contagio masivo en la población. Al transcurrir los días la situación se torna aburrida y la desesperación comienza a presentarse, la libertad encadenada por un tiempo, la verdad que se valora, sin embargo, esta experiencia se puede tornar en una oportunidad, viéndolo desde un punto de vista positivo. Tenemos más tiempo para convivir con la familia, dialogar incluso de las simplicidades de la vida, pero que proporcionan riqueza espiritual entre nuestros seres queridos; tal vez juntos organizar algunas tareas de limpieza y desinfección en el hogar para librar áreas de la contaminación de la bacteria en cuestión, seguramente se disfrutaran esos momentos compartidos. Sería saludable practicar un poco el ejercicio físico para disipar el estrés y nuestro estado emocional se equilibre.

            También se presenta la oportunidad de conversar con los grandes maestros del conocimiento, refiero a la lectura de un buen libro. Además, sería bueno observar con detenimiento nuestra propia conducta, es posible que nos conduzca a descubrir algo que jamás habíamos imaginado, quizá un talento adormecido o incluso alguna virtud que aún es tiempo de cultivar y, porque no, el darnos cuenta que tenemos la capacidad de desarrollar un dibujo o de escribir una historia literaria, es cosa de involucrarse en el universo de los colores y las letras, seguramente, estas actividades intelectuales mostrarán los rasgos y habilidades que, por el tráfago cotidiano, hemos ignorado por mucho tiempo. Escuchar un poco de música es una forma de viajar al pasado y dejarse arrullar por los gratos recuerdos. Algunas personas poseen habilidades para descubrir una oportunidad en medio del caos, otras la capacidad para elaborar un proyecto y ponerlo en práctica cuando este episodio termine. Darnos la oportunidad de embellecer nuestro ser leyendo algunos pasajes bíblicos, conocer los profetas que anunciaron la llegada del mesías, o caminar al lado de Jesús predicando su evangelio por las ardorosas arenas del desierto, puede ser una aventura inolvidable y de mucho aprendizaje teológico.

            Algo hermoso que, con buena disposición, podemos poner en práctica es la oración, buscar un espacio ideal y hora precisa durante el día para iniciar una conversación íntima con Dios, cultivar esta amistad cotidianamente nos conducirá a la paz interior, así comprenderemos mucho mejor el mundo que nos rodea y el por qué suceden las cosas. Conversar consigo mismo también es un ejercicio espiritual que nos conlleva a encontrar una respuesta de lo que en realidad somos como personas que se mueven dentro de la sociedad, pero a la vez el misticismo de ser parte del universo.

            Estos ejercicios físicos y espirituales nos ayudarán a experimentar lo efímera que será la cuarentena y a valorar mucho más la vida y, por supuesto, la libertad. 

            Y si nada de esto le complace, amable lector, y el problema que se vive lo agobia, entonces emprenda la fuga por los caminos de los sueños, la imaginación y la fantasía, sea feliz en esos momentos, no importa que al volver a la realidad continué experimentando la fuerza de la opresión. rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx           

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