CUENTOS PARA PENSAR
CUENTOS PARA PENSAR
Existe
en Argentina un escritor sumamente conocido y leído, quien hasta el momento
tiene en su haber, algo así como 196 títulos publicados, además de conducir un
famoso programa televisivo (El Buscador) en el canal 13 nacional, desde el año
de 1980 y que es seguido por miles de televidentes. Me refiero a Jorge Bucay,
quien es médico de profesión, especializado en enfermedades mentales.
El nacido en Buenos Aires,
además de su original profesión, es psicodramaturgo, terapeuta gestáltico y
escritor. Desde muy joven ha sido un apasionado a estudiar el pensamiento de
los sabios y la sabiduría popular de muchas culturas, buscando siempre las
formas más adecuadas para afrontar los retos de la vida. De allí que todos sus
libros publicados sean de autoayuda y superación personal, por lo que se ha
convertido en uno de los autores más vendidos.
Uno de sus títulos más
vendidos es Cuentos para pensar (México, 2012, Ed. Océano, 185 p.), mismo que contiene un total de 28 pequeñas
narraciones, diseñadas especialmente para que el lector no sólo se divierta,
sino primordialmente que piense y que lo haga de una manera correcta, para que
al reflexionar sobre ello lo lleve a su vida cotidiana. De este libro he
extraído uno, que espero sea de su especial agrado, mismo que se titula: “De la
sabiduría sufí”. Dice:
“El maestro sufí contaba
siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre
entendían su sentido…
-Maestro –lo encaró uno de
ellos una tarde-. Tú nos cuentas los cuentos, pero no nos explicas su significado…
-Pido perdón por eso –se
disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparación te convide con un
rico durazno.
-Gracias maestro –respondió
halagado el discípulo-.
-Quisiera, para agasajarte,
pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
-Sí, muchas gracias –dijo el
alumno-.
¿Te gustaría que, ya que tengo
en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo…?
-Me encantaría, …pero no
quisiera abusar de su hospitalidad, maestro…
-No es un abuso si yo te lo
ofrezco. Sólo deseo complacerte…
Permíteme también que te lo
mastique antes de dártelo…
-No maestro. ¡No me gustaría
que hicieras eso! –se quejó sorprendido el discípulo-.
El maestro hizo una pausa y
dijo:
-Si
yo les explicara el sentido de cada cuento…sería como darles a comer una fruta
masticada.”