El mandatario transita por un tobogán: o cumple y deja a un lado las corruptelas, el nepotismo y las verdades a medias o el primero de diciembre tendrá que dejar el gobierno de Veracruz.
El presente es el año del cambio, de que la federación decida su remoción y eventualmente entre al quite Rocío Nahle, Ricardo Ahued o Manuel Huerta.
Por lo pronto al gris gobierno de Cuitláhuac García Jiménez se le acaba el tiempo.
O despide a los avorazados y gandallas morenos desbordados por el poder como su impresentable Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, quien en mala hora fue nombrado como responsable de la política interior, o quien tiene que irse será él.
O abandonan la plaza ineptos y déspotas como el Secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado y se aparta a la Fiscal General provisional Verónica Hernández, o la seguridad ciudadana –condición fundamental para que no sea removido Cuitláhuac- nunca se alcanzará y el relevo será inevitable.
O se van a su casa a disfrutar su dinero mal habido su primo hermano el subsecretario de Finanzas, Eleazar Guerrero, su hermano Xicotencatl y su papá Atanasio, así como su sobrina Nitzia y el resto de la parentela incrustada en el aparato de gobierno, o seguro que no carga los peregrinos.
O termina con la escalada de transas y moches manifiesta de manera descarada en el DIF con su titular Verónica Aguilera Tapia y pandilla de saqueadores del erario público, solapados por la Contralora, Mercedes Santoyo o el “honesto” de Cuitláhuac García, tendrá que pagar por ello.
O deja de simular una austeridad que no existe –hace unos días pasó desapercibida la compra de 146 autos de lujo- o se correrá el maquillaje de todas las disposiciones millonarias en la renta de patrullas, contratación de grupos musicales a precios desmesurados, organización de eventos faraónicos como el que dio marco al informe anual del DIF y la costosísima propaganda política con motivo del Primer Informe de Gobierno.
Y es que en realidad no son pocos los pendientes por resolver que impidan que el gobernador Cuitláhuac García sea retirado del cargo.
Prácticamente desde el arranque de su administración sus mentiras jamás cupieron en el ánimo y credibilidad de la ciudadanía y menos a nivel federal donde bien saben la ingobernabilidad que se vive en Veracruz.
Eso de inaugurar carreteras inexistentes es inválido.
Al igual que reaperturar obras públicas en uso, poner en funcionamiento instalaciones médicas y educativas que solo fueron repintadas para pasar como nuevas e inaugurar viviendas miserables de 30 metros que más parecen de escenografía y dar crédito a un turismo internacional del que asegura alcanzó el 335% pero que en los hechos nunca llegó.
Toda una verborrea cantinflesca que eventualmente llegará a su fin el primero de diciembre de este año.
Consecuentemente le quedan a Cuitláhuac menos de once meses para reconciliarse con la opinión pública manifiesta en los medios de comunicación, si es que pretende seguir al frente de las instituciones.
Ya estuvo bueno de seguir dándole largas a los empresarios y todo tipo de prestadores de servicios a quienes adeuda más de mil millones de pesos. Son tiempos además de reconciliación con los Colectivos a quienes se les esconde y huye por la puerta trasera.
El propio Cuitláhuac no puede seguir siendo rehén de sus hormonas, ni del grupo que lo tiene encapsulado en un nicho de confort.
El no remover a su grupo colaboradores basura no es una fortaleza política.
Entreguemos a Cuitláhuac el beneficio de la duda y demos como bueno lo que dice López Obrador, en torno a la honestidad y capacidad de su protegido, pero necesitamos resultados.
Veracruz requiere que demuestre que los casi 130 mil millones de pesos que tiene para gastarse en este 2020 los destine a su pueblo, que los traduzca en salud, educación, seguridad y obra pública para que no suceda lo del 2019 en donde el subejercicio y preferencias desató sospechas y enojos colectivos.
Acaso imposible pedir le meta testículos a sus decisiones, pero al menos entereza para que no lo sigan engañando.
De lo contrario aplaudiremos y daremos gracias a Dios que en 10 meses 25 días finalmente se vaya a su casa.