Cuitláhuac… a la Perro Bermúdez
Cuitláhuac… a la Perro Bermúdez
Por
Salvador Muñoz
Alrededor
de Cuitláhuac García Jiménez y su episodio con el vendedor de chocolates, se
puede tejer la infinidad de lecturas siendo las más simples las expuestas en
las redes sociales que de “hojaldra”, no lo bajaron.
La
primera lectura, ajena al comportamiento común que puede tener usted, yo o
cualquier otro mortal, la expone el mismo Cuitláhuac: la tremenda soledad en
que se encuentra.
Vayamos por partes:
1.- Es seguro que en alguna ocasión, nos hayamos topado en algún
centro comercial, supermercado, plaza, calle, a algún vendedor que ante la
negativa de comprarle su producto, entonces nos pida una moneda porque no ha
vendido nada. La respuesta igual puede ser variopinta, desde que no tenemos
cambio, la simple negativa o la ignorancia a su petición, cual si no la
hubiéramos oído o buscar la morralla para dársela… a eso me refiero con el
comportamiento común.
2.- La soledad de Cuitláhuac es por el tremendo vacío que exhibe
por diversos lados. A todos nos queda claro que García Jiménez no anda solo por
la calle como un simple Juan Pérez. Seguro es que aparte de la Ayudantía, de
cajón debe ir un auxiliar o secretario privado que haga funciones hasta de
logística, que lo mismo le diga la hora, concluya las entrevistas de banqueta,
o le reciba documentos, tome apuntes, etcétera.
Quizás estas simplezas sean muy complicadas para
quienes rodean a Cuitláhuac y para él mismo, pero al político entrenado,
capacitado, con dos dedos de frente, que mínimo haya leído por allí a Azorín y
su Político, puede entender de lo que hablo.
Así,
alguien que comprende el quehacer que debiera tener para con el Gobernador, al
ver a Cuitláhuac en tal situación, y más si hay videocámaras y fotografías en
su entorno, debió intervenir pidiendo de inmediato los datos del señor
prometiendo apoyo para (aunque suene feo) sacudírselo a su Jefe; en otra
instancia, además de comprarle el producto al vendedor, igual, pedirle sus
datos…
Claro, estos dos escenarios del párrafo anterior, son los
ideales cuando Cuitláhuac García insiste en demostrarnos una y otra ocasión que
lo suyo-lo suyo, es bailar y chapear, pero no actuar como un ingeniero… por
supuesto, no me refiero a su título, sino a la esencia de serlo: resolver
problemas. Para Don García, es más fácil culpar que resolver.
Cualquier político (conste, no puse “cualquier OTRO político”)
hubiera visto en este episodio, el cobro de un penalty sin portero… el
escenario es el mismo para Cuitláhuac, con la diferencia de que otro, pone el
balón al fondo de las redes, mientras que Don García mandó a las gradas el
esférico después de pegarle al pasto y lo único que entró a la portería, es su
zapato que salió volando.
¿Y actuar como Gobernador, ya no como Político? Quien se acerca
a un ciudadano, como este vendedor de chocolates, lo menos que espera es un
apoyo; quien se acerca en las condiciones en que llegó este señor, a un
funcionario, de la talla que se supone debe tener Cuitláhuac, espera dos cosas:
esperanza y apoyo. En el video nunca se ve que el vendedor reciba alguna de
estas dos.
Por eso se reitera… para muchos, el episodio de Cuitláhuac con
el vendedor de chocolates expone el lado mezquino de quien estando en la cima
del poder, no puede tener un dejo de humildad, sencillez, caridad o lo que
usted quiera; para otros, dicho encuentro sólo expone la soledad de García
Jiménez, pues no tiene quien le ayude a salir de asuntos tan simples que él
solo complica… aunque falte saber si es una persona que acepte a recibir ayuda
o sea lo bastante sobrado para rechazarla…
En conclusión, en el episodio con el vendedor de chocolates bien
podría aplicarse la del Perro Bermúdez: la tenía, era suya ¡y la dejó ir!
¡Vamos! ¡ni para reactivar la economía sirve!