Cuitláhuac, de la burla a la preocupación
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Línea Caliente
Por Edgar Hernández*
“No es más tonto porque no tiene más horas el día”
Raymundo Rivapalacio
Lo de Cuitláhuac va más más allá de sus torpezas declarativas.
Ya no fue un tema de dislexia o que sea un atarantado. Y en nada se acerca a que es necesario darle tiempo para que empiece a gobernar.
Se confunden sus aplaudidores del gobierno al jurar por ésta, que Winckler es el culpable de todas nuestras desgracias y que la transición de la 4T, encarnada en el llamado “Cantinflas” veracruzano, es la resultante del agua tibia de Duarte o las consecuencias de las tremendas raterías de Yunes Linares.
Cuitláhuac García Jiménez se ha convertido en un asunto de seguridad nacional.
A 10 meses de un gobierno fallido, Veracruz está fracturado, su sociedad dividida, la paz social alterada, la economía y finanzas en bancarrota y la esperanza de un mejor futuro en la basura.
¿En tan corto plazo?
En los hechos desde que Cuitláhuac se metió a la contienda electoral por primera ocasión, no faltó quien lo viera como una ocurrencia imposible de triunfar.
Ya para la segunda oportunidad, que tuvo luego de la derrota que llevó a la gubernatura a Miguel Angel Yunes, se observó que el efecto Peje, podría tener un serio impacto en la entidad.
Sin embargo, la euforia del cambio a nivel nacional fue un factor distractor que no permitió saber la real dimensión y desgracias que podría provocar la victoria electoral en manos del “Juanito” veracruzano, impuesto, contra viento y marea, por Andrés Manuel López Obrador, seguro de que si apostaba por una vaca, la misma que ganaba.
Y así fue.
No fue una vaca la que ganó, pero sí Cuitláhuac García Jiménez, quien luego de la victoria electoral empezó a dar luces de su incompetencia, de su incapacidad para generar el cambio, de su ausencia de liderazgo, de sus escandalosos berrinches y caprichos, así como de sus devaneos y moditos.
Ya para el primero de diciembre, hace diez meses, se empezó a correr el maquillaje de lo que esperaba a Veracruz en materia de seguridad pública, de salud… y de todos los órdenes de gobierno.
Los temas de corrupción empezaron a asomar en instituciones tan nobles como el DIF. En paralelo esa tan nebulosa compra de patrullas para la SSP.
Y si el resurgimiento de los moches desde el arranque se convirtió en el escándalo del día, lo del nepotismo sería del tamaño del seriado “La Rosa de Guadalupe”, primera parte, que empezó con la triste historia de la casquivana Manuela, abuela de Cuitláhuac, que tanta hilaridad y enojos encontrados provocó entre la opinión pública.
En la sumatoria de yerros y torpezas lingüísticas, fueron tantas y tan desafortunados los alcances y tonterías de Cuitláhuac que se perdió la cuenta.
Dejó de ser –de hecho sigue siendo- el chistorete para transitar a la preocupación sobre qué clase de individuo nos está gobernando y, fundamentalmente, por qué el empecinamiento del gobierno federal de mantenerlo en el poder a sabiendas de lo que representa para la república una entidad mal gobernada y en quiebra como Veracruz.
No hay duda que en el escenario la próxima acometida federal es sentar las bases y la justificación legal para llevar a prisión a Miguel Angel Yunes Linares… pero ¿Y luego, qué va a pasar con la gobernabilidad?
Veracruz está de rodillas ante los siete cárteles que tienen a nuestro territorio bajo control. Emergieron los asesinos seriales en contra de nuestras mujeres.
Veracruz está gobernada no solo por ineptos, sino por chairos convencidos de que lo que hacen es lo que necesitamos en materia financiera, de salud pública y ecológica aunque seamos el primer lugar en feminicidios, dengue y contaminación de ríos y lechos marinos.
No hay obra pública ni desarrollo carretero a pesar de que inaugurando cien metros de asfalto en comunidades desconocidas, haya sido el mejor pretexto para justificar quesque el 85% de metas propuestas por el gobierno de Cuitláhuac.
¿Y la mofa?
Los veracruzanos nos sentimos avergonzado que quien nos representa sea motivo de burla, de la hilaridad generalizada, de los más hirientes adjetivos calificativos.
Haber “recuperado más autos que los que se roban”, tal como afirmó en su última declaración pública, no muestra analfabetismo. Tampoco es ausencia de información, sino un grave problema de coherencia, de inteligencia básica, de armonía cerebral, de sentido común.
Ya no es un tema de cómo se expresa. Tampoco de cómo dice las cosas.
Es el convencimiento entre los suyos de que su gobernador es un patriota que sabe lo que dice y cómo lo dice.
Preocupa que quienes lo acompañan en su gobierno, crean a pie juntillas que sus pronunciamientos son como la biblia, verdades inobjetables que quien las critica o se burla es porque no sabe nada, porque le tienen envidia y no entienden cuál es el verdadero propósito de esta “bendición”, tal como lo califica Andrés Manuel López Obrador.
Hoy Veracruz, todo México, si sabemos quién es Cuitláhuac García Jiménez.
Palacio Nacional tiene toda la información de todas las tonterías cometidas por quien no tiene la menor idea de dónde está sentado. La Secretaría de Gobernación, tiene, por supuesto, el pulso del grave riesgo que corre Veracruz teniendo en sus manos a un lerdo como gobernante.
Algo va a pasar en Veracruz si el gobierno federal sigue apelando a los oficios de este “buen hombre”, a este hombre “honesto” que más parece un chivo en cristalería.
Veracruz no se merece un destino tan fatal como es el que nos está llevando el señor Cuitláhuac García Jiménez.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo