CULTURA CHATARRA
CULTURA CHATARRA
El “informe” de los
primeros 100 días de gobierno de Rocío Nahle habría pasado sin pena ni gloria,
opacado por las marchas del #8M, si no hubiera sido por el anuncio de fusionar
nuevamente en una sola secretaría las áreas de cultura y turismo.
El argumento de la
gobernadora para lo que a todas luces representa un retroceso es el de “optimizar
recursos”, lo que en buen castellano y aplicando el sentido común, significa
que la administración estatal no quiere gastar en alguno de los dos rubros. Y
por supuesto que el sacrificado será el de la cultura.
Antecedente directo de
esta nefasta decisión fue la creación de la Secretaría de Turismo y Cultura en
el sexenio de Fidel Herrera Beltrán –para que no quede duda de cuáles son los
referentes de la actual clase gobernante-, más o menos por las mismas razones.
Solo que, en ese entonces, lo que ocurrió fue la sectorización del Instituto
Veracruzano de la Cultura (IVEC) –un referente a nivel nacional e internacional
en la promoción cultural de la entidad desde hace más de tres décadas- en la
nueva dependencia.
Esto es, no se le desapareció
ni se le achicó. Aunque se le sacó de la Secretaría de Educación por la misma
visión utilitarista y jicamera de la cultura que ha permeado entre la clase
gobernante veracruzana de los últimos 20 años, que la considera apenas como una
manera de generar recursos económicos con la atracción de turistas interesados
en el folklor “chic and curious”, y no como un elemento para promover el
desarrollo integral de la población, sus tradiciones y expresiones más variadas.
Solo que lo que se
propone hacer Rocío Nahle es mucho peor, pues en lugar de retornar al esquema
del IVEC, que era un organismo descentralizado con autonomía administrativa y
financiera, lo que se perfila es la creación de una subsecretaría que estaría totalmente
subordinada a la titularidad de la nueva dependencia, sin presupuesto propio ni
autoridad alguna.
A ello habría que
sumar las desastrosas designaciones tanto en Turismo como en Cultura en este
sexenio, de donde podría salir la siguiente titular. De la secretaria Xóchitl
Molina lo único que ha resultado destacable es el sainete protagonizado por su
jefe de prensa que, por órdenes suyas, impidió que una reportera la cuestionara
por el maltrato a artesanos a los que mandó a dormir en el suelo en una galería
en lugar de pagarles un sencillo hotel en el puerto de Veracruz.
Y de la titular de
Turismo, Dulce María “Nena” de la Reguera, solo se sabe de sus videos en
Tik-Tok desde su casa –porque por la dependencia no se para jamás-, de que
ocupa sus horas laborales para comparar sus pies con los de otras personas. Ah,
y que constitucionalmente ni siquiera debería ser secretaria de despacho,
porque no tiene título ni cédula profesional.
Esta visión
chatarrera de la cultura ha sido rechazada ya por artistas y gestores
culturales veracruzanos que manifestaron, a través de una carta abierta, su
rechazo al anuncio de Nahle.
“Los grupos,
espacios, profesionales de la gestión cultural, el patrimonio cultural,
creación y educación artística del ámbito independiente nos pronunciamos: la
cultura y el turismo son dos áreas fundamentales que requieren atención y
cuidado individualizados. La fusión de estas secretarías pondría en riesgo la
riqueza cultural y patrimonial de nuestro estado”, manifestaron desde una
página de Facebook denominada “La cultura no es un souvenir”, en donde se
publicó la carta en la que piden a Rocío Nahle y a la presidenta Claudia
Sheinbaum dar marcha atrás a esa decisión.
Pero seguro que ellas
tienen otros datos. Y prioridades.
Tiburones “piratas”
Hablando de
prioridades. Mientras ya no quiere gastar en cultura, la gobernadora anunció
con bombo y platillo el regreso del futbol profesional al puerto de Veracruz, a
través del club que se llamará “Piratas”, pues no pueden usar el nombre de los
Tiburones Rojos nunca más.
Para ese
“espectacular regreso”, la administración anterior y la actual se gastaron una
verdadera millonada en la reconstrucción total del estadio Luis “Pirata”
Fuente, propiedad del gobierno estatal, el cual albergará al nuevo equipo, que
además de no presentar ningún elemento de identidad con la afición de ese
deporte en el puerto jarocho, jugará en la llamada “liga de expansión”, que no
es otra cosa que la segunda división del balompié profesional en México. Y que cuenta
además con otra agravante: no tiene desde hace varios años la posibilidad de
que el club campeón ascienda a la división mayor.
Un fiasco para el que
sí hay dinero. Y no poco.
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