Cuties
Cuties
Por Cecilia Muñoz
Sí, la sinopsis es espantosa, el
cartel es peor… Pero el cartel original y el resumen bien escrito de la trama
dan a entender otra cosa: una historia sobre el crecimiento, el dolor, la
migración y la juventud femenina (¿actual?) que descubre que mientras más
pronto se sexualice, mejor. ¿Por qué Netflix ha decidido apelar a la cultura de
la pedofilia? ¿Por qué expone a unas niñas en un cartel como este y sugiere una
narrativa tan desagradable? ¿Quién rayos consideró apropiado escribir
«explorar la feminidad» y «sensualidad» en un párrafo que
habla de niñas de 11 años? ¿Fue usted, maestra de kínder que me exigió que
bailara más sensualmente en el último bailable del año*?
No estoy compartiendo esto porque
desee que se unan a una petición para cancelar el estreno en Netflix de esta
película… En realidad no tengo un objetivo específico más que explorar este
asunto que me ha dado vueltas en la cabeza desde hace unas horas. O quizás sólo
quiero dejar constancia de mi extrañeza ante la estrategia publicitaria de
Netflix: ¿apuesta por el morbo o una deplorable normalización de la cultura de
la pedofilia?
Lolita durante muchos años tuvo como
portada una niña hipersexualizada y lectores que entendieron como romántica una
historia de secuestro y violencia sexual… ¿También vamos a pedir que retiren
y quemen todas las ediciones del libro? ¿No fue acaso mejor cuando la gente
empezó a notar que «oye, igual y esta niña de 12 años no era como el
pedófilo narrador del libro nos cuenta…» o cuando Anagrama tuvo a bien
rediseñar su portada de Lolita y mostrar a Dolores como la víctima que
realmente era?
Oscar, el único y verdadero Dios,
Wilde escribió hace muchos años que el arte no tiene moral, sabiendo que éste
no tiene empacho en mostrar las actitudes e ideas más terribles de la
humanidad… Pero éstas jamás han salido de la nada (¡ni de los propios
artistas!): nuestra historia da constancia de que los seres humanos son/somos
seres horribles capaces de atrocidades inimaginables. Ahí tenemos, por
mencionar algo, a Georges Vigarello con su «Historia de la
violación», que cuenta que en la Francia del Antiguo Régimen una niña
violada por su propio padre no sólo no era escuchada, sino que además era
castigada… porque algo habría hecho para propiciar el crimen… Fun fact: los
tiempos pasados no sólo no fueron mejores, eran bastante despiadados. El libro,
por cierto, también registra una cifra considerable de ataques pederastas
aparte del incesto. Y por mucho Sade que viera nacer, no vamos a decir que
Francia es la tierra de la depravación, única en su tipo, y que el resto del
mundo de entonces no se rigiera por valores similares, ¿verdad?
La pedofilia y la pederastia siempre
han existido junto con el desprecio a lo que ahora llamamos infancias (véase la
tan de moda ahora «Anne of Green Gables» ). «Cancelar» una
película porque su empaque no nos parece o peor, porque nos escandaliza
(¡Escándalo!, dijeran las Ashleys) no acabará con la pedofilia y todos los
horrores que derivan de ella… ¿Podemos decir que ésta puede acabar? Sinceramente,
no lo sé. No soy optimista respecto a la naturaleza humana. Pero sé que podemos
señalar y argumentar aquello que nos parece problemático, como la extraña forma
en que Netflix promociona una producción que fue concebida, al parecer, para
criticar aquello que esta empresa ahora hace: sexualizar niñas. Y oigan, no sé,
ver la película y ahí sí, dialogar sobre los valores que resalte. Quién sabe,
ahora la quieren censurar, en una semana la alabarán…
*Siempre la recordaré, maestra de
kínder. Y con mucha extrañeza y algo de desprecio.