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¿DE QUIÉN SON LOS ABUELITOS Y ABUELITAS DE NUESTRO PUEBLO?

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¿DE QUIÉN SON LOS ABUELITOS Y ABUELITAS DE NUESTRO PUEBLO?

Por Kheyla Priego Arias

·         Cuando escucha la palabra vejez ¿Qué imagen viene a su mente? ¿Se han detenido a pensar cómo será su propia vejez?

 

“Una comunidad saludable es aquella que protege a los ancianos,

los cuida, ama y ayuda;

dando relevo y esperanza a los más jóvenes”

Maggie Kuhn

(1905-1995)

 

El día que empecé a leer, conversar y observar acerca de nuestros ancianos, los dones y doñitas de nuestro pueblo, la idea en mi mente, el punto de partida era clarísimo; iba a escribir hablando de dos grupos. Los rebeldes reflejarían a los abuelitos y abuelitas que aun vemos cotidianamente realizando diversas actividades. También escribiría sobre otro grupo, los que para mí eran los desaventajados, aquellos que ya no quieren salir de sus casas o incluso ni de sus mismos cuartos, casi no platican, algunos viven en lugares que, en sus épocas fructíferas, jamás hubiesen escogido para sí mismos… pareciera que se están rindiendo o que la vida les está pasando una mayor factura que a otras personas de la misma edad que ellos.

Pero entre más observaba, más se hacía evidente que ningún don o doñita que hoy está con nosotros se ha rendido, ellos no han claudicado, cada uno sigue luchando, sigue jugando lo mejor que puede con las cartas que le tocaron en este juego de la vida.

Estoy segura que cada uno de ustedes, tiene en sus pensamientos a más de un adulto mayor que es la viva imagen de la más loable resistencia humana. Por las calles de nuestro pueblo y en nuestros propios hogares, vemos a nuestros dones y doñitas, según sus posibilidades, gustos o necesidades cuidando y procurando a sus familias o a sí mismos, nos los encontramos realizando diversas actividades… entonces ante esas imágenes del día a día, ante esas ganas irreductibles de avanzar, ante esa fortaleza, ante ese ejemplo de tenacidad… ante ellos se hace evidente que la inutilidad es algo ajeno a nuestra condición humana. Creo que esa resistencia es parte del legado de nuestros ancianos, pues a pesar de cualquier fragilidad propia de su edad ¡ellos siguen avanzando! Ese buen ejemplo le hace pensar a uno, si él o ella pueden seguir, entonces yo también puedo y debo seguir luchando.

En el asilo de nuestra localidad vi cómo viven y conviven entre ellos y con las personas que ahí laboran. Es común ver a los empleados del lugar, realizar alguna labor al mismo tiempo que conversan con los abuelitos. Quienes tenemos ancianos en casa, sabemos muy bien, lo importante que es para un adulto mayor, conversar y sentirse parte apreciada del día a día de quienes los rodean. Por esto cavilé que hay trabajos cuyo pago no alcanza a cubrir el amor y dedicación que se pone en ellos al realizarlos.

Algunos de los abuelitos del asilo, tienen personas que están al pendiente de ellos y sus necesidades, son visitados regularmente por sus familiares o en tiempo de cuarentena platican con ellos por teléfono, celular o video llamadas; otros han sido olvidados por las personas que formaban parte de sus vidas o ya no tienen parientes vivos.

En el asilo es común a la hora de las comidas verlos conversar mientras disfrutan sus alimentos. Durante el almuerzo, había cuatro abuelitas muy entretenidas entre ellas; en otra mesa un abuelito contaba con gran chispa y ocurrencia como había sido en vida su esposa, quien siendo maestra, cuando recibía alumnos en casa, no lo dejaba ver televisión ni escuchar radio para que el ruido no distrajera a sus alumnos. El brillo en sus ojos cegó mi corazón, al escuchar sus recuerdos, una prueba más que el amor no tiene tiempo ni espacio, es presente, es pasado, es esperanza.

Bajo la sombra de la jacaranda del jardín, un abuelito explicaba a una joven como sembrar y cuidar las semillas… un viaje por el tiempo, detallando los pasos para el cultivo, sus palabras eran el amor fiel por la tierra, nos llevó a sus años de juventud en la finca. Habló de frutos, olores, sabores y amores hablaron sus saberes perdidos.

 La comunidad de residentes del asilo se compone de abuelitos con distintas características y necesidades. Hay quien padece algún grado de demencia senil, varios están en sillas de ruedas, otros ya tienen que permanecer postrados en cama, también hay los que tienen tanto ánimo que contagian la entereza y alegría de vivir.

Se requiere apoyar al asilo con pañales, canasta básica… Si nos es posible acerquémonos a preguntar ¿Qué podemos llevarles? ¿Qué necesitan? Ninguna persona del asilo sale a las calles a pedir ayuda de ningún tipo, las donaciones únicamente las reciben en las instalaciones del mismo asilo.

Acerquémonos a nuestros ancianos, en el asilo, en nuestras familias, en nuestro pueblo… démosle no solo apoyo económico, también nos hará mucho bien a nosotros mismos, mostrarles respeto, y prestarles atención y tiempo.

“Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano” Lv 19:32

¿De quién son los abuelitos de nuestro pueblo?

Ellos son parte de nuestro tejido social, ellos son un pronóstico viviente de como será nuestra propia vejez, ellos son fundamento de identidad comunitaria… ellos son abuelitos tuyos, míos… porque ellos reflejan en nosotros lo que fueron y nosotros gestamos en ellos lo que seremos o como viviremos cuando lleguemos a esa etapa, como dice el dicho popular: “Como te ves me vi y como me veo te verás”.

Acerquémonos a ellos con una disposición a aprender lo que nos puede enseñar la vida a través de nuestros abuelitos y abuelitas, porque ellos son de nosotros y nosotros de ellos.