De Washington 2021 a México 2024
De Washington 2021 a México 2024
- Las semejanzas del estilo personal de gobernar
- ¿Qué pasará cuando AMLO tenga que dejar el poder?
- La lección de llevar al poder a líderes demagógicos
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
La noticia del día es sin lugar a
dudas, la toma violenta del Congreso de los Estados Unidos por una turba de
seguidores del todavía presidente Donald Trump, en un intento más por impedir
la toma de posesión del Poder Ejecutivo en ese país por el -ya reconocido-
ganador Joe Biden.
El ataque al proceso democrático en
los Estados Unidos fue reprobado por amplios sectores políticos no solo de ese
país, sino a nivel internacional.
Acá en el terruño nacional, no se
hicieron esperar también las reacciones, de quienes cuestionaron acerca de las
semejanzas en el llamado estilo personal de gobernar, entre los presidentes de
Estados Unidos y México.
El cuestionamiento más interesante
que se hacen los analistas políticos, es ¿qué pasará cuando le llegue el turno
de decir adiós al poder, al presidente de México Andrés Manuel López Obrador?
¿Se habrá de aferrar a la silla
presidencial, como lo está haciendo ahora Donald Trump.?
¿Se irá -como lo prometió- con toda
calma a descansar en su rancho en Chiapas.?
Por lo pronto, el periódico Reforma,
en la columna Templo Mayor así analiza hoy el tema:
¿QUÉ PASA cuando un gobernante
alimenta desde el poder la polarización de la sociedad y el desprecio por las
instituciones? Sucede lo que ayer se vio en Washington: el triste espectáculo
de una turba tomando por asalto la sede del Poder Legislativo.
Y AUNQUE las comparaciones suelen
resultar odiosas, es imposible no ver los paralelismos entre la forma de
gobernar de Donald Trump y la de Andrés Manuel López Obrador.
EL ESTADOUNIDENSE llegó a la Casa
Blanca con la promesa de limpiar la vida pública y terminó ensuciándola todavía
más. Gobernar desde la retórica de la verdad alternativa, la de los otros
datos, terminó por llevar a los fanáticos del Presidente por un camino
peligroso.
SUENA fuerte, pero es necesario preguntarlo:
¿Washington 2021 es un adelanto de lo que podría ser México 2024?
Por el bien de la República, ojalá
que no.
En otro de los periódicos
descalificados por el presidente López Obrador como de la mal llamada prensa
Fifi, el Diario El Universal, en la columna serpientes y escaleras de Salvador
García Soto publica:
Las increíbles imágenes que ayer
miércoles presenciamos en el edificio del Capitolio de la ciudad de Washington,
DC, con la toma violenta de seguidores de Donald Trump que, azuzados por su líder,
desconocieron el resultado de la elección presidencial y se apoderaban por la
fuerza del Congreso de Estados Unidos, representan la confirmación de que la
ola de populismo demagógico que recorre el mundo, sí representa una amenaza
real para la democracia y la convivencia civilizada y que, a través del
autoritarismo más violento, es capaz de poner en jaque incluso al sistema
político y democrático considerado el más estable del mundo.
Porque nadie puede llamarse
sorprendido con la violencia política que ayer estalló en la capital
estadunidense, que por más inédita en la historia reciente de la superpotencia,
estaba más que cantada y latente, al haber sido desde un principio la
estrategia política del mismísimo Presidente de Estados Unidos, quien desde su
fallida campaña reeleccionista había descalificado anticipadamente los
resultados electorales y había anticipado las denuncias de un “fraude” con el
que, decía, intentarían arrebatarle el poder.
Cuando ese discurso se materializó en
una negativa obstinada a reconocer la derrota y a no conceder la elección del
nuevo presidente demócrata, Joe Biden, lo único que faltaba era el llamado de
Trump que le diera luz verde a sus enardecidos y fanáticos seguidores —los
“patriotas” como los llamó su hija Ivanka— para que salieran disparados a
incendiar el seco pastizal de una sociedad hondamente dividida y polarizada.
La paradoja es que ayer no tuvo que
ser un ejército ni un líder extranjero el que ordenara desatar el caos. Esta
vez el intento de desestabilización, la interrupción del proceso de
constitucionalidad y la violencia surgieron desde adentro, desde la misma
oficina oval y de su propio Presidente, quien se confirmó como la mayor amenaza
que haya enfrentado en más de dos siglos la democracia estadunidense.
Donald Trump le dio ayer al mundo y a
sus paisanos una clara lección: llevar al poder a líderes demagógicos,
delirantes y autoritarios va más allá de lo anecdótico o del consabido derecho
del pueblo a equivocarse y constituye un peligro real para la estabilidad y la
democracia de un país, así sea la superpotencia, cuando ese autoritarismo se
desborda y se niega a abandonar el poder.
Lo más preocupante de lo que ocurrió
ayer, visto desde la óptica de este lado del río Bravo, es que haya sido
justamente a ese líder autoritario y demagógico al que el presidente Andrés
Manuel López Obrador haya decidido respaldar y apoyar abiertamente, primero en
su campaña con aquella elogiosa visita a la Casa Blanca, y luego en medio de su
ya clara derrota, cuando decidió motu proprio, dar validez a las denuncias de
fraude enarboladas por Trump y que nunca pudieron ser probadas, posponiendo por
más de dos meses el reconocimiento a la nueva presidencia que encabezará Joe
Biden.
Ojalá todo eso no sea premonitorio
para los mexicanos y que lo ocurrido en Washington en los albores de este 2021
no se repita en el México del 2024.