Día de la no violencia de género
Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El pasado 25 de noviembre se recordó como cada año, el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, lo cual aún nos marca el pendiente que debemos erradicar en torno a nuestro género, a pesar de tantos intentos por difundir los ideales de igualdad, libertad y respeto entre nosotros. Hombres y mujeres debemos concentrar nuestros esfuerzos en crear un escenario social de mayor armonía que permita disminuir la crueldad y defender a quienes están en desventaja, porque al fin y al cabo, se está atentando contra los derechos humanos.
Sin embargo, la violencia hacia la mujer no puede catalogarse como algo general sino que está conectada directamente con el género. Esto quiere decir que las relaciones de poder asimétricas son determinantes para establecer valores predominantemente masculinos sobre los femeninos, o una actitud de desvalorización que parece natural cuando en realidad es creada por la costumbre. De esta forma, puede adquirir muchos matices que van desde maltrato psicológico como físico, y que ya está catalogado como un delito.
Los esfuerzos por erradicar estas prácticas han trascendido a todos los países y se han consolidado en organismos internacionales. El paso más importante que se ha dado es mostrar que la única forma de disminuir la violencia hacia las mujeres es reconocer que está arraigada en las estructuras sociales, y que somos mayormente educados en esas prácticas. Por lo que una de las herramientas que debemos usar para cambiar este paradigma es la educación y la incorporación de valores que incluyan a la mujer como igual a todos los seres humanos.
Yo les invito amigos lectores, a hacer una profunda reflexión sobre el significado de este día, pero que sea efectivo en nuestra práctica diaria, haciendo pequeños cambios que mejoren nuestras relaciones y calidad de vida. Debemos llegar al punto en el que la violencia de género sea solo un caso anecdótico, en el que las mujeres y los hombres seamos iguales legalmente, pero respetados en nuestras diferencias y decisiones.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.