Día Internacional de la Paz
Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El pasado 21 de septiembre se celebró un año más del Día Internacional de la Paz, por lo que resulta apremiante recordar la necesidad mundial que tenemos los seres humanos por la conservación de la especie, así como el vivir en armonía. Este día fue declarado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de fortalecer los ideales de paz entre las naciones, los pueblos y sus integrantes, así como de buscar el cese al fuego y la violencia.
La historia de la conmemoración data desde 1982, en el que líderes mundiales junto con la sociedad civil, las autoridades locales y el sector privado, se reúnen para renovar el compromiso político de un desarrollo sostenible a largo plazo. Hoy en día, es necesario además añadir un futuro que sea armonioso con el medio ambiente, y en esa medida dependerá el que prevalezca la paz. Pues muchos de estos conflictos están relacionados con la apropiación de valiosos recursos naturales, tales como diamantes, oro, petróleo, madera o agua. Tratar de resolver los temas de propiedad, control y gestión de los recursos naturales es fundamental para mantener la seguridad y restaurar la economía de los países que salen de un conflicto.
Es triste ver que en las noticias se incrementan los conflictos internos y externos, y este fenómeno también se da entre las personas, en las familias y hasta con los propios vecinos. La inhumanidad parece que ha permeado hasta en los corazones más puros, que pretenden resolver autoritariamente sin ceder algo a cambio. Desde Siria, Israel y Medio Oriente, pasando por Corea del Norte, Europa y hasta con nuestros vecinos del Norte que aún se debaten si les “conviene” o no tener a migrantes latinos, se ha dejado de pensar al otro como uno de nosotros.
Se le ve como alguien amenazador que es necesario controlar o destruir, en lugar de apoyarlo como a un hermano que nos necesita.
Aunque ya pasó este día tan importante, creo que resulta apremiante tener presente de forma cotidiana el contribuir de manera individual, para resolver conflictos y teniendo a la paz como objetivo primordial. El respeto a las demás personas por el solo hecho de ser humanos, sin distinguirlos por su género, color de piel, ideología, postura religiosa y cualquier estereotipo que se quiera inventar, debe ser el eje rector por el cual podremos mantener la armonía entre las sociedades.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.