DÍA MUNDIAL DEL AGUA
Entre Columnas
DÍA MUNDIAL DEL AGUA
Por Martín Quitano Martínez
«Olvidamos que
el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo»
Jacques Y. Cousteau
Desde
1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas se acordó que cada 22 de marzo se
celebre el Día Mundial del Agua, para reiterar la importancia del vital líquido,
de la necesidad resguardarla entendiendo la trascendencia de ella en nuestras
vidas.
Los
datos recientes no son alentadores, Siguen faltando acciones que realmente
impacten en su cuidado ya que aún, en demasiadas ocasiones, sigue sin
dimensionarse que todas las actividades sociales y económicas dependen del
abastecimiento de agua dulce y de su calidad y “que
las medidas hídricas y de saneamiento son clave en la reducción de la
pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental”.
La
existencia de 2,200 millones de humanos que carecen de agua potable según
estimaciones de la ONU, nos enfrenta a una crisis global y humanitaria por la
tendencia de su agotamiento.
En
este año 2022 la ONU ha puesto en el centro del debate las aguas subterráneas,
esas aguas de importancia mayúscula que no vemos, pero cuyos efectos son de
gran escala a todos los niveles. Así define su trascendencia:
“Se trata de aguas que se encuentran bajo tierra, en los
acuíferos (formaciones de rocas, arenas y gravas que contienen cantidades
importantes de agua). Tras alimentar manantiales, ríos, lagos y humedales, las
aguas subterráneas finalmente se filtran a los océanos. Su principal fuente de
recarga es la lluvia y la nieve que se infiltran en el suelo y pueden extraerse
a la superficie por medio de bombas y pozos.
La vida no sería posible sin ellas. La mayoría de las
zonas áridas del planeta dependen por completo de este recurso, que suministra
una gran proporción del agua que utilizamos para fines de consumo, saneamiento,
producción de alimentos y procesos industriales. Asimismo, las aguas
subterráneas son decisivas para el buen funcionamiento de los ecosistemas, como
los humedales y los ríos”.
Resalta que “casi la totalidad
del agua dulce en forma líquida del mundo es agua subterránea” y que “alrededor
del 40% de toda el agua utilizada para el riego proviene de acuíferos”.
Repetirlo cada año no ha sido suficiente para
modificar los patrones de consumo, desperdicio y deterioro de su uso
industrial, comercial, gubernamental y en nuestra vida cotidiana. Parecemos
caminar inexorablemente a la amplificación de los problemas que ya nos
acompañan en muchos lugares del mundo, incluyendo obviamente nuestro país, con
procesos de desertificación y de crisis más profundas para millones de
personas.
La deforestación, el cambio de uso del suelo
que amplía las zonas ganaderas y agrícolas, el uso sin control o abuso de los
acuíferos, la incapacidad técnica, la falta de campañas de concientización para
el mejor uso y para el acopio del agua de lluvia, entre otros factores,
acentúan la escasez y por el ende el abasto.
Cuidar el medio ambiente también es exigir políticas
públicas que inviertan en obras y acciones que resguarden y fortalezcan
nuestros recursos naturales. Sin embargo, las demandas de grupos de la sociedad
civil, de ciudadanos y expertos que llaman a modificar comportamientos y a que
desde los gobiernos se apuntalen las luchas contra perniciosos comportamientos
que destruyen nuestras riquezas naturales, prevalece el desdén y en muchas
ocasiones la omisión cómplice para dañarlo.
Se requiere mayor participación y exigencia
social y ciudadana para buscar que los actores políticos y administrativos
hagan su trabajo que es cumplir la ley y respondan ante un tema que no puede
seguir siendo marginal, en ello nos va la vida de todos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Así como va, el Tren
Maya será ejemplo de la destrucción ambiental y la violación a la ley.