DestacadoPedro Peñaloza

Dialéctica del porrismo

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Pedro Peñaloza

“Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podemos conocer la muerte?”

Confucio

  1. Control y dominaciónLa fenomenología para expandir y consolidar el poder político y económico requiere de instrumentos que mantengan inmovilizados a los segmentos oprimidos y explotados. En los inicios del capitalismo se presentaron serias confrontaciones de los nacientes organismos gremiales con la burguesía, cuyo duelo estaba centrado en la conquista de objetivos obreros y la resistencia de los capitalistas a concederlos. Ante eso, los patrones pusieron en marcha dispositivos para neutralizar a los sindicatos mediante el chantaje de los contratos colectivos y escoger a sus interlocutores, lo cual implicó un acuerdo tácito y explícito entre los gobiernos y los dueños del capital. Su pacto fue muy sencillo, unos imponían dirigentes y otros los aceptaban. Los mecanismos legales significaron la llave para la exclusión y aceptación de líderes obreros.

A este acuerdo le faltaba un ingrediente: el uso de la fuerza contra quienes no acataban este arreglo entre el gobierno y los empresarios. Para ello, se formó una red de golpeadores y esquiroles, inicialmente, provenientes del lumpen-proletariado cuya función central fue someter de cualquier manera a las disidencias.

  1. La articulación del miedo. La presencia de golpeadores y rompehuelgas se hizo extensiva a otros segmentos del sistema, lo que implicó que cualquier expresión social de los oprimidos requería. En ese marco, las universidades eran unos focos incontrolables de seres pensantes que deberían ser sometidos a las reglas del sistema. La vía que encontraron desde el poder fue encubrir su injerencia a través de grupos de animación deportiva que se convirtieron rápidamente en los enemigos de las luchas gremiales y estudiantiles en los centros de educación media y superior. Precisamente la denominación “porro” se desprende de la función primaria como fueron impuestos desde los gobiernos asociados con las burocracias universitarias.

La reciente violencia de los porros en la explanada de la Rectoría en Ciudad Universitaria tiene distintas lecturas: la primera tiene que ver con la posible pugna interburocrática en la cúpula universitaria; y la otra, puede ser localizada en la necesidad de polarizar la vida en la UNAM para legitimar la intervención policiaca en su vida cotidiana. La masiva movilización de miles de estudiantes es una refrescante noticia y obliga al Rector Enrique Graue a dar una respuesta rápida, profunda y contundente. Lo que implica que exhiba a quienes financian y protegen a los grupos porriles. De no hacerlo se verá atrapado en un torbellino imparable. El proceso de transición del gobierno federal abre otras lógicas. En unas horas sabremos la estatura de quienes dirigen a la UNAM.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

 

 

 

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