DIETA SALUDABLE, A COSTO ACCESIBLE, UN DILEMA
DIETA SALUDABLE, A COSTO ACCESIBLE, UN DILEMA
En México se vive una transición nutricional que
implica el paso de la dieta tradicional hacia el consumo de productos procesados
y ultraprocesados, además de los cambios en la forma de producir los alimentos,
consideraron especialistas al participar en la sesión mensual del Seminario
Permanente en Agricultura, Alimentación y Sostenibilidad, organizado por el
Programa Universitario de Alimentación Sostenible (PUAS), de la UNAM.
La profesora de la licenciatura de
Ciencia de la Nutrición Humana de la Facultad de Medicina, Ana Gabriela Ortega
Ávila; el investigador del Instituto de Geografía, Quetzalcóatl Orozco Ramírez,
ambos de la UNAM, así como Mishel Unar Munguía, del Instituto Nacional de Salud
Pública, estimaron que son diversos los desafíos para transitar hacia una
alimentación saludable y sostenible.
En opinión de Ortega Ávila, una dieta
saludable implica contar con una cantidad apropiada de calorías, inocua, con
diferentes grupos de alimentos y culturalmente adecuada; es decir, que se
adapte a las tradiciones culturales, religiosas, etcétera, del lugar de
residencia de cada persona.
Sin embargo, recalcó, en la actualidad
el país cruza por una transición nutricional, parte de ello involucra los
cambios de dietas tradicionales altas en leguminosas, maíz, frutas y verduras
hacia dietas más industrializadas, globalizadas, occidentales, que se
caracterizan por tener productos altos en azúcares refinados, grasas saturadas
y productos de origen animal.
En la sesión Desafíos actuales en
México para una transición hacia una alimentación sostenible, la especialista
universitaria afirmó que 50 por ciento de la población mexicana tiene dietas
que no necesariamente son saludables. “Los patrones de dieta que vemos en la
actualidad son occidental, moderno, alto en azúcares y grasas, comida rápida,
industrializados: refrescos, carnes procesadas, alimentos altos en sodio,
fritos, alcohol, pastelillos, etcétera”.
Es necesario considerar que son
resultado de cambios en diferentes esferas, por un lado, la condición étnica,
nivel socioeconómico, género, educación, estado de salud, predisposiciones
genéticas y, por el otro, el aspecto psicosocial: preferencias, hábitos,
contexto social en que crecemos, influencia familiar, normas sociales y las
prácticas de crianza. También el rubro contextual; es decir, el entorno
alimentario que nos encamina a comprar y consumir ciertos alimentos.
El reto, dijo, es modificar estos
factores, directa o indirectamente para cambiar la alimentación basada en
plantas, tradicional, básica, rural, prudente, sostenible, saludable y cada vez
menos industrializada.
A su vez, Orozco Ramírez destacó que en
el país también cambiaron las formas de producción en el campo, la cuales
iniciaron con la intensificación de la agricultura; es decir, el uso de
maquinaria, fertilizantes y cultivos mejorados, lo que incrementa el impacto en
el ambiente y el empleo de recursos naturales para estas prácticas.
La modernización en la producción
animal es reciente. El acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá
detonó su aumento en la producción animal y la exportación de huevo, pollo y
ahora carnes de cerdo y res, enfatizó.
De acuerdo con el experto, existen dos
grandes desafíos: enfrentar el desperdicio de los insumos en los sistemas
intensivos y los cambios en los ecosistemas por la homogenización de estos.
En los últimos años ha sido evidente
que las problemáticas para la pequeña agricultura tradicional, incluso para la
intensiva y la de riego, son la sequía y las variaciones de la lluvia entre los
años. Ahora vemos temporadas más variables en las precipitaciones, ante ello
los sistemas agrícolas deben adaptarse y modernizarse, sobre todo evitar el
desperdicio de agua.
Además, es indispensable mejorar la
organización de la producción agrícola, familiar o empresarial, de cualquier
tamaño, toda vez que actúan como unidades independientes que deciden qué
sembrar en función del contexto local, regional, cómo se relacionan con el
mercado, y con la información sobre lo que ocurrió en los ciclos pasados.
En su oportunidad, Unar Munguía indicó
que en México los alimentos con mayor valor nutrimental han aumentado más su
precio y se han vuelto menos asequibles, mientras que aquellos con menor valor
nutrimental tienen estabilidad; “la brecha entre los más nutritivos y los menos
nutritivos se ha agrandado”.
Recordó que en un estudio realizado en
México sobre el modelo de dietas saludables y sostenibles se simuló, con otro
de tipo matemático, una serie de dietas y se asociaron con un precio del
mercado para estimar el costo. Se observó que el de las saludables y
sostenibles, similar al que propone EAT-Lancet, fue 21 por ciento menor en comparación
con la prevista en las Guías Alimentarias Mexicanas publicadas en 2015.
EAT-Lancet es el primer estudio
científico completo acerca de lo que constituye una dieta sana procedente de un
sistema alimentario sostenible y qué acciones pueden apoyar y acelerar la
transformación del sistema alimentario, mientras que las Guías Alimentarias
contienen recomendaciones sobre el consumo diario de nutrientes, la cantidad de
agua simple, los productos que se deben evitar, así como el tipo de actividad
física que contribuye al cuidado de la salud.
Unar Munguía advirtió que uno de los
desafíos para transitar hacia dietas saludables y sostenibles en el mundo es el
costo, aunque su asequibilidad depende en gran medida del contexto y del país.
En México existe evidencia de que son más baratas; por ejemplo, las Guías
Alimentarias del sector salud podría servir como herramienta para promoverlas,
además de diseñar programas y políticas en la materia.
FUENTE: UNAM