DIF, desvíos por 450 millones en 2019 vía “moches”
Por Edgar Hernández*
“Yo no soy el corrupto; mi familia y yo estamos amenazados de muerte”, Martín Lozano
“Solo bastaron 34 días para darme cuenta de la escalada de corrupción que encabeza la titular del DIF, Verónica Aguilera Tapia”, dice angustiado Mario Lozano Sánchez.
Quien hasta el pasado viernes fungió como Director de Administración del DIF, antes de ser cesado con violencia de la institución, ya presentó ante la Fiscalía General del Estado, una denuncia en contra de su antecesor Héctor Ruz, por amenazas de muerte contra él y su familia.
¿Por qué lo amenazó?
“Por no plegarme a sus reglas de juego corruptas del área administrativa y financiera bajo mi responsabilidad”.
¿Pero Ruz ya no trabaja en el DIF?
“Eso es lo que usted cree. Quienes en realidad manejan los mil 300 millones de pesos de presupuesto tras bambalinas, son Ruz y la pareja sentimental de Verónica Aguilera, Oscar Lara”.
En charla con este reportero en un lugar público, visiblemente angustiado, mirando para todos lados y con evidente nerviosismo, Lozano Sánchez, expone que en realidad nunca tomó posesión ya que nunca hubo entrega recepción como responsable administrativo y el pasado fin de semana cuando fue expulsado del DIF con violencia y clausuradas sus oficinas, tampoco se le entregó documento alguno que acreditara el despido.
¿Qué fue lo que sucedió el pasado viernes?, se le preguntó.
“Por la tarde llegaron los responsables del jurídico, de recursos humanos y de la Contraloría interna acompañados de personal de vigilancia para informarme que estaba yo cesado…”.
“Acto seguido empezaron los gritos y el forcejeo luego de reclamarles violaciones a la Ley Orgánica de la institución y exigir la presencia de ORFIS y la Fiscalía, por el violento procedimiento de renuncia y la violación a mis derechos laborales”.
“De inmediato procedieron a sellar las oficinas e impedirme tocar un solo documento, así como presionarme para que abandonara mi oficina luego de insistir en que no me llevara nada particularmente las carpetas de investigación y memorandos internos que dan cuenta de los manejos financieros de la institución”.
¿Luego?
“Con forcejeos y repetidas agresiones verbales me llevaron como delincuente fuera de las instalaciones advirtiéndome tuviera cuidado con lo que hiciera o declarara las siguientes horas. La Contraloría interna, sin embargo, coincidió conmigo en que estuvo mal aplicado el procedimiento de destitución y que fuera tratado así, como un delincuente”.
¿Cómo llegó al DIF?, se le preguntó a Lozano.
“Por Verónica Aguilera. Ella fue la que me invitó. La conocía por un trabajo de auditoría externa que hice para Oscar Lara, ya que soy abogado, Contador Público Certificado, con tres maestrías y doctorante en Derecho”.
Y si ella lo recomienda ¿por qué le pierde la confianza?
“A días de mi llegada por cierto presionada por la urgencia de la Contraloría, de que se ocupara el cargo tras la inhabilitación de Ruz, le rindo cuentas de una serie de irregularidades en la institución, que las finanzas no cuadraban y la urgencia de poner orden en el tema de las licitaciones”.
Me doy cuenta asimismo que en el DIF, durante 2019, se desviaron 450 millones de pesos vía moches, por cierto cantidad muy por debajo de la estimada por ese grupo que encabeza Oscar Lara y Verónica Huerta.
¿Cómo está eso?
Bueno, ellos esperaban que su principal ganancia fueran 600 millones adicionales a los 450 millones por la licitación de la leche, misma que fue echada abajo por órdenes del gobernador Cuitláhuac García, al disponer que fuera Liconsa la que surtiera el lácteo luego de descubrirse sospechosos enredos en el concurso para licitarlo”.
“Todo ello la alteró. Es ahí que empezó la desconfianza hacia mí”.
¿Qué seguiría?
“Bueno, pues de inmediato percibí que le era incómodo particularmente luego que adicionalmente descubrí complicidad con un subsecretario de Finanzas en materia de licitaciones y adendums”.
¿Cuál subsecretario, Eleazar Guerrero?
“No le puedo decir, pero no es Eleazar”.
“A ello se sumó la presión de Héctor Ruz quien me tenía vigilado ya que nadie de su equipo de trabajo fue retirado tras mi llegada. Nunca le pagaron a las dos únicas personas que llevé, mi particular y mi secretaria, y luego la amenaza de muerte…”
¿Teme por su vida?
“Temo por mi vida y la seguridad de mí familia. El disgusto de Ruz se origina por un tema de dinero e incumplimiento de un proveedor. Ello lo irritó de tal manera que me amenazó de muerte”.
¿Qué le diría al gobernador Cuitláhuac García sobre este asunto?
“Creo que él es un buen hombre. Es un gobernador bien intencionado, pero ha sido engañado de vil manera. Yo le diría que por primera vez en mi vida acepté trabajar en el servicio público porque creí que se podían cambiar las cosas”.
¿Qué va a hacer?
“No sé. En unos días se destruyó mi vida. Mi esposa está muy alterada de los nervios, tiene miedo tras la amenaza de muerte y yo no duermo desde el pasado viernes”.
Con los ojos cristalizados concluye:
“Me gustaría que el gobernador me escuchara y que su gobierno me diera garantías de seguridad para mí y para mi familia. Yo no fui el traidor. Los traidores fueron ellos por actuar a espaldas de la institución”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo