DIGNIDAD Y AUTOESTIMA
DIGNIDAD Y AUTOESTIMA
Uriel
Flores Aguayo
No
puede haber dignidad si las personas viven con miedo, si permiten ser tratadas
mal, si son objeto de mentiras y manipulación. Sin esa dignidad la calidad
personal es baja e incide en el conjunto social. Un individuo indigno suma para
una sociedad con déficit de dignidad. Ese déficit resulta de la mezcla de
personas dignas y otras indignas. Es una elemental condición humana,
independientemente del nivel educativo, aunque influye, de las ideas políticas
y la posición económica. La política actual, mayoritariamente en los partidos,
es un océano de indignidad: privilegios, demagogia, simulación, ocio,
lacayismo, burocratismo, etc. Esas características trascienden socialmente y
son mal ejemplo para los ciudadanos. Sin contenidos del bien común y el interés
general la política en general se vuelve una práctica mercantil de los peores,
los cínicos y negociantes. Personajes de escaso perfil deciden sobre asuntos
claves para la ciudanía. Esencialmente hay pocas diferencias entre unos y
otros, de un color u otro; son asombrosamente similares. Hay grados. No es
alternativa la anti política, siendo un problema estructural llevará tiempo
elevar su nivel, pero no hay otra opción, se debe participar políticamente y
alentar la injerencia de la ciudadanía. De los mayoriteos y unanimidades
surgirán sus propias contradicciones, siempre habrá sacudidas. Surgirán
movimientos y líderes renovadores. No perdamos de vista que los imperios se han
derrumbado y las dictaduras no son eternas. Al final, experiencia mundial,
aparece la dignidad y lucha por la libertad y la democracia. Aquí será igual.
A
estas alturas considero que la autoestima personal es lo más importante en
nuestro desarrollo. En la niñez y la juventud siempre debió cuidarse esa
condición. Con suficiente autoestima se pueden enfrentar todo tipo de retos y
plantearse siempre ser mejores. La autoestima también es colectiva, es social,
tiene que ver con cada uno y con el colectivo. Los sistemas políticos cerrados
anulan o bajan la autoestima de la gente; ahí se les ve como número y masa; no
se les respeta. Si no se atienden las opiniones libres y las decisiones
electorales se hunde la autoestima de la ciudadanía. Aparecen los fantasmas de
la apatía, el miedo y la subordinación. Una sociedad con esas características
es tajantemente débil y manipulable.
Cuando
hablamos de dignidad y autoestima no nos referimos a ideas políticas, más bien
enfocamos hacia la cultura y la acción gubernamental. Gobiernos democráticos
respetan a la gente, le conceden el valor suficiente. Gobiernos autoritarios
hacen todo lo contrario, mienten y manipulan. La lucha en estos tiempos es por
darnos un estilo digno de vida, donde valgamos por como somos y en calidad
humana. Por cada persona hay una identidad, una decisión libre y un anhelo. El
colectivo sano choca, inevitablemente, con los delirios de grandeza de y el
servilismo de los traficantes de sueños, esos a quienes únicamente les interesa
el poder por el poder. Son tiempos de causas e individuos concretos.
Recadito:
¿Todavía hay gobernador en Veracruz?