¿Directo al precipicio?
Pedro Peñaloza
“La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal
sino por los que se sientan a ver lo que pasa”.
Albert Einstein
1. De la expectativa a la frustración. El licenciado Peña Nieto corroboró que su discurso inicial fue para confundir y legitimar. El joven Presidente ha ratificado, en tres años, que su modelo sufre un proceso de deslavamiento que exhibe, sin ambigüedades, los límites de un grupo dominante que se trazó, como único propósito, mantenerse en el poder. Lo demás ha sido simplemente juego de espejos, con un pasado que nunca se fue y un presente nada gratificante.
2. La realidad no existe, se crea. En tres años el inquilino transitorio de Los Pinos tuvo como eje de comportamiento, construir escenarios imaginables poblados de paisajes inexistentes y de noticias recicladas. En realidad, habría que reconocer que el grupo compacto de la cofradía de Atlacomulco nos mostró al PRI sectario y arbitrario. El proceso de desgaste al que se ha sometido al joven imberbe no es casual, aunque no estaba calculado en las dimensiones que hoy conocemos. La soledad del despacho de Peña se convirtió en la peor consejera y en la cómplice de lo indefendible. El grupo dominante llegó para arrasar a los viejos priístas, pese a que tuvo que soportar a dos compañeros de viaje que le ayudaron y aún ahora lo auxilian mucho, como lo son Gamboa y Beltrones. Los jovenzuelos y los no tan jovenzuelos que rodean al titular del Ejecutivo lo llenaron de elogios pero lo privaron de ideas renovadoras.
El presidente Peña ha venido confiando en su alianza con el duopolio televisivo, en especial con Televisa, y supone que con esos barcos puede transitar cómodamente hacia las elecciones de 2018 y dejar a su sucesor sin sobresaltos significativos. El joven imberbe olvida un pequeño gran detalle, la burguesía, en sus distintas expresiones estructurales o ideológicas, tienen como brújula el mantenimiento de sus ganancias. Por lo tanto, los capitalistas y sus facciones apoyarán a quien les garantice la reproducción y amplificación de sus ganancias. Hasta ahora Peña ha resultado ser un eficaz promotor de un marco legal suficientemente cómodo para esas minorías glotonas e insaciables.
3. Crisis interna y crisis externa. Las coartadas como menú. El discurso repetitivo y circular de la burocracia política gobernante es hasta vulgar y molesto. Los publicistas del oficialismo y los tecnócratas metidos a políticos han lanzado una guerra mediática para convencer a quien se deje de que las delicadas circunstancias por las que atraviesa el país provienen de factores exógenos y no del modelo de desarrollo local, empeñado en crear las condiciones necesarias para que la burguesía local y la asociada mantengan intactas sus multimillonarias ganancias. Hay que decirlo claro, estamos en un callejón sin salida y las posibles puertas nos conducen a las mismas zonas de la dictadura del mercado, es decir el oficio de caminar en círculos de una clase política inepta, ventajosa y avariciosa. En efecto, vivimos en el peor de los mundos, por un lado, con un férreo control norteamericano que nos acompaña como nuestra sombra, y por otro lado, estamos prisioneros del discurso grandilocuente que lanza arena en los ojos a una población adormecida por escribanos al servicio del poder y televisoras subsumidas en el fango de la corrupción y de los favores en especie.
Epílogo. Tres años, el corte de caja no puede ser más deprimente para las mayorías asalariadas, quienes poco importan en el tablero del poder prematuro del 2018. ¿Tenemos salvación o somos felices en el precipicio?
pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz