ECOS DE LA FINAL
ECOS DE LA FINAL
El que
se equivoca pierde
Por Héctor Larios Proa
América es digno campeón
mexicano del torneo Apertura 2023. Lo realizado a lo largo de la campaña y en
las finales, lo hizo merecedor del título.
Las águilas obtuvieron la 14. El
siguiente texto pretende ser el punto de partida para una reflexión del futbol
mexicano.
Tomamos de pretexto el partido
de final de vuelta, subrayando algunos factores que influyeron en el resultado.
El que se equivoca pierde.
Los equipos jugaron a no equivocarse.
Jugar así, requiere de máxima concentración, eficiencia técnica y control
emocional a prueba de fuego. Puntos que los entrenadores deben poner
atención en su trabajo del día a día.
Ambos entrenadores diseñaron
el partido a cerrar espacios en su media cancha como fórmula principal para la
recuperación del balón, imponiendo superioridad numérica. Diez detrás de la
línea del balón para desdoblar en la transición defensa-ataque. Priorizaron la
defensa dejando a la contra, una jugada individual y la bola parada sus armas
ofensivas.
El planteamiento es cuestión
de cada entrenador.
Vemos una tendencia a obtener
el resultado a costa de someter las cualidades naturales de algunos
futbolistas. Por ejemplo, jugadores de corte ofensivo haciendo labores
defensivas, realizaron un generoso esfuerzo, aplaudimos la obediencia táctica.
Indicación que disminuye su capacidad natural, para eso es mejor un jugador
defensivo que en teoría lo debe hacer mejor.
Zendejas ocupado en defender, Fidalgo, Valdez cerrando espacios en medio campo. Laínez persiguiendo a su marca, Córdova, Gorriarán, Herrera ninguno se atrevió
a romper la línea en busca de superioridad numérica o desbordar como es su
costumbre dejando sin balones a Gignac y Martín respectivamente. Con
esta calidad de futbolistas más los de la banca, es increíble planteamientos
miedosos, que solo hacen pensar en la presión por obtener el resultado a costa
de lo que sea.
Los entrenadores son hijos de
los resultados, y deben siempre tener las maletas listas, decía don Nacho
Trelles.
Regresamos al partido, las
amonestaciones del primer tiempo, tienen dos explicaciones. La primera algunos
jugadores tenían una activación mayor, las faltas innecesarias, control
emocional. La segunda, el árbitro estuvo
muy atento a que no se le fuera el partido, impuso orden con las tarjetas,
poniendo al filo de la navaja a estos futbolistas. Más tarde hubo
consecuencias.
Buen planteamiento para no
recibir gol, pero este deporte se gana con goles. Así las expulsiones condicionaron
el partido, Fulgencio entró sin la concentración que exige una final. Estuvo en
la cancha solo cinco minutos.
Tigres no supo cómo jugar con
uno menos, el desorden y la desesperación rompió la estrategia. El entrenador
no los preparó para una táctica de 9.
¿Cómo defender, y cómo ganar
en inferioridad numérica? ¿Lo habrán entrenado? La respuesta es contundente,
No.
Minutos después sin Nahuel,
nada fue igual.
La preparación de un partido
debe considerar aspectos técnico-tácticos, las variantes defensivas u ofensivas
deben estar preparados para las incidencias propias de un partido, un marcador
adverso, alguna expulsión, manejo del partido, concentración de la atención y
el control emocional entre otros puntos. El torneo pasado América pagó las
consecuencias con la expulsión de Fidalgo en semifinales, ahora fue Fulgencio y
Nahuel.
América aprovechó los errores
de los norteños quienes pagaron caro sus yerros.
La complejidad de armar un
juego de conjunto es muy amplia, es un trabajo pedagógico que pocos estrategas realizan.
Aquellos que arman la estrategia de acuerdo a la capacidad del plantel, sin
limitar al futbolista a ofrecer sus mejores virtudes en detrimento de la
calidad.
¿Cómo vas a ser protagonista a
nivel internacional? Sí, en una final los mejores equipos del
campeonato juegan a no equivocarse. No creen en su talento, es una negación de
los propios futbolistas, producto de una visión reduccionista que cree que las
formas no importan. Eso hay que dejarlo para los equipos chicos que se
conforman con sacar puntos para clasificar y con eso salvan su chamba.
Las consecuencias son las
generaciones de niños y jóvenes que creen que ganar es jugar bien, que los
padres de familia se enojan porque el equipo donde participa su vástago no
gana. También está la prensa que sobredimensiona que un equipo clasifique e
inflen a su entrenador: Ahí está el León en el mundial de Clubes, con un
Larcamón que los llevó a morirse de nada. Pero, ya lo candidateaban para la
selección nacional. Y directivos que contratan como negocio favorito, sin
conocimiento de causa, sin ruta de navegación que guie un proyecto deportivo.
Mientras veíamos el partido,
recordamos los legendarios equipos, aquellos de Reynoso, Brailovsky, Santos,
Cuauhtémoc y compañía.
La 14 estará en la vitrina,
pero, ¿alguien los recordará?