Edith Berlín… un suspiro veracruzano
Por Edgar Hernández*
Hace realidad en bronce “El Huapango”, en Pánuco, y va por el símbolo de Xalapa, el “Juanote”.
“Cuando niña mi mamá me llevaba al parque Juárez y siempre me sorprendía que le echaran tantos piropos… era la más bonita del barrio y vestía como María Félix y yo pensaba que cuando fuera grande sería como ella… ¡Sería una reina!”.
Y su sueño se cumplió.
No rebasaba los 17 años cuando fue la “Reina del Certamen de Belleza de Xalapa”, en donde fue coronada y con su cetro y hermoso vestido justamente de reina, paseó por Ávila Camacho hasta llegar al Parque Juárez, de donde descendió de una vistosa carroza de los brazos de “Juanote”, un legendario mecapalero de más de dos metros de estatura y enorme fuerza.
“Luego, siguiendo con sus sueños de conquistar al más codiciado galán de la época, ligó al más joven político con altísimo cargo, Francisco Berlín Valenzuela, con quien casó y procreó tres hijos Rodrigo, Vanessa y Francisco”.
Y cuando la historia parecía llegaba a un final feliz al tener y preservar una familia y un matrimonio, que a la fecha cumple 45 años, Edith Berlín decide estudiar leyes y empezar la carrera de escultora en la prestigiada Academia de San Carlos en la ciudad de México.
El arte ganaría a las leyes al empezar a cobrar fama escultura tras escultura hasta hacer realidad en bronce hace unos días, una de las mayores tradiciones de los veracruzanos, “El Huapango”, manifiesto en monumental escultura en bronce que representa a dos jóvenes bailarines en atuendos típicos en una obra expuesta en la principal confluencia de las calles de Pánuco que miran al malecón, en el marco del “Día Nacional del Huapango”.
Este monumento –de mil 500 kilógramos y de tres y medio metros más la base que da una altura total de cinco metros- habrá de simbolizar para siempre una tradición de músicos, trovadores y bailadores del Huapango, presente en seis entidades de México y cuya cuna se ubica justamente en Pánuco, legado cultural que une e identifica a los huastecos.
Este símbolo de la “Cuna del Huapango”, se suma a otro símbolo de Veracruz y la república, la monumental estatua de cuatro metros de altura de don Miguel Alemán Valdés, inaugurada hace un par de meses en Boca del Río.
México, país de tradiciones, Veracruz entidad de legendarias evocaciones para Edith Berlín, es llevar ese simbolismo a la eternidad manifiesta en el bronce.
¿En su familia hay antecedentes de escultores?, se le preguntó en alguna ocasión a Edith, quien evoca a un tío lejano aficionado a la escultura y modelaje en barro… “pero no más”.
Hoy Edith, quien también inmortalizaría en bronce al obispo San Rafael Guizar y Valencia, está tejiendo y modelando con sus diestras manos otro sueño.
“Voy camino a dejar el legado del símbolo de los barrios de Xalapa, el Juanote”, dice con orgullo.
“Esa es una historia que tiene que ver con el símbolo de Xalapa, la de un hombre, Juan Herrera, que tal vez en la impronta su nombre no le diga nada, pero si lo asociamos con lo mejor de nuestra raza, de nuestro pueblo, cultura y tradiciones, entonces encontraremos las raíces de nuestra historia”.
El trabajo escultórico de Edith, será un homenaje a quien desde la modestia de su trabajo de vida, a 30 años de su muerte, habrá de perpetuarse en el frío bronce.
“Será el mejor homenaje a Juan Herrera Vázquez, Juanote, símbolo de Xalapa, dueño y señor de las calles de Xalapeños Ilustres y Enríquez. El mismo que con su malacate fue capaz de montar en sus anchas espaldas un piano ¡de cola! sin que las empedradas calles le movieran un músculo que dieran lugar al desafine de tan delicado armatoste”, recuerda Edith.
“Juanote” –evoca el escribano Angel Rafael Martínez Alarcón- es el símbolo de un hombre bueno, trabajador, honrado, culto, amante de la música clásica, un auténtico hombre verdadero. “Juanote” fue el amigo de gobernadores, alcaldes, políticos de todos los signos, curas, comerciantes, empresarios, académicos, músicos y de la sociedad jalapeña en su conjunto de aquellos años”.
El “Juanote” es una obra prácticamente concluida en plastilina que brotó de las manos de Edith, una mujer tan hermosa como talentosa oriunda de Xalapa, alumna del maestro Ernesto Jorajuría en dibujo y pintura, así como del artista Mayo Abitia en dibujo anatómico.
Es la misma Edith, diplomada en historia del arte en la Academia Mexicana A.C., al igual que en la Universidad de Xalapa, la que estudió escultura en barro y terracota de San Jerónimo, en el viejo DF, con el maestro Saúl Moreno y se perfeccionaría en la academia de San Carlos.
¿Cómo no tener presente en la zona rosa de la Ciudad de México, esa escultura de sus autoría de tamaño natural denominada “Armonía”?.. ¿Cómo no regresar a la memoria la obra “Justicia” de tres metros colocada en los Palacios de Justicia de Cancún y también en Xalapa?
Edith Berlín, deja huella indeleble con la escultura “Alas de Libertad”, de tres metros y medio, ubicada en la ruta de la amistad del Anillo Periférico sur de la ciudad de México y es la autora de la escultura “Sabiduría Eterna” que representa al filósofo Sócrates entregando el libro del saber a las nuevas generaciones.
Esa es Edith Berlín cuyas creaciones se extienden a legendarios bustos como el del padre Juan Manuel Martín del Campo, colocado en la institución “Ayúdame Hermano que tengo Cáncer”, el del ingeniero Luis Rendón, José Luis Sánchez Gil y del humanista José Iturriaga.
Edith Berlín nos evoca además a don Fernando Gutiérrez Barrios en bronce a la entrada de Alto Lucero; la señera estatua de don Rafael Murillo Vidal, en la avenida del mismo nombre en Xalapa; “La Hermosa Xalapa” de cuatro metros, así como la dedicada al inolvidable maestro Guillermo Zúñiga, que cuando fue inaugurada rompió en llanto su viuda, doña Guillermina.
Edith es todo un personaje, por ello honor a quien honor merece.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo