El 6 de junio, ¿ganó o perdió la democracia?
El 6 de junio, ¿ganó o perdió la democracia?
Por Armando Antonio
Rangel González
Siempre he sido un
convencido de que la democracia la hacemos todas y todos; no obstante, también
he constatado que no existe una democracia perfecta, libre y total; la mayoría
de las veces se tiene una democracia dirigida, en la cual, unas y/o unos
cuantos deciden el camino a seguir de un grupo de personas.
Uno de los fines de
la política, es, ante todo, privilegiar la democracia; por lo que los partidos
políticos deben ser los primeros en aplicar procesos democráticos en su
interior, ¿en verdad sucede? Hacer política no se trata solo de ver quien tiene
más gente empadronada, quien gana o pierde una elección, quien habla mejor o
quien tiene mayores recursos; se trata de que mujeres y hombres deben conducirse
bajo principios y valores éticos y morales, es decir, girar su actuar con total
rectitud y honestidad.
Lo que vivimos el
pasado 6 de junio, si fue una elección más, pero desgraciadamente, una elección
que estuvo plagada de prácticas que tanto hemos criticado y que nada abonan a
un ambiente democrático. De parte de la mayoría de los partidos, se observó
compra de votos, acarreo de gente, intimidación y amenazas contra las y los
ciudadanos e incluso, para con el personal del INE y las y los funcionarios de
casilla. Presenciamos hechos muy lamentables durante y al final del día.
A 10 días de la
jornada electoral, se vive un ambiente de incertidumbre, especialmente en los municipios
y distritos en los que, las y los candidatos que no resultados ganadores,
exhiben las irregularidades presentadas y se inician los procedimientos que la
normatividad electoral permite. Dicho sea de paso, algunas y algunos ciudadanos
actuando con civilidad y cordura, pero, desafortunadamente, algunas y algunos
otros realizando acciones totalmente radicales y fuera de lo permitido, por
decirlo cortésmente.
Es indudable, que
ninguno de estos hechos abona ni beneficia a la democracia, mucho menos cuando
queremos, aplicamos o utilizamos a la política como un fin o un interés personal
y/o de grupo y no como un medio para fortalecer un ambiente democrático y hacer
valer nuestros derechos.
La democracia no se
fortalece o se vulnera el día de las elecciones; se construye o se degrada
todos los días. En este sentido, soy un convencido de las instituciones que
tenemos, entre ellas, como una de las más sólidas y reconocidas, el Instituto
Nacional Electoral, quienes, bien o mal, trabajan siempre a favor de la
democracia.
Sobre la respuesta a
la interrogante, si este 6 de junio ¿ganó o perdió la democracia?, cada
ciudadana y ciudadano tendrá su muy respetable respuesta.