EL ADIÓS DEL PADRE MANUEL
EL ADIÓS DEL PADRE MANUEL
El año 2025 comienza para la comunidad católica
aún con dolor y tristeza por el deceso del Presbítero Manuel Jiménez García,
quien subió al cielo el día 28 de diciembre del año 2024. Ahora goza de vida
eterna.
Conocí
al padre Manuel en el año de 1986, cuando se convirtió en el segundo párroco de
El Calvario en Coatepec, Veracruz. Pastor de buena estatura, vigoroso, y muy
espiritual, comprometido con la oración y carismático a pesar de su fuerte
personalidad. Una manera profunda de evangelizar a su comunidad a quien
compartía su sabiduría. Siempre mostraba inclinación por los niños y jóvenes,
poseía una fuerza interior que trasmitía a través de la palabra del evangelio,
o con un abrazo o apretón de manos, en sí todo un hombre de Dios.
Poseía otro don, el exorcismo, también el de
fundar iglesias, implícitamente un arquitecto de la edificación, la
construcción. En el camino de las haciendas, existía una finca de café,
propiedad de la señora Esperanza Martínez, aunque se negaba a vender,
finalmente aceptó la propuesta del padre Manuel Jiménez, quién con apoyos de
colaboradores y gente altruista, comenzaron a devastar la floresta. Entre
ramajes y árboles caídos, al aire libre, tal como lo hizo Jesucristo en
montañas, desiertos, valles y parajes, el padre Manuel oficiaba misas en ese
huerto que fue cimiento de una hermosa capilla llamada Espíritu Santo. En los
primeros años de los noventa quedó terminada y se oficiaban misas, retiros y
oraciones. En la primera década del tercer milenio, comenzó a construir la
iglesia del mismo nombre, ya que antes de morir la señora esperanza dejó
firmada otra parte de ese predio para venta, pero se oponía el señor Jorge
Gálvez Martínez, pero un familiar de la ciudad de México lo convenció y aceptó
la voluntad de la difunta. Esta iglesia llamada Espíritu Santo es un legado del
padre Manuel Jiménez García para la comunidad religiosa de Coatepec, Veracruz.
En
los años noventa lo cambiaron a la Rectoría San Pablo en la ciudad de Xalapa.
Al poco tiempo regresó de nueva cuenta a Coatepec, pero ahora en la capilla de
Nuestra Señora de Fátima, fue recibido por el sacerdote Gustavo Lima y por una
iglesia atiborrada de feligreses que le brindaron prolongados aplausos
mostrándole su cariño y aprecio.
En
Campo Viejo, transformó la humilde capillita de san Isidro Labrador en una
confortable Iglesia y se ganó el aprecio de esa comunidad que también goza de
un legado del Presbítero Manuel Jiménez García.
Su
apostolado lo fue predicando por ciudades como Papantla, Xalapa, Colonia Manuel
González y el serrano pueblo de Huatusco, Naolinco y tal parece que también en
Plan de las Hayas.
Hoy
la vida se apagó para este hombre que demostró su fortaleza y conocimiento
teológico en el altar, las puertas de la patria celestial se abrieron para su
espíritu y darle la bienvenida, en esa mansión, donde no existe el tiempo ni el
espacio, se hospedará eternamente.
La
mañana del 30 de diciembre, en la Rectoría del Espíritu Santo, todos los
espacios estaban ocupados por los feligrese que fueron a despedir al padre
Manuel. A las once de la mañana, el vicario general del Arzobispado de Xalapa,
José Salvador Morales Casas, acompañado de una veintena de sacerdotes, inició
la eucaristía de cuerpo presente, con solemnes honras fúnebres para el finado
pastor de la iglesia católica.
La
tristeza, recuerdos, lágrimas y nostalgia, flotaban en esa atmósfera en la que
cantos, rezos, oraciones y la palabra de las sagradas escrituras, se fusionaban
con la fisonomía del Padre Manuel. Por un momento, de la bruma, parecía verlo
emerger para situarse en el centro del altar celebrando la misa de gloria en la
semana mayor, enunciando el “Alfa y Omega”, “Tuyo es el tiempo y la eternidad”,
“La luz del mundo”. Su primer grupo “Voz de vida” y sus lectores leyendo salmos
acompañados de solemnes cantos. Pero la realidad en este momento era otra, su
cuerpo ya inerte, la resonancia de la vida se acababa de escapar. Sus
feligreses que fueron evangelizados por el difunto desde que llegó a esta
tierra, le daban el último adiós con suma tristeza.
El
Padre Manuel Jiménez García, nació en la ciudad de Orizaba un 22 de julio de
1932. Cuando experimentó el llamado de Dios, se despidió de su hogar, para
predicar el evangelio por distintos lugares, ese camino eligió, esa fue su
misión, jamás regresaría a su cuna, simplemente por ser un hijo de Dios. Es Coatepec
donde reposarán sus cenizas, en ese templo que con tanto amor edificó. Padre
Manuel, descansa en paz.
El
padre Manuel, encontró un ángel terreno en la señora Kelina Cuevas Bello,
estuvo pendiente de él, Hasta el último momento, Dios le colme de bendiciones
por su bondad, cariño y aprecio hacia un peregrino de Dios.
Nota. El 31 de diciembre del año 1989, acompañé
a mi esposa a escuchar la misa de fin de año que oficiaba el Presbítero Manuel
Jiménez García, llevaba cuatro copas de licor que anidaban en mi cerebro. La
ceremonia fue mística, espiritual al estilo único de este sacerdote, la viví
intensamente, aunque había asistido solo por compromiso de acompañar a mi
esposa. Al llegar a mi casa se sirvió la cena, asistieron familiares y amigos,
pero yo no quise tomar otra copa, argumente que, para el recalentado, al día
siguiente sucedió lo mismo, pasó una semana, un mes y se hicieron 35 años de
que no se me antojan y pruebo las bebidas alcohólicas. Con toda seguridad fue
la fuerza espiritual del Padre Manuel Jiménez que actuó en mi beneficio y me
alejó de ese vicio. Gracias Padre, que sea recibido en la gloria de Dios.