EL ARCÁNGEL MIGUEL
EL ARCÁNGEL MIGUEL

El mes de septiembre se visualiza de color verde, será porque el bosque regala tenchos, hojas, bejucos, flores y yerbas para decorar arcos florales. Cada santo patrón recibe uno y, en el barrio de paso ancho, el Arcángel Miguel espera el suyo. El día 29 de este otoñal mes el guerrero celestial no sale a cumplir ninguna misión, sereno, tranquilo, y sin prisa alguna, espera su arco con cierta ansiedad. Desde la madrugada hasta la media noche recibe a los feligreses que lo van a saludar y a felicitar, pues celebra su cumpleaños.
Miguel es muy agradecido con los vecinos de estos barrios, cierto es que durante el año lo visitan y celebran misas y oraciones en su honor, pero él alado ángel también les cumple algunas peticiones, siempre está pendiente de que todos estén bien, que nada les falte. Orgulloso de que esta morada que le edificaron para que repose cotidianamente se transformó en una hermosa iglesia, pero no olvida aquella nostálgica capillita en la que el siervo de Dios colocó la primera piedra, alegría, lágrimas de emoción, aplausos y oraciones formaron parte del sustancial momento en el que el humilde recinto comenzaba su vida material, pero la presencia del Arcángel Miguel enriquecía todo lo que comenzaba a suceder. Por estas acciones, Miguelito vive agradecido a estos feligreses que, generación tras generación, lo siguen festejando con amor en su día, merecida tiene su festividad.
La kermés sigue siendo el folclor de esta fiesta que reúne a mucha gente, no solo de los barrios que circundan la capilla, sino de los que vienen desde temprana hora con veladoras y ofrendas a visitarlo. Pocos son los ángeles que se ganan este reconocimiento, pero, se está hablando de Miguel, estratega y capitán del ejército angelical de Dios. Vestido de centurión cuando sale a la batalla se torna implacable, el mismo firmamento le guarda respeto. Su triada la comparte con dos valerosos guerreros, ni más ni menos, Gabriel, comandante en jefe de la tropa de ángeles. –fuerza y mensajero de dios– fue quien llevó a María la sublime noticia de que fue elegida para ser la madre del hijo de dios, tan solo por estar libre de la mancha del pecado desde el día en que nació. También reveló el Corán al profeta Mahoma entre otras sublimes responsabilidades. Y con Rafael –Medicina de Dios– es el médico, cura y sana el cuerpo irradiando energía verde, pero sobre todo el corazón. Esta triada de ángeles hoy están de fiesta, lástima que en la calle de paso ancho solo se incline por Miguelito, bueno, razones hay muchas.
Miguel, orgulloso, luce en su frente una corona
y porta su banda militar, sus bellos ojos castaños llenos de luz miran a cada
feligrés que acude a felicitarlo y lo agradece. Como príncipe observa todos los
espacios de la capilla, es día de no salir, solo recibir el regalo del amor, la
amistad y la fe que le brinda la gente. Parce sonreír, pero sus labios
permanecen cerrados; este día prefiere escuchar lo que le cuentan. Guardó el
escudo, y la espada está quieta desde la creación del cielo empíreo cuando
doblegó a Luz bella, ángel rebelde que se sintió con derecho de ser más que
Dios. San Miguelito no se inmuta por su belleza facial, está cierto que es más
resplandeciente su hermosura espiritual, razón por la que es uno de los
elegidos del todo poderoso para encargarle serias responsabilidades, como la de
acompañar a su pueblo en el éxodo. También lo admiran los soberbios querubines,
serafines, tronos, potestades, virtudes y ángeles, naturalmente que los
arcángeles son los más orgullosos de compartir estatus con él.
La
fiesta en su honor es romería, folclor, pasión que se desborda y rebasa los
límites de lo normal, todos aportan un valor agregado, pues sucede que los
católicos lo aman demasiado, le cuentan sus problemas, él ángel los escucha y
les encuentra solución y todo se vuelve paz y regocijo en el espíritu. Esta
razón es poderosa en el alma de los humanos que siguen al Arcángel en mención y
son recíprocos con el ente espiritual. Se sienten bendecidos por hospedarlo en
el corazón del barrio, más aún en el propio.
La
calle Ignacio Manuel Altamirano, cada mes de septiembre se transforma en
universos de felicidad y algarabía por tener la dicha de adornar la capilla que
acuna al patrón de ese barrio en el que lejanos rostros siguen presentes,
tampoco se han marchado por completo, mientras el tiempo sigue su curso hacia
el futuro.
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx