Entre Columnas

El arquetipo es Xalapa

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Martín Quitano Martínez

mquim1962@hotmail.com

 

 

Cuando yo era chico me decían que cualquiera podía llegar a presidente de la nación. 

Estoy empezando a creerlo. Clarence S. Darrow (1857-1938) Abogado estadounidense

 

212 presidentes municipales de Veracruz están por salir de gestiones que en su mayoría dejan deudas, no solo financieras sino del servicio público encomendado, de transparencia y rendición de cuentas, de eficiencia en el cumplimiento del deber. Gestiones que han transcurrido en la precariedad de soluciones, en las equivocaciones evidentes, bajo la sospecha de malos manejos del presupuesto público tanto por omisión, descuido o flagrante desvío de recursos.

Una larga lista de mujeres y hombres con representaciones políticas municipales que sobradamente refieren la incapacidad, la visión corta, la indolencia y la impunidad, tienen en este último mes un tiempo doloroso para descubrir su fragilidad personal ante la pérdida del poder local del que fueron cabezas.

Las esperanzas puestas en las representaciones que se van, han sido derrotadas por las realidades de políticos de bajo perfil, por representantes sin compromiso con su conjunto social, con administradores sin capacidades para el ejercicio público, sin apertura para reconocerse en las necesidades sociales, sin humildad para asumir errores, orgullosos generadores de desalientos sociales.

El arquetipo veracruzano de la mala gestión municipal, sin demeritar otros muchos más que lo podrían ser, se encuentra en la mismísima capital; Xalapa se ha convertido a los ojos de muchos ciudadanos en un referente de la pobreza en el ejercicio público, de la improvisación gerencial y la soberbia de actores políticos que distan de contar con ideas claras de gobierno, de compromiso democrático, de voluntad para resolver consultando, asumiendo la necesidad de la cercanía social para un buen gobierno.

Xalapa como la capital donde cualquiera puede ser presidente, donde las ocurrencias y la falta de planeación son el ejemplo claro de la banalidad de una administración que solo puede presumir la continuidad de la profundización de los malos gobiernos xalapeños de la última década.

La bella Xalapa que se agobia en los problemas que nunca fueron competencia municipal; la Atenas veracruzana sumida en el abandono de las superficialidad  de quien solo alcanzaba a justificarse con carretadas de dinero en la construcción de una imagen de eficiencia que la terca realidad le refuta día a día.

La desilusión democrática en nuestro país también tiene que ver con la falta de resultados positivos de los quehaceres públicos, de gobiernos opacos, que no rinden cuentas, que no  cumplen la ley.

En los municipios, como el primer contacto de representación pública, se  abona al desencanto social con gobiernos con los que se palpa de primera mano la ignorante y corrupta forma de entender las responsabilidades para los cuales buscaron los cargos, mismos que evidentemente les quedaron muy grandes.

Xalapa es tristemente el modelo de la ineptitud, de la razón del cansancio que sujeta la opinión pública de la crisis de la política, del argumento para no confiar en la democracia, todos los políticos son iguales, mentirosos, corruptos e ineficientes y con ejemplos como los que se han vivido en la capital veracruzana poca defensa se puede dar.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

El Instituto Electoral Veracruzano ni respetable, ni prestigiado, es realmente una vergüenza.

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