EL BRINDIS…
EL BRINDIS…
Hubo muchas cosas que festejar el día de ayer, la primera por ser el ombligo de la semana, las siguientes, por los santos y por los no santos. Y como dijo don Memo Aguirre Fierro, «a cada nueva libación, las penas hallábanse más lejos del grupo y nueva inspiración llegaba a todos los cerebros…». Al no acudir el festejado a la cita, la paradoja del brindis fue por la presencia de su ausencia.
No faltó quien hiciera el BRINDIS chocando las sudadas y refrescantes chelas, a la vez que nos diera la explicación a esta arraigada costumbre:
En tiempo de los romanos, el cuidarse todo mundo de todo mundo, no era impedimento para organizar sus alborozadas bacanales, sólo que se tuvieron que adoptar todas las providencias para no ser envenenados con las bebidas. De ahí que el anfitrión al dar la orden de que iniciara el «chupe», chocaba su repleto tarro con el de los invitados para que al impacto se mezclaran los líquidos y ya con toda confianza se decía: «arriba, abajo, al centro y pa’ dentro» (¡U’ta pa’ amiguitos!).
La expresión BRINDIS, nace de la frase tedezca —se refiere al pueblo alemán— «bring dir’s que se traduce como «te lo ofrezco», o sea, te lo traigo, te convido de lo que tengo, ten, acéptalo; ahí se convidaron los pollos, las tortillas, los chiles rellenos y uno que otro caballo blanco de más de 40° GL sin que nadie se sobrepasara porque se tenía que regresar a chambearle otro ratito, y luego es muy incómodo atender a la clientela (como dijo César Guzmán: «—¡lo que nunca!).
Amigos, un BRINDIS por las que pueden arreglar la casa, hacer la comida y estar en el face al mismo tiempo.
Ánimo ingao…!!!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.
Brindemos con la «extraviada» de don Giussepe Verdi