EL CONTEO DEL HORROR
EL CONTEO DEL HORROR
Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
En un contexto de hiperpolitización de
prácticamente cualquier tema de la agenda pública, lo que provoca casi en
automático la banalización del debate en torno del mismo, el fenómeno de la
desaparición de personas en México resuena como un estallido en el rostro de
una clase política incapaz y frívola.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas
Desaparecidas, al día de hoy existen en México más de cien mil personas
registradas como desaparecidas o no localizadas. Cien mil. Y de acuerdo
con los colectivos de búsqueda y de familiares de desaparecidos, es una cifra
imprecisa y muy por debajo de la cantidad de casos reales.
Se trata de una verdadera crisis humanitaria
como pocas existen en todo el mundo. Sin temor a exagerar, de niveles
catastróficos y de la que, sin embargo, en nuestro país las autoridades y hasta
la ciudadanía prefieren no hablar. Como si no mencionándola desapareciera. O si
no hay de otra, se le aborda soslayándola –“eso siempre ha ocurrido”- o
culpando –como siempre- al pasado, que si bien carga con sus propias responsabilidades,
no exime a las del tiempo presente, que son muchas y ninguna asumida.
El 83.5 por ciento de los cien mil casos
confirmados oficialmente se han registrado en los últimos 16 años, es decir,
desde el sexenio de Felipe Calderón y el inicio de la llamada “guerra contra el
narcotráfico”. Sin embargo, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador
se han registrado 31 mil 520 víctimas de desaparición. Un tercio del total, lo
que desvela que en nada se ha avanzado y además, que este sexenio se perfila
como el más violento de la historia del país.
Los reclamos y súplicas de las familias y las
asociaciones de búsqueda de personas solo encuentran oídos sordos de
autoridades que se olvidaron de sus promesas y compromisos, y que en cambio sus
dichos las han colocado, más que en el terreno de la mera omisión, en el de la
complicidad con los delincuentes.
En estos tres lustros, ha sido el crimen
organizado el principal perpetrador de las desapariciones. Las zonas del país
en las que se ha disputado con mayor ferocidad el control territorial entre las
bandas de delincuentes son las que encabezan las cifras de personas de las que
no se tiene rastro. Hasta la fecha.
Pero, ¿qué se puede esperar cuando el mismo
presidente de México dice que a los criminales más sanguinarios y despiadados
los debe “cuidar” el gobierno al igual que al resto de los ciudadanos? ¿Cuando
a los peores asesinos se les debe tratar con “humanismo” y se le da esa
instrucción a los elementos a cargo de la seguridad pública, que a cambio reciben
ráfagas de plomo?
La cada vez más evidente connivencia entre
autoridades y grupos criminales –que tampoco es nueva, pero nunca había sido
tan cínica- abona a que este dantesco episodio no parezca tener fin. En todo
México siguen desapareciendo personas mientras desde el Estado se lanzan todo
tipo de distractores para intentar ocultar su rotundo y monumental fracaso ante
una tragedia humanitaria nacional que por alguna razón, no ha provocado las
condenas internacionales que merecería.
El conteo del horror se nos está haciendo
costumbre.
El
despojo del Acuario: consumatum est
Como los ladrones, por la noche y en lo “oscurito”,
el gobernador Cuitláhuac García prácticamente “expropió” por decreto el Acuario
de Veracruz para apoderarse de sus recursos. Y como punto extra, se lo entregó
a uno de los políticos más corruptos que ha dado Veracruz en las últimas
décadas: su procurador ambiental, Sergio Rodríguez Cortés.
Cuitláhuac ha dado el paso que le faltaba para consolidarse
como uno de los peores gobernadores de la historia de Veracruz. La caída
–irremediable- será dolorosa.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras