Especial

EL DE ORIZABA…

Comparte

[responsivevoice_button voice=»Spanish Latin American Female» buttontext=»Pulsa para escuchar la nota «]

27 de septiembre de 2019 viernes

Don Tiburcio Gabilondo, de profesión contador y casado con doña Emilia Soler, ubicó su domicilio cerca de la catedral de San Miguel en el primer cuadro de la ciudad de Nuestra Señora de los Puentes como también apodan a Orizaba. Ese 6 de octubre de 1907, loco de contento ante formidable acontecimiento, Tiburcio se puso a repartir puros a sus amigos y a uno que otro conocido, simplemente para dar a conocer que su amada esposa le había dado su primer hijo. La región estaba en calma, después de pasados nueve meses de que el presidente Díaz, sin miramientos y con bayonetas caladas, había masacrado a los obreros textiles de las fábricas de Río Blanco y Santa Rosa. Emilia y Tiburcio, se presentaron ante el registro civil de la misma ciudad para el asentamiento del pequeño y posteriormente consagrarlo a la fe católica con el nombre de Francisco José.

La lucha armada de la Revolución Mexicana, hizo que muchas familias abandonaran sus casas, Orizaba, central obrera, vivía un caos político, pues en tan solo seis años, 15 gobernantes subieron al poder. Francisco José en un caos familiar, también se vio afectado, ya que doña Emilia tomó la decisión de abandonar a su familia para contraer segundas nupcias con un acaudalado terrateniente. 

Don Tiburcio, como nuevo residente de la ciudad de México, abre una librería en la calle de Gante; ahí el bullicioso Francisco José, se distingue por ser un amante de la libertad, y la obligación de asistir a la escuela, gusta nadita. A cambio de eso, cuando descubre al soldadito de plomo junto con la sirenita, cuentos del danés Hans Christian Andersen se convierte en lector empedernido. Se hace amigo de Hansel y Gretel, de los alemanes Jacob y Wilhelm Grimm, así como de personajes de las obras francesas de Julio Verne y Alejandro Dumas, sin que falte la lectura obligada de aventuras piratescas del italiano Don Emilio Salgari.  

Con 16 años y a su regreso a Orizaba, la virtud del aprendizaje fue aliada de Panchito por eso, en las matemáticas, en la geografía, en la astronomía y en la música, fue un autodidacta. Muy joven y con la habilidad de tocar el piano, se lanza a New Orleans a divertirse con el jazz y a raspar suela con el Foxtrot. A su vuelta, es un especialista en hacer arreglos musicales, por lo cual decide establecerse en la Ciudad de México.

Convencer en 1934 al abuelo del Emilito Azcárraga Jean, para que le diera chance de hacer un programa infantil en la XEW, no fue tarea fácil, pero tampoco imposible. Con la imposición del vasto talento que lo acompañaba, le cantó a la niñez mexicana por siete años consecutivos.

Amigos, don Francisco Gabilondo Soler dominó todos los ritmos musicales: el vals, la polka, las marchas, baladas, tangos, blues, y lo seductor de este asunto, es que, a pesar de haber pasado mucho tiempo, hoy en día, muchos abuelos regalamos a nuestros nietos los cuentos y las canciones de CRI CRI, siendo aún un embeleso escuchar la pregunta: ¿QUIÉN ES EL QUE ANDA AHÍ?… ¿O no?. 

¡Ánimo ingao…!

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz. 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *