EditorialOpiniónPedro Peñaloza

EL DELIRIO

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EL DELIRIO

Pedro Peñaloza

“Se puede tomar de compañera a la fantasía,

pero se debe tener como guía la razón”.

Samuel Johnson

La confección del evento del 18 de marzo fue a la vieja usanza de pleitesía a líderes infalibles. El único importante fue el presidente. El Tlatoani, el defensor de la patria, el único repartidor de estímulos económicos para las masas pauperizadas. La salida de Palacio Nacional, partiendo plaza con su cónyuge, saludando, en primer término, a gobernadores que emocionados suplicaban una foto y él cedía con indulgencia.

Su avance es lento, saluda con sonrisa plena a una multitud separada con vallas, que agita banderitas y grita consignas de alabanzas al señor. Pero, cuidado, separados de la muchedumbre se encuentra la zona VIP, ahí, cómodamente sentados los muy cercanos al poder y al afecto presidencial. Ya arriba, en el templete principal, están los miembros del gabinete legal y ampliado. Todos y todas deseosos de que su jefe les obsequie una miradita. Por supuesto, aplaudieron a rabiar el discurso presidencial. Para eso estaban ahí. No tienen otra función. Son utilería desechable.

Las circunstancias eran magníficas. Bajo el pretexto de la conmemoración del 85 aniversario de la expropiación petrolera, López Obrador decidió, otra vez, poner en movimiento a sus estructuras clientelares y corporativas por dos razones: en primer lugar, para competir con el mitin en defensa del INE; y en segundo, para mandar mensajes públicos a sus corcholatas, para reiterar la paternidad del sucesor presidencial. Por ello, revivió a Ávila Camacho y a Francisco J. Múgica. Su pedagogía impositiva es certera. Algunos la entendieron. Está claro que él no se equivocará en la decisión. ¿Las encuestas? ¡Por favor! El añejo tapadísimo presidencial es lo único que vale, por si alguien lo dudaba.

El habitante de Palacio también aprovechó la coyuntura para envolverse en la bandera, ante la iniciativa de un par de vitriólicos representantes republicanos, y gritar algunas consignas patrioteras en “defensa de la soberanía”. Aunque su chovinismo antiintervencionista se agrietó el martes 21 de marzo, cuando en su misa mañanera defendió a su amigo Trump, ante un juicio por corrupción que enfrenta en EU y no por una “relación amorosa”, como soltó el tabasqueño.

AMLO es inconsistente, por llamarlo de alguna manera, se pelea en el discurso con los conservadores y neoliberales, pero va a la convención bancaria a decirles a los dueños del dinero que sigan obteniendo “ganancias razonables”. Sí, a los insaciables capitalistas les pide que moderen sus ganancias. ¡Caramba! Mero oportunismo salpicado de ignorancia. En efecto, estamos viviendo tiempos de delirio, quizá mañana, de locura. Ojalá me equivoque. Mucha atención. Veremos

@pedro_penaloz