El día después
Pedro Peñaloza
“El poder es como el violín, se toma con la izquierda, pero se toca con la derecha”.
David Konzevik
- El día del presidente. En unas horas, AMLO será presidente de México. De acuerdo a lo anunciado y ampliamente difundido, el nuevo inquilino del Palacio Nacional convertirá su arribo al poder ejecutivo en una fiesta de bailes, canciones, vítores y discursos. Sí, a la vieja usanza, a esos estilos del priiato. De nueva cuenta, el presidente será envuelto en elogios y en quema de incienso. El invitado se convertirá por un par de horas en el dueño de San Lázaro, con todas las extravagancias que implica encontrarle virtudes extraterrenales a un solo hombre. Estarán las manos listas para hincharse por los aplausos que le brindarán a cada frase enfática que emita ese dios bajado a la tierra por el mandato de 30 millones de terrícolas. Ahí estarán los matraqueros de siempre, los abyectos que nunca se han ido y los pícaros dispuestos a besar la mano del poder.
La escenografía parece un déjà vu de los viejos rituales que envolvían y sacralizaban el infinito poder del monarca sexenal. AMLO inventó y diseñó su recorrido y sus salutaciones. Le satisface que le rindan pleitesía, que le den bastones simbólicos aunque él no represente ni luche por los intereses de los indígenas, el ego no es nuevo ni inventado, proviene de su ADN, de esa huella indeleble que caracteriza a segmentos de priistas que gozan con el formalismo y las ridiculeces de los abrazos falsos y de las muecas teatrales. En efecto, como antes volverán a desfilar los ejércitos de espinazos dúctiles y solícitos empleados que se acomodarán a lo que diga el “señor presidente”. Claro, los viejos izquierdistas, sinvergüenzas y amnésicos se plegarán al coro de alabanzas y actitudes acríticas que poblarán los círculos concéntricos de un personaje autoritario y religiosamente dogmático.
- La cínica desmemoria. Al nuevo presidente poco le importan las terribles cifras de la inseguridad y las violencias múltiples. Se contenta con hacer lo que tanto criticó de Calderón y Peña, pero ahora sin ningún límite, ni freno. Militarizará el país como única fórmula para demostrar su incapacidad para encontrar salidas transversales y poliédricas. Apostará al efectismo y a la espectacularidad. Cree que repartiendo aspirinas sociales a los desvalidos podrá pasearse por el país sin problemas. Y cualquier obstáculo legal lo resolverá con su bufalada legislativa. Para eso están. Amaneceremos con el mismo país desgarrado por la desigualdad y en los días subsiguientes seguirá igual o peor. Las cifras duras no importan. Que los dioses nos agarren confesados.
pedropenaloza@yahoo.com/ @pedro_penaloz