El diablo me obligó a hacerlo
El diablo me obligó a hacerlo
Por Ary Jarvio
Desde el 2013, Warner Bros ha apostado por la creación de
un universo cinematográfico de terror; y es así como de la mano del director
James Wan, llega a los cines la primera película de la franquicia de El
Conjuro, la cual está basada en los casos de la vida real que han resuelto
los esposos Ed y Lorraine Warren. Este 2021, llega a los cines la tercera
entrega de esta franquicia bajo el nombre El diablo me obligó a hacerlo,
pero esta vez con Michael Chaves (La maldición de La Llorona, 2019) como
director.
La cinta habla sobre el caso de Arne Johnson, quien en la
década de los 80’s asesino a una persona apuñalándolo 22 veces bajo la
influencia de una posesión demoníaca. Este caso se convirtió en el primer
juicio por asesinato en Estados Unidos en el que se alega la posesión demoníaca
como defensa, lo que lleva a los Warren a ayudar en la resolución de este. Conforme
va avanzando la película, vamos descubriendo un poco más del ocultismo.
Al final del primer acto, tengo que reconocer que me
intrigó el hecho del como llevarían la transición del terror al thriller, ya
que la premisa da paso a experimentar con ambos géneros, es más nos ayudaría a
ilustrarnos un poco mejor de que es lo que se procede en estos juicios, cuando
la frase “el diablo me obligo a hacerlo” entra como defensa. ¿Cuáles son las
acciones de la policía, los abogados, el juez, los investigadores, etc.?
Sin embargo, conforme iba avanzando la historia esa
intriga iba desapareciendo, y no tanto porque me la estuvieran resolviendo, si
no porque a partir de la mitad, empieza a ser un collage ya que no logran
embonar las piezas que nos plantearon a lo largo del filme, además de pasar del
terror, al thriller, a la fantasía oscura y finalizar con el romance.

Esta tercera entrega de El Conjuro está basada en
el Juicio de Arne Cheyenne Jonhson, el cual se llevó a cabo el 24 de noviembre
de 1981 en el Tribunal Superior de Connecticut, el cual se conoce como “El
Diablo me hizo hacerlo” y en el cual, los demonólogos Warren apoyaron en la
investigación. Sin embargo, a pesar de estar basada en un caso real, al igual
que sus dos antecesoras, le echaron tanta crema a sus tacos que, llegó el
momento en llega a confundirse con una película de fantasía oscura, dejando de
lado el thriller que en un momento pensé que iba a suceder.
Desde el inicio de la película te percatas del cambio de
director, mientras James Wan trata de mantener el misterio y generar esta
sensación de angustia y alerta, Michael Chaves es más abrupto y se deja llevar
por lo fantasioso. Aunque ambos, saben en qué momento emplear los jumpscares.
Esta franquicia de terror ha logrado lo que pocas, y es
crear una pareja cursi e icónica en la industria del cine y me refiero a Ed y
Lorraine Warren, quienes a lo largo de las películas van profundizando en su
relación, y cada vez hacen que vomitemos arcoíris. ¿Quién diría que por una
película de terror me devolviera las esperanzas en el amor?
Algo que me sorprende, es que, a pesar de que la película
tiene muchos errores, es disfrutable y te mantiene entretenido durante sus 111
minutos de duración. Pero, personalmente me quedo con la primera.
Calificación: 2.5 /5⭐