EL DOLOR DE LOS MIGRANTES
EL DOLOR DE LOS MIGRANTES
Martín Quitano Martínez
“Entre un
gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente
hay una cierta
complicidad vergonzosa”.
Víctor Hugo
Los problemas de nuestro país
parecieran estar dándose, viviéndose y mirándose desde la indiferencia de
muchos y la complicidad de otros muchos;
desde la incapacidad institucional y la insolidaridad social; desde la bajeza
de gobiernos y actores políticos y la mirada aterrada de una ciudadanía que prefiere
no ver; desde la lucha y exigencia de sectores angustiados por los derroteros
en los que habitamos y el desprecio gubernamental de su responsabilidad para
encontrar soluciones.
Es triste que se ha vuelto
habitual observar cómo se continúa, se profundiza, en un curso negativo,
opuesto a las circunstancias que en 2018 movilizaron con esperanza a millones
que mostraron su rechazo, pensando dar cauce a nuevas y distintas oportunidades
para cancelar las impunidades, arbitrariedades y saqueos de clases políticas
que asumieron sus quehaceres para fines mucho muy lejanos de las necesidades de
las mayorías. Es triste que este curso que ahora vivimos, se parezca tanto al
que no queríamos, más aún que en ocasiones llega a ser peor que aquél.
Desconsolador es también presenciar
sin entender por qué, tanto de lo que se planteó como consigna y motivo de
lucha de nuestra larga travesía democrática, aquello que dio pauta a la configuración de
instituciones y reglas, es ahora objeto del acoso presidencial y de su
destrucción desde lógicas “mayoritarias”. Se impone la violación de principios
básicos de convivencia democrática y reconocimiento de minorías, de diálogo que
construya en la pluralidad largamente peleada.
Hoy esos logros alcanzados son
desechados bajo afanes autoritarios y de posesión de verdades absolutas,
posiciones que rememoran consignas de lo más rancio y putrefacto de nuestra
historia política como ese de “tener todo el pinche poder”.
Lo habitual es mirar con
estupor la falta total de empatía de los que se dicen distintos para con los
pesares sociales, que se niegan pero que allí están, creciendo como grandes
losas a pesar de la indiferencia gubernamental. Allí quedarán para pasar lista
de presente algún día ante la historia. Y es que cuando se responden risas
burlonas ante las tragedias y las críticas sociales, cuando se descalifica, se envilece
la discusión necesaria y se muestra la verdadera naturaleza de un modelo
político soberbio, intolerante y deshumanizado.
Los ropajes de la cercanía
social, de la pulcritud cívica, de la voluntad democrática que cubrían los
imaginarios de la ilusión ofrecida, se han vuelto harapos que desnudan a
personajes descompuestos, que insisten en la simulación y la retórica
moralizante que dista mucho de poder referenciarse en ellos, en sus actos
enfebrecidos de poder, hinchados de ambición y petulancia, de ignorancia
supina.
Es indignante y es muestra de
la lejanía del ejercicio del que se dice un gobierno humanista, el dolor de los
sucesos de Ciudad Juárez con los migrantes prácticamente asesinados en un
centro de retención donde no solo ardieron sus cuerpos, ya que también ardió el
discurso y las políticas “solidarias”. Se quemó la perorata del espíritu y
sueño Bolivariano con la revictimización de que fueron objeto, con el abandono
con el que son tratados miles de migrantes, incluidos mexicanos, ennegreciendo aún
más los discursos malolientes con los que ufanos siguen arengando quienes
gritan “al ladrón” buscando esconder su rostro
y sus acciones .
Lo sucedido en Ciudad Juárez es
clara muestra de los horrores cotidianos de la política migratoria nacional
violatoria de los derechos humanos que busca ser ocultada con las pasarelas de
corcholatas, con las mañanas cargadas de mentiras, con los chistes y las risas
indolentes y macabras de quienes aspiran a decir descarnadamente que el show
debe continuar.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Detrás de los planes
A, B, C, se esconde el plan M, el del Miedo.
twitter: @mquim1962