EL DOS DE JUNIO
EL DOS DE JUNIO
Por
Rafael Rojas
Cuando
México obtuvo su libertad frente al yugo español no sabía ser libre. El siglo
XIX fue de muchos problemas, sobre todo de carácter económico e inestabilidad y
desigualdad social. Fueron muchos hombres los que lo gobernaron y algunos
aportaron lo mejor de sí mismos, pero no era suficiente, algo faltaba y los
conservadores se enaltecían con privilegios de los que no gozaban la clase
liberal. Fue hasta que llegó ese jovencito que se atrevió a protestar en contra
de la dictadura de Antonio López de Santa Anna, el mismo adolescente que se
convirtió en soldado para expulsar a los franceses de territorio mexicano con
la espada en la mano. El general que protegió a Juárez, aunque este jamás le
mostro la mínima gratitud. El mismo hombre que tomó por los cuernos a un
cerrero país llamado México, para apaciguar su turbulencia, para domarlo como
no lograron hacerlo sus antecesores, el resultado más de treinta años de paz
porfiriana al suelo mexicano. Abrió las puertas del progreso, para que el mundo
conociera a México y vinieran la inversión extranjera a invertir a este país y
sacarlo del rezago. Un hombre que pese a lo que se diga y se cuente si amó a su
país, tenía un proyecto de nación y era necesario perpetuarse en la silla presidencial
hasta conseguir, o al menos mostrarle el camino que debería de seguir. Se hizo
una revolución que finalizó con la paz social, vinieron las guerras cristeras.
Siguió por mucho tiempo el presidencialismo militar y se fortaleció una
dictadura partidista. En fin, el siglo XX fue de devaluaciones y recesiones
económicas que aún no finalizan, entre un sinfín de graves problemas.
En
el tercer milenio se sintió una esperanza con el cambio de partido en la
presidencia, pero no surtió el efecto que se esperaba. En estos momentos la
sociedad parece desbordarse en sus pasiones y deseos sin respetar las leyes que
regulan el tejido social. No se sabe hasta donde se va a llegar, los idealistas
y soñadores desean que nazca un hombre con los atributos de un Porfirio Díaz
Mori, con la misma fuerza para sofocar la delincuencia y la corrupción. Con el
talento de un estadista que vuelva a señalar el camino del progreso, y con amor
a su país para embellecerlo.
El
domingo dos de junio es un día histórico en la historia de México, sea quien
sea la favorecida en las urnas, será una mujer la que se ciña la investidura de
este país, ¿en verdad lo merecerá? El futuro lo determinará. Por lo pronto se
espera que salgan los ciudadanos a ejercer su libertad de votar por sus gobernantes,
para que sea la democracia que tanto se pregona y se sueña la que
verdaderamente se proclame vencedora.
elrojascolorado@yahoo.com.mx