EL FARO
CINERGIA
Por: Pablo Contreras Sánchez
Ha sido una década extraña; a principios de ella, Robert Pattinson era el ídolo adolescente del momento, estrella de la infame saga ‘Crepúsculo’ y blanco favorito de las burlas de snobs cinematográficos y machos wannabe por igual, pero ahora, el británico se ha convertido en un respetado actor de cine independiente y figura de culto entre esos mismos snobs gracias a los papeles que ha interpretado desde Edward Cullen. Oh, y hablando de vampiros, también está próximo a ser Batman.
Pattinson se las ha arreglado para cambiar su reputación gracias a personajes cuya prístina apariencia suele esconder algo debajo, que por lo general, es un montón de oscuridad. Eso no solo lo hace perfecto para encarnar a Bruce Wayne, sino también extremadamente impredecible y entretenido en cada proyecto que estelariza. Yo me hice fan después de verlo en ‘Good time: Viviendo al límite’ (hablaremos más sobre ella cuando se estrene ‘Diamantes en bruto’ a finales de mes) pero desde que estalló la noticia de que él sería el siguiente en portar el manto del murciélago, me he percatado de que aún tiene muchos detractores. Quizá su próximo rol protagónico en ‘El faro’, el segundo largometraje del aclamado director Robert Eggers (‘La bruja’) pueda hacerles cambiar de opinión… o en el peor de los casos, hundir más el barco.
La dirección de ‘El faro’ es magistral, y su estética, impecable: la fotografía es inmaculada, y en conjunto con la relación de aspecto 1:19:1, hace de ciertos fotogramas (en particular aquellos panorámicos) una suerte de pinturas en movimiento; el diseño de producción recrea fielmente a la época, además de dar a la película una apariencia desordenada y sucia que decae junto con los personajes; el montaje pasa de lo lento y atmosférico al frenesí total, y finalmente, la banda sonora y diseño de sonido nunca dejan de elevar la tensión, ni fallan en poner los pelos de punta.
Los paralelos más fáciles de trazar entre esta película y alguna otra obra existente son con ‘El resplandor’ de Stanley Kubrick, no únicamente gracias a sus premisas similares (perder los estribos después de estar encerrado por mucho tiempo en algún lugar recóndito, la conocida como ‘fiebre de las cabañas’) sino también gracias a la composición de sus encuadres, tono, ambigüedad y atmósfera, que rinden homenaje al legendario director. Adicionalmente, ‘El faro’ contiene un par de referencias visuales bastante directas al clásico de Kubrick, incluyendo a uno de sus personajes persiguiendo a otro con un hacha mientras cojea. Sin embargo, todo eso se hace al tiempo que el filme logra mantener una voz y personalidad propia, concediendo acceso a Robert Eggers a la afortunada lista de directores promesa del terror que logran hacer su segundo largometraje tan bueno como (sino es que superior a) su debut. No importa si prefieres ‘La bruja’ o esta película, ambas piezas de arte se complementan maravillosamente.
El guion, escrito por el propio Robert y su hermano Max Eggers, está repleto de simbolismos y es ambiguo por diseño. A ‘El faro’ se le han atribuido ya múltiples interpretaciones, las cuales van desde el capitalismo, hasta la masculinidad y homosexualidad reprimida, pero no existe respuesta definitiva sobre de qué trata realmente. Este es el tipo de historia que te deja perdido después de un primer visionado, tratando de recolectar toda la información recibida en tu cabeza, amén de darle sentido a lo que acabas de ver, pero por fortuna, lo visceral de la experiencia previene que la labor de analizarla sea frustrante y acaba motivándote a revisitarla; se trata, sin duda, de una película que será analizada a detalle en escuelas de cine, y utilizada como ejemplo para estudiar las infinitas posibilidades del género de terror.
Lo siguiente ya lo sospechaba desde ‘Good time’, pero con ‘El faro’ lo confirmo: Robert Pattinson no le tiene miedo a nada. Como actor, no ha hecho sino elegir papeles que lo empujan hacia sus límite físico y mental, pero quizá ninguno como el de Ephraim Winslow. En esta película (como en ‘Good time’) Pattinson renuncia a todo el glamour que lo caracterizó en sus años de rompecorazones para hacer cosas en pantalla que la mayoría de sus contemporáneos pensaría dos veces antes de llevar a cabo, si no es que acaban rechazándolo por completo. Su versatilidad y nivel de compromiso para retratar la decadencia moral y psicológica de los personajes que interpreta es excepcional (algunos han ido tan lejos como para proclamarlo una especie de mini-Daniel Day-Lewis) y caray, siéntanse libres de estar en desacuerdo, pero creo que este es el primer actor seleccionado para encarnar a Batman que también podría interpretar sin problemas al Guasón.
Pero el excelente trabajo de Pattinson no sería tan efectivo de no ser por Willem Dafoe, y es que además son ellos dos quienes cargan con el peso dramático de la película en sus hombros, al ser los únicos actores que vemos en pantalla por el noventa y ocho por ciento de la misma. Pero volviendo a Dafoe, el veterano actor es morbosamente carismático en su papel del viejo marinero Thomas Wake, con una presencia e identidad que se mantiene como uno de los misterios más grandes del filme, siendo un dolor de cabeza tan grande para el personaje de Pattinson, como un enigma para la audiencia.
VEREDICTO:
‘El faro’ es lo más cercano que existe a ‘El resplandor’ para esta generación: un paulatino y surrealista descenso hacia la locura que me mantuvo tan confundido, como irremediablemente fascinado de principio a fin. Una poética y estilizada pesadilla que cuestiona la cordura de sus personajes tanto como la del espectador, con una atmósfera inquietante y dos actuaciones memorables que te estremecerán y sacarán una que otra risa nerviosa.
Podrá no ser una película para todos, gracias a naturaleza extrema de su contenido, ambigüedad y la ausencia de una trama convencional, entre muchas otras de sus (brillantes) decisiones artísticas, pero para aquellas y aquellos que disfrutamos de vivir experiencias intensas e inusuales en la sala de cine, apreciando los méritos de un clásico en ciernes, estas son aguas turbias en las que vale la pena sumergirse.
CALIFICACIÓN: 5/5 estrellas.