EL FUTBOL EN SÍ MISMO ES UNA NOVELA: JUAN VILLORO
EL FUTBOL EN SÍ MISMO ES UNA NOVELA: JUAN VILLORO
Israel Sánchez
Agencia Reforma
Ciudad de México 15 febrero
2024.- Como salidos de un western, aunque solo uno de ellos dispare y el otro
esté obligado a atajar, dos futbolistas se juegan, cara a cara, el destino de
sus equipos desde la circunstancia dramática de la pena máxima.
«Esa confrontación no deja de ser un
enigma permanente del futbol», afirma en entrevista el escritor y
periodista Juan Villoro, en cuyo último relato pambolero, No fue penal: Una
jugada en dos tiempos (Almadía, 2023), la gloria o el infierno también se
define desde los 11 pasos.
Pero Villoro (Ciudad de México, 1956) no
centra la atención del lector en esa jugada decisiva para este partido en
edición de bolsillo, sino en lo que representa para dos personajes que lo
atestiguan todo desde fuera de la cancha: el técnico Pepe López Martínez,
«El Tanque», y Valeriano Fuentes, antiguo crack ahora encargado del
videoarbitraje (VAR).
«Es la historia de dos amigos que fueron
íntimos y jugaron en el mismo equipo, y el destino los enfrentó en una jugada
fatal que destruyó la carrera de ambos: accidentalmente, uno fracturó al otro.
Y, muchos años después, estos amigos se vuelven a encontrar, ya distanciados
por la vida, ante otra jugada fatal, uno como entrenador de un equipo que se
juega el descenso, y el otro, como videoárbitro que puede sancionar las jugadas
de ese equipo.
«Entonces, me pareció muy interesante
recrear la vida de dos personas a partir de estas dos jugadas: una que tuvieron
como protagonistas dentro de la cancha, y otra que vuelven a tener uno como
entrenador y otro como videoárbitro. Y, desde el punto de vista literario, para
mí era muy sugerente contar las dos versiones de lo mismo», detalla el
también autor de Balón dividido y Dios es redondo.
Se trata, pues, de un paseo narrativo por
universos interiores, por los vericuetos mentales que los propios Valeriano
Fuentes y «El Tanque» recorren en esos últimos 45 minutos en que las
acciones de los 22 en el campo –más los árbitros– terminan por atizar lo
mismo el duelo por aquella fractura «accidental» que una vieja
rivalidad amorosa.
«A mí me parece muy importante, cuando
uno aborda el futbol desde la literatura, la posibilidad de entrar en la vida
privada de los jugadores. Porque las grandes jugadas tienen una vida
secreta», remarca Villoro.
«Muchos de los futbolistas,
inevitablemente, se dejan afectar por sus ilusiones, sus frustraciones, sus
odios, sus pasiones. Entonces, el futbol es también una cosa mental»,
prosigue el miembro de El Colegio Nacional, cuyos protagonistas ponderan sus
propias motivaciones. «Esa vida íntima de las jugadas era lo que yo quería
también expresar en este librito».
Aunque el título pareciera aludir al infame
clavado del holandés Arjen Robben que dejó a México fuera del Mundial de Brasil
2014, si hay un pasaje futbolístico que inspire esta obra en realidad es la
fractura que sufrió Alberto Onofre en vísperas del Mundial de 1970, celebrado
aquí en el País.
«Mi generación se enteró de que existían
la tibia y el peroné porque Onofre se fracturó esos huesos», recuerda
Villoro a quien entonces fuera el jugador más importante de la Selección
Mexicana, cuya lesión arrancó de tajo los sueños de quienes esperaban una
actuación destacada de los locales en el primer Mundial que se albergaba en el
País.
Años después, cuenta el autor, leyó en un
libro de Agustín del Moral que aquella fractura no solo terminó con la carrera
de Onofre, sino con la del defensa con el que había chocado, Juan Manuel
Alejándrez; «esa jugada circunstancial, porque no fue intencionada, fue un
resbalón con la cancha mojada, había truncado dos carreras, es decir, dos
vidas».
«Y me pregunté qué pasaría si esas
personas se volvieran a encontrar muchos años después en otra jugada decisiva,
ya retirados como futbolistas pero en circunstancias todavía vinculadas con el
deporte: uno como entrenador, otro como videoárbitro», refrenda Villoro,
quien además incorpora al relato frases de figuras como Marcelo Bielsa y Javier
Aguirre, y hasta una anécdota con el astro argentino Gabriel Batistuta.
«En fin, hay elementos de la realidad
incorporados a la ficción. Porque el futbol en sí mismo es una novela; el
futbol es una narración continua llena de mitologías, de anécdotas, etcétera.
Entonces, pues yo simplemente le agrego unos cuantos misterios al futbol que,
en cierta forma, se narra a sí mismo».
El VAR, la violencia y otros
males
Un tema contemporáneo que Juan Villoro deseaba
abordar en No fue penal, y que dicho título casi permite adivinar, es el del
VAR, herramienta que a decir del narrador ha perjudicado al futbol.
«La FIFA ha tratado de lavar su imagen y
los escándalos de corrupción con un sistema de jurisprudencia aparentemente más
objetivo. En vez de investigarse a sí misma, la FIFA lo que hace es poner un
ojo clínico sobre la cancha, pero este ojo también es susceptible de ser
interpretado», refiere.
De ahí que sea tan frecuente en los partidos
que una jugada se sancione por el VAR después de varios minutos de revisión,
con una perpetua insatisfacción ante las diversas posibilidades que ofrecen los
ángulos distintos de las cámaras; «simplemente el error no se evita, sino
que tan solo se retrasa», dice Villoro.
«Y, además, esto le quita al futbol una
nobleza que tenía, y es que aceptaba el error humano. El futbol era el deporte
más sencillo en cuanto a reglas, y que admitía la posibilidad de que el árbitro
se equivocara, en ocasiones a favor, en ocasiones en contra, pero fue sumamente
divertido incluyendo este factor humano».
¿Ha perdido el futbol en tanto un gol mítico
como «La mano de Dios» no sería posible en la época del VAR?
La picardía también forma parte del futbol.
Uno de los goles más famosos de la historia, el de «La mano de Dios»,
fue realmente una estafa ingeniosa que hizo Diego Armando Maradona. (…) Yo
creo que, para el futbol, el engaño y la picardía son mucho más importantes que
la objetividad.
En ese mismo partido, Maradona metió el gol
legal más impactante de todos los Mundiales; creo que su trayectoria se hubiera
visto empañada si solamente tuviera el gol legal más impactante y no el gol
ilegal más impactante. Eso también forma parte, o ha formado parte, del juego.
Pero ya no, ahora está prohibido.
Además de la influencia que actores de reparto
como los árbitros y los periodistas suelen tener en este mundo, otro gran tema
en este volumen –presentado este jueves en compañía de Roberto Gómez Junco en
la Librería Gandhi Mauricio Achar– es el de la afición apasionada y llena de
cábalas y ritos, y hasta el de la incursión del crimen organizado.
«Hemos visto circunstancias terribles
como la trifulca en el Estadio Corregidora de Querétaro hace un par de años en
donde participaron personas a las que se asocia con distintos grupos del crimen
organizado. En fin, quería yo también actualizar este tema (la fractura de Onofre)
con algunos de los desastres contemporáneos que tenemos como el VAR o la
violencia en las gradas», expone Villoro.
Finalmente, y como lo ha dicho en otras
ocasiones, Villoro percibe esa violencia como consecuencia de un deterioro
progresivo en el futbol mexicano detonado por directivas que, en total
desprecio a la afición, han reducido este deporte a la mera especulación
económica.
«En este contexto de deterioro, ¿por qué
el aficionado se va a portar bien si todo está hecho para que la gente abuse?
Es, simplemente, un espectáculo en función de la rapiña», condena el
escritor.
«Entonces, yo digo que los males del
futbol no están en la cancha, tampoco están en las tribunas, están en los
palcos de los directivos».
Mala idea, Mundial compartido
Luego de haber sido sede de la Copa Mundial en
dos ocasiones, en 1970 y 1986, México merecería albergar una tercera, opina
Juan Villoro.
«Desgraciadamente, vamos a ser un actor
de reparto, una comparsa, en un Mundial que fundamentalmente es de Estados Unidos»,
estima el escritor y periodista acerca de la copa de 2026, donde México y
Canadá albergarán menos juegos que la nación de las barras y las estrellas.
«Creo que es una pésima idea el tener
desplazamientos tan largos; va a haber condiciones climáticas y de altura muy
diferentes entre las distintas sedes; los traslados podrían ser agotadores, hay
demasiados equipos. Está pésimamente pensado el Mundial en tres países y en un
territorio tan extenso. Pero, bueno, ya sabemos lo que es la FIFA y cómo toman
decisiones por razones económicas y políticas, y no deportivas».
Lo cual deja al autor sin mayor expectativa
que disfrutar los juegos que se realicen en el territorio nacional, con la
esperanza de que sean buenos duelos, aunque su organización le confirme que
«con el futbol pasa lo mismo que con las telenovelas: para qué hacerlo
bien si se gana tanto dinero haciéndolo mal».