El gran escape
Martín Quitano Martínez
Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar
puede el hombre escapar a la sentencia de su destino.
Esquilo de Eleusis (525 AC-456 AC) Poeta trágico.
Seguramente millones de veracruzanos esperamos que lo detengan a él y a varios más que fueron artífices primordiales de muchas de nuestras dolencias sociales por el quebranto financiero que nos impusieron con su ambición, pero por ahora el gobernador con licencia es el centro de los mayores señalamientos, de la denostación acreditada por la rabia social bien conseguida.
Ahora prófugo de la justicia, se ha convertido públicamente en el referente del desprecio social que se tiene para con toda la clase política sin distingos; el daño de los últimos años en Veracruz no solo deriva del discrecional manejo de las finanzas públicas y su privatización o con el sentimiento de debilidad y temor ante la inseguridad o la violencia, hay un daño más profundo hacia el frágil entramado social y a nuestra vida cotidiana que de forma grotesca tiene que ver con el cinismo y la desvergüenza de estos sujetos que identificaron su leitmotiv en el saqueo y el robo, en la omisión e indiferencia hacia sus responsabilidades, en la destrucción sistemática del concepto de servicio público.
La previsible huida del ladrón se ha convertido en la muestra de las componendas y tapaderas que la opinión pública asegura existen desde el gobierno federal, omiso e irresponsable y los socios veracruzanos. Escudados en el cumplimiento del “debido proceso”, el área responsable federal abrió los suficientes tiempos para que ocurriera el gran escape al estilo Kaplan VIP; la lectura social es elemental por su contundencia, lo dejaron ir y más allá de su posible captura en el futuro queda claro hasta ahora la complicidad en la escapatoria.
Como entender que un personaje señalado ampliamente de delitos graves pueda huir, desaparecer sin que los sistemas de justicia, de inteligencia, no hayan generado el operativo de vigilancia mínimo para que esto no sucediera, la respuesta es muy fácil aunque tiene dos vertientes ambas imperdonables: son muy incompetentes o existe una confabulación tan miserable y notoria que ofende a la inteligencia.
Las evidencias que sobre las malversaciones se han documentado y que encuentran directos responsables con nombre y apellidos parecieran estar siendo dejados de lado ante el personaje mayormente señalado, sin embargo esto no puede ser así, el reclamo social por la legalidad es claro, que se castigue a todos los involucrados y que se embarguen los patrimonios mal habidos, que sus fueros y relaciones no los protejan y que se siente un precedente que rompa con la impunidad.
La cloaca destapada es de proporciones mayores y sigue en aumento, por cualquier lugar brotan datos purulentos que consolidan el rumor social de la magnitud de los atracos y pareciera que aún no tocamos fondo. Ahora sabemos que su organización criminal inició desde el primer mes en el encargo y seguramente solo fue la continuidad de sus operaciones en los años anteriores.
Ante este escenario de podredumbre, cinismo e impunidad, como evitar que se genere un ambiente de descalificación generalizada de la política y los políticos, es entendible que ante esta pandilla de ladrones con cómplices fuera y dentro de Veracruz, fuera y dentro del país, se perciba a los políticos como el ejemplo de lo que no debe ser.
Sin embargo la generalización es una ruta peligrosa porque si la apuesta social se queda sin más en que todos son iguales y en que el quehacer político solo es el reducto de los malhechores, posiblemente se está cancelando la oportunidad de recomponer la situación al inhibirse la participación ciudadana y alejar del escrutinio público a una sociedad harta y lastimada que por todos los problemas debería ser protagónica de los cambios que se requieren.
Hoy más que nunca hay que vencer el agotamiento, el asco y el pesimismo que generan estas circunstancias, la autoridad debe ofrecer y abrir los espacios para involucrar a la ciudadanía en las decisiones de gobierno, pero los ciudadanos debemos ocuparlos y ampliarlos para tomar la responsabilidad de convertirnos en sujetos de las transformaciones, en vigilantes activos que cancelen a los Fideles, Duartes y demás personajes que han aprovechado la debilidad de la participación y compromiso ciudadano como el espacio y momento oportunos para el saqueo.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En Veracruz no se pide que se unan los partidos políticos, tan solo que acuerden lo básico para sacarnos del desastre.