El Guardaespaldas
COMENTARIO EDITORIAL
El Guardaespaldas
Pedro
Peñaloza
“El intento de combinar sabiduría y poder
rara vez ha sido exitoso y sólo por un corto tiempo”.
Albert Einstein.
El
ciudadano presidente ha insultado y subestimado a 10 ministros de la
SCJN. En efecto, López Obrador sostiene que el único personaje que puede
llevar a cabo un cabo la reforma al Poder Judicial es únicamente un hombre (no
un equipo o instancia), y este es el ciudadano Arturo Zaldívar, actual
presidente de la SCJN. Con notable torpeza e insensibilidad, el ex Jefe de
Gobierno, atropella a quienes él propuso para ocupar un asiento en esa
instancia judicial. Y, en contraste, le ve cualidades a un ministro, que
en 2009 propuso Felipe Calderón, villano favorito de Palacio Nacional.
No importa
que una reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, añadida
subrepticiamente, viole el artículo 97, apartado cuarto, de la Constitución, el
cual define con claridad el mecanismo para elegir al presidente de la
Corte. Sin importar lo que diga la Carta Magna, lo único que le interesa a
AMLO es que Zaldívar encabece otros dos años a la SCJN. Este acto sería la
señal de un poder judicial en deuda y sometido a los mandatos presidenciales,
como ya lo es el Legislativo que no se atreve ni a quitarle una coma a los
caprichos del tabasqueño.
Pero, más
allá del lamentable papel de subordinación del susodicho ministro, existen
intereses concretos y sustanciales que le interesan de sobremanera al gobierno
federal. De entrada, ya vimos como Zaldívar y sus compañeros de viaje le
enmendaron la plana al tabasqueño en su iniciativa para enjuiciar a los ex
presidentes. Su permanencia tiene explicaciones umbilicales con la
autollamada 4T. Los principales proyectos que sustentan al gobierno están
en manos de la SCJN, hablamos del Tren Maya, la Guardia Nacional, el aeropuerto
Felipe Ángeles, la política energética y eléctrica. Todos con juicios de
amparo, controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad, que
están pendientes de resolver y que sufren dilación deliberada.
La
maniobra es evidente. López Obrador necesita un fiel cancerbero en la
SCJN. No confía en sus enviados a dicha institución. Los ve
pequeños. Con la ampliación de dos años de Zaldívar se cuida las espaldas
hasta el 30 de septiembre de 2024, fecha de conclusión del gobierno de
AMLO. Además, el ministro todopoderoso, terminaría el 30 de noviembre su
encargo. Por si algo se ofrece. Nada de reforma “moral” o la perorata
que tanto enfatiza AMLO cada mañana: “no somos iguales”. El interés de su
permanencia es muy concretito: un guardaespaldas judicial con salario alto y
con poca vergüenza. No More.
pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz