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El impulso del acoso

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El impulso del acoso

Por Salvador Muñoz


En un vistazo en las redes sociales, me encontré con un comentario del abogado Luis Paz Morán, quien platica lo siguiente: 

“En mi actuación profesional, tuve un cliente que estaba detenido en la entonces oficina del Ministerio Público, y le pregunté:

–Si tienes en tu casa más de veinte bicicletas que no puedes vender, ¿para qué sigues robando más?

Y de manera increíble o creíble que contesta:
–No lo sé, pero cada vez que veo la oportunidad, algo me impulsa a robarla pese a que mi familia me regaña y mi madre hasta me da de tablazos…”

La historia del abogado de Trabajadores, Mujeres en Problemas Familiares y de Empresarios con Problemas Fiscales (así se anuncia), me recordó hace poco una pregunta de la Mujer:

–¿Será una enfermedad el acoso?

–¿A qué viene la pregunta?– le respondí y entonces me dijo que era por el tema de Pedro Salmerón, “candidato” del Presidente López Obrador a ocupar la embajada de México en Panamá y quien en 2019, fue expuesto por alumnas del ITAM, por acoso sexual.

A mi juicio, le dije, quien acosa es porque siente o ejerce de un modo u otro, poder sobre su víctima o bien, abusa de la jerarquía concedida.

Por otro lado, cuando hay señalamientos contra el depredador y éste es reiterativo en su comportamiento, es porque hay solapamiento, hay protección, se siente cobijado, hay de cierto modo, complicidad por el silencio ante el acto… en pocas palabras, hay de todo, menos castigo… Para ser más claros: hasta donde hemos visto en este gobierno de Cuarta y en otros anteriores: el machismo no se sanciona, se premia o se protege.

En la secretaría de Gobierno, donde hubo serios señalamientos de este tipo de comportamiento (en el que ya me puso a pensar la Mujer si sólo tendrá injerencia en la seguridad –porque está tipificado– o raya igual en la salud mental del depredador) es fecha en la que no se sabe qué pasó con la víctima, si tuvo un final feliz la valentía de denunciar vía la diputada Anilú Ingram, o la pesadilla continúa.

Por cierto, déjeme terminar el comentario del abogado Luis Paz Morán sobre ese cliente que era dominado por sus impulsos para robar.

Recuerde que su familia le ponía regañizas y la autora de sus días le daba tablazos… pues el abogado concluye su historia diciendo que “después de tanto y tanto tiempo, ¡ahora es un buen oficial electricista! ¿Qué pasará en esas mentes?”

No es que sea, pero pareciera entonces que para que se controlen “los impulsos” de un acosador, es necesario que haya “tablazos”, traducidos éstos en sanción, en castigo, en la aplicación de la Ley, y si bien es seguro que haya casos donde se haya “ajusticiado” a un depredador, al menos esa sensación de vacío que deja un Félix Salgado Macedonio, un Pedro Salmerón o una secretaría de Gobierno en Veracruz, abre una percepción de que el acosador sigue teniendo manga ancha para darle rienda a sus impulsos cada vez que la oportunidad se presente…



smcainito@gmail.com