Ars Scribendi

El inodoro

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Rafael Rojas Colorado

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx

 

 

 

 

 

Amable lector, hoy le voy a contar sobre una de las necesidades que dio cierta comodidad a las familias que vivían en los barrios que carecían de drenaje y agua potable: el inodoro de fosa.

En el patio o solar, a unos quince o veinte metros de donde terminaba la casa, se excavaba con pico y pala un hoyo de aproximadamente 2 m. de largo, 60 cm. de ancho y 2 m. de profundidad; se le atravesaban tres vigas, sobre las que se adaptaba una especie de cajón, al cual se le hacían dos hoyos en forma acorazonada. El cajón solía ser diseñado por un carpintero; regularmente éste visitaba la casa que solicitaba sus servicios, observaba disimuladamente el físico de los miembros de la familia para calcular el diámetro de los hoyos que debería trazar. La altura del cajón fluctuaba entre los 40 y 45 cm.; de esta forma dos personas a la vez iban a satisfacer su necesidad. Entretanto, había quienes acostumbraban fumar un cigarro.

El inodoro se cercaba con madera y un rústico techo de lámina y, alrededor, en el patio de la propiedad, matas de café y pequeños árboles, sin faltar el corral de las gallinas y el ladrido de los perros. En fin, toda una atmósfera rural.

Por las noches, para evitar salir a la intemperie, corriendo el riesgo de agarrar mal aire o el de ser asaltado por ladrones que aprovechaban la oscuridad para sustraer gallinas, se usaba la bacinica. En las casa ricas, por las mañanas, la servidumbre se encargaba de retirar de las recamaras las bacinicas y asearlas; en el resto, no había más que hacerlo por cuenta propia.

El inodoro de hoyo fue una necesidad en una época que mediaba el siglo XX en virtud de que el pueblo carecía de drenaje y una buena red de agua potable, razón por la cual tales excusados resultaron indispensables. Pero en con la evolución llegaron los inodoros ingleses, que hasta la fecha ofrecen más comodidad y mejores medidas higiénicas. Estas formas de vida son parte de aquel paisaje costumbrista al que hoy sólo alberga el recuerdo, cuando evoca a un pueblo que se transformó en ciudad.

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