El Instituto Veracruzano de las Mujeres es de todas
El Instituto Veracruzano de las Mujeres es de todas
Sabedora
de que #LaAgendaDeLasMujeres se lee más allá de las fronteras estatales y
nacionales, hoy situaré mi análisis en el plano local, cierta de que es una
realidad por la que atraviesan las instancias de las mujeres en otras
geografías.
En 1995
se celebró en Beijing, China la Cuarta Cumbre Mundial de las Mujeres, de la que
emana la Plataforma de Acción a través de la cual la ONU convocó a las naciones
a implementar políticas públicas para transversalizar la perspectiva de género
al interior de cada país, requiriendo que formalizaran su voluntad mediante la
creación de mecanismos para el adelanto de las mujeres dentro de la
administración pública en los niveles federal, estatal y municipal.
En
Veracruz, para entonces ya se habían dado los primeros pasos, de los que es
digno mencionar el trabajo realizado por la Dra. Mireya Toto Gutiérrez, quien
desde el gobierno estatal -entonces encabezado por Dante Delgado Rannauro- le
dio forma a la primera oficina de atención a las mujeres; o bien, el extraordinario
trabajo realizado por la Mtra. Libertad Hernández Landa, a quien el entonces
gobernador Patricio Chirinos Calero le confirió la responsabilidad de sentar
las bases de un programa participativo que derivó en el Programa Comunitario de
las Mujeres, del que se retomaron algunos aspectos para conformar el Programa
Estatal de las Mujeres, que comenzó funciones a partir del sexenio de Miguel
Alemán Velasco y que estaba adscrito a la Secretaría de Gobierno, donde estuvo
encabezado por Maricela Cienfuegos, Carolina Gudiño y Sandra Soto. De todo ese
proceso doy cuenta en mi tesis de maestría, presentada en 2005.
Con lo
mandatado por la ONU y ante las múltiples violencias que ya evidenciaban la
desigualdad estructural hacia las mujeres, en 2007 la LX Legislatura del
Congreso del Estado impulsó el Acuerdo para la Gobernabilidad y el Desarrollo
en el que se proponía –entre otros puntos- la creación de órganos
autónomos como el Instituto Veracruzano de las Mujeres, para lo que se convocó
a la sociedad civil a que participáramos en los foros en donde muchas
presentamos iniciativas que se integraron a la propuesta final que da origen al
Instituto. Por lo que es justo afirmar que el IVM se creó por nosotras y para
nosotras.
Aquel
esfuerzo legislativo (que estuvo coordinado por Mireya Toto, para entonces
diputada local) deriva en la aprobación de la Ley 613 por la que se crea el
Instituto Veracruzano de las Mujeres, instancia encargada del diseño y
aplicación de las políticas públicas para transversalizar la perspectiva de
género en la entidad veracruzana y que está conformado por los consejos
Consultivo y Social, destinados a garantizar la ciudadanización de las acciones
que desde esta instancia se realicen para a su vez, asegurar que abonan a la
mejora de la calidad de vida de las mujeres en la entidad.
Al
publicarse la Ley, la Secretaría de Gobierno emitió la convocatoria respectiva
para conformar ambos consejos: el Social, integrado por representantes de
organizaciones y sindicatos, y el Consultivo, por mujeres con trayectoria
académica, quienes emitieron la convocatoria para elegir a la primera directora
del IVM, para lo que las postuladas debían tener probada experiencia y
conocimientos en género, presentar la documentación que lo avalara y luego ser
evaluadas, con lo que se definió la terna que se envió al Ejecutivo estatal,
quien decidió que la primera mujer en dirigir el Instituto fuera la que había
obtenido el mayor puntaje en la evaluación.
Así
asumió el cargo la Mtra. Martha Mendoza Parissi, quien sentó las bases de un
trabajo sin precedentes hasta la fecha y al que nos convocó a sumarnos a un
concierto plural de activistas y académicas que enriquecieron su gestión. Ella
decidió no postularse para ser reelecta –aunque la ley la facultaba– por lo que
en 2010 los consejos Consultivo y Social emitieron la Convocatoria respectiva
para que las interesadas en postularse presentaran la documentación debida,
proceso que derivó en una terna de la que me honro haber formado parte y de la
que fue elegida la Dra. Edda Arrez Rebolledo, quien asumió la dirección por dos
períodos consecutivos, trabajando en diseño y aplicación de políticas públicas
ya con un presupuesto que desde entonces empezaba a mermarse.
Al inicio
del bienio estatal, se cambió a los dos consejos porque habían cumplido el
período para el cual fueron electos; pero los nuevos fueron integrados sin la
pluralidad debida, permitiendo el ingreso de algunas representantes de grupos anti
derechos y otras personas con afinidad partidista y política con quien entonces
gobernaba. Esos son los consejos que hasta el día de hoy existen, mismos que ya
no están completos y de los que es necesario revisar su vigencia.
Durante
los meses que tardó el proceso de conformación de esos consejos, al frente del
IVM estuvo en calidad de encargada de despacho la Lic. Sara Gabriela Palacios
Hernández, quien fue relevada cuando se concretó el nombramiento de la tercera
Directora del Instituto, que recayó en la Mtra. Yolanda Olivares Pérez, quien
renunció al inicio del presente gobierno. Desde entonces y durante los casi 3
años que van de la actual administración, el Instituto tiene como titular
a la Mtra. Rocío Villafuerte Martínez, quien ha asumido la tarea en calidad de
encargada de despacho.
El
complejo escenario actual en el que vivimos las mujeres donde existe una
dolorosa y abrumadora escalada de violencias que se ahondan con cada vez más
severas desigualdades y brechas, requiere de instituciones fortalecidas
financiera, normativa y operativamente.
A casi 15
años de haber sido creado, es muy importante señalar que los aspectos
procedimentales contenidos en la Ley 613 que definen el mecanismo para renovar
la dirección del Instituto Veracruzano de las Mujeres, proponen y defienden la
existencia de los dos consejos para garantizar la participación de las
organizaciones civiles y de expertas académicas para ciudadanizar el actuar y
legitimar el proceder de una instancia que debe estar encabezada por una mujer
cuya selección –que no imposición– otorgue certidumbre de que el suyo es el
perfil idóneo para asumir la titularidad de una instancia que, como se ha
dicho, nos honra y seguiremos defendiendo. Porque el IVM es nuestro, es de
todas.
@MonicaMendozaM