EL MATRIMONIO ES SÓLO ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
La Arquidiócesis de Xalapa, siendo consecuente
con su naturaleza, misión y doctrina declara que: el matrimonio sólo puede
darse entre un hombre y una mujer. El término matrimonio viene del Latín
“matrimonium” que quiere decir: oficio o condición de la mujer (Madre), este
oficio o condición femenina se fundamenta en la posesión de la matriz.
La matriz es un órgano reproductor con el que
la mujer procrea. Por lo tanto, la unión de dos varones que no pueden procrear,
nunca puede ser matrimonio por rotunda imposibilidad física y biológica, ya que
ninguno de los dos contrayentes posee matriz. En el caso de ser dos mujeres,
que no logran realizar su condición de posibles madres, al no poder fertilizar
sus matrices entre sí, tampoco se puede emplear ese término.
La posesión de la matriz, es pues el
condicionante fundamental que se da para que pueda constituirse un verdadero
matrimonio, desde el punto de vista físico, biológico y etimológico. La
historia y tradición de la humanidad, nos ha enseñado que el matrimonio tiene
una naturaleza propia, finalidades específicas y propiedades esenciales, que
una relación entre personas del mismo sexo, aunque venga reconocida civilmente,
nunca podrá alcanzar. No se puede denominar matrimonio a una relación
socio-asistencial, sexual o meramente afectiva.
Llamar “matrimonio” a las uniones civiles entre
personas del mismo sexo es algo contradictorio, una realidad contra natura, y
algo que ofende a la humanidad. Las personas homosexuales o lesbianas tienen
todo el derecho a proteger civilmente su patrimonio, su bienestar y su estilo
de vida, para ello ya el Estado contempla diferentes formas jurídicas. La
desaprobación y rechazo de llamar “matrimonio” a una unión entre personas del
mismo sexo, no significa de ninguna manera discriminar a las personas
homosexuales.
Ellos merecen todo nuestro respeto porque son
personas; respetamos las decisiones que tomen sobre sus vidas, les reiteramos
nuestro aprecio. La Iglesia mantiene abiertas sus puertas a todas las personas,
con sus debilidades y defectos, con sus grandezas y miserias y trata de
ayudarlos; a los que tienen virtudes más fuertes para profundizarlas, y a los
que tienen debilidades para tratar de superarlas con la ayuda de la gracia.
La decisión de la Corte o de un Congreso de
llamar “matrimonio” a las uniones entre personas del mismo sexo, suena más a un
caciquismo legislativo, a una imposición ideológica o un cambio de paradigma
que responde más bien a una ideología que a los derechos humanos; ese veredicto
lesiona el concepto de familia y crea malestar en la sociedad mexicana.
El reconocimiento de esa unión civil como
“matrimonio” va contra el bienestar público y contra el equilibrio y desarrollo
de los niños. Cambiar el paradigma del matrimonio dado sólo entre un hombre y una
mujer resulta irresponsable y peligroso para la sociedad.
Quienes defienden esto o lo desean imponer, lo
hacen por razones ideológicas de rechazo a la familia y no por razones
científicas y ni siquiera de demanda social. Hoy más que nunca necesitamos
fortalecer el matrimonio y la familia que han sido siempre la principal escuela
de los valores, el espacio donde uno aprende lo fundamental de la vida; El
matrimonio y la familia es el espacio donde se transmiten los valores humanos.
Una relación entre personas del mismo sexo nunca podrá equipararse a la
dignidad y grandeza que tiene el matrimonio, eso sólo adultera el concepto de
familia y lejos de enriquecerlo o aportarle algún beneficio sólo lo empobrece y
deteriora. El estado de Veracruz debería proteger la institución natural del
matrimonio de otra manera triunfará el caciquismo legislativo, la imposición
ideológica y el deterioro de la sociedad y de los valores.