EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO COMO HERRAMIENTA PARA LA VIDA COTIDIANA
· Del Colegio de Ciencias y Humanidades y de la
Escuela Nacional Preparatoria
Roberto
Gutiérrez Alcalá
Fotos: Diana Maldonado.
El conocimiento científico ha sido
la base para que los humanos podamos desarrollar nuevas teorías, resolver
problemas y tomar decisiones informadas desde el punto de vista tanto
individual como social. Sin embargo, a pesar de los grandes avances científicos
y tecnológicos alcanzados por nuestra especie, las creencias sin fundamento,
falaces –como la que sostiene que las vacunas no sirven o son dañinas, o la que
afirma que la Tierra es plana–, todavía suelen regir en algunos sectores de las
sociedades contemporáneas.
En 2003, para divulgar el pensamiento científico, Francisco Fernández de
Miguel, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM –con el
apoyo de la Secretaría de Desarrollo Institucional y las facultades de Ciencias
y de Química de esta casa de estudios–, creó Experimenta, Taller
Interdisciplinario de Enseñanza Experimental de las Ciencias.
“El primer curso de Experimenta lo impartimos a profesores del Colegio
de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur. Un día lo dedicamos a matemáticas, otro a
química, otro a física y otro más a biología, y dijimos: ‘Esto sí va a
funcionar’. Al final, los profesores nos dijeron que, en efecto, habían
aprendido a pensar como científicos”, recuerda Fernández de Miguel.
Posteriormente, Juan Manuel Gómez, quien aún sigue participando como uno
de los ocho instructores de Experimenta, propuso dedicar otro día a la
tecnología.
“Asimismo, empezamos a recibir becarios y estudiantes de servicio social
para formarlos como instructores. Fue así como al poco tiempo tuvimos
suficiente personal para llevarlo al CCH Sur e impartir un taller en la mañana
y otro en la tarde. Los laboratorios funcionaban todos los días, durante 40
semanas, y en el periodo intersemestral recibíamos a profesores de dicho plantel.
Después, a éstos se sumaron profesores del CCH Vallejo, que cuando estuvieron
listos llevaron el taller a su propio plantel”, añade el investigador
universitario.
Segunda etapa
Esta primera etapa de Experimenta duró hasta 2014. Ahora echaron a andar
la segunda (el primer taller se llevó a cabo del 13 al 28 de junio, de las 9 a
las 13 horas; y el segundo comenzó el 22 de julio y terminará el 2 de agosto,
en un horario de las 15 a las 19 horas) en el Instituto de Fisiología Celular,
en Ciudad Universitaria.
“En esta ocasión contamos con el apoyo de la Coordinación de la
Investigación Científica y participan, en equipos, 21 profesores del CCH y de
la Escuela Nacional Preparatoria, de ambos sexos, y no sólo de las disciplinas
científicas, sino también de las humanísticas. El objetivo es claro: dar a los
estudiantes de ambos subsistemas, por medio de sus profesores, el pensamiento
científico como una herramienta para la vida cotidiana”, indica Fernández de
Miguel.
La primera parte del taller Experimenta consta de cinco días continuos,
cada uno de los cuales está dedicado a una disciplina distinta: matemáticas,
química, física, biología y tecnología.
“El primer día vemos matemáticas y las aplicamos a una situación
cotidiana, lo que permite entender cuáles son las variables, eliminar las malas
ideas y desarrollar las buenas de una manera intuitiva. El segundo y el tercero
vemos química y física, materias en las que tenemos más control de las
variables y, por ello, los experimentos son más dirigidos. El cuarto día vemos
biología, disciplina en la que no tenemos control sobre muchas cosas, porque
los seres vivos somos sistemas muy complejos y si planteamos una hipótesis es
posible que, al hacer un primer experimento, nos salga una cosa diferente de la
que esperábamos, pero de todos modos esto resulta muy interesante y
aleccionador. Y el quinto día abordamos la tecnología para trabajar
eficientemente con las energías limpias.”
La segunda parte también consta de cinco días y está diseñada para que
los profesores planteen un proyecto de biología y, en particular, de energía en
biología, porque la prioridad en nuestra época es saber cómo podemos ahorrar
energía y mantener nuestro planeta vivo y con buena salud.
“La meta es aprender a trabajar juntos por el bien común, que en este
caso es tener un resultado cada día. Ahora, el error es una fuente esencial de
conocimiento; si aparece uno, hay que desengranarlo y encontrar cuál es su
origen, porque eso es lo que nos hace mejores. Aprendemos más de nuestros
errores, sin duda”, apunta el investigador.
Fundamentos
Una vez que concluyan sus tareas dentro del taller Experimenta, cada
equipo de profesores tendrá que escribir un resumen de 200 palabras y un
artículo de mil que se publicará próximamente en un número especial de una revista
del CCH Sur y, posiblemente, en una de la Escuela Nacional Preparatoria.
“Al final recopilaré todas las experiencias y escribiré un informe con
los fundamentos del taller que discutiré con la titular de la Secretaría
General. Queremos que Experimenta siga impartiéndose. Una condición sine
qua non es que la UNAM lo asuma como un proyecto institucional, porque
requiere la formación de personal, espacios y calendarios. Creo que pronto
podríamos abrir los laboratorios necesarios, pues requerimos muy pocos
materiales: papel, lápices, cuerdas, etcétera”, comenta Fernández de Miguel.
FUENTE:
UNAM