“EL PESIMISMO DE LA INTELIGENCIA, EL OPTIMISMO DE LA VOLUNTAD”
Uriel Flores Aguayo
Cumplo con la obligación legal, política y democrática de informar en tiempo y forma sobre mis actividades como Diputado Federal por el Distrito Electoral Nº 10, Xalapa-Urbano; se trata del tercero anual, con este cierro la etapa en que me ha correspondido fungir como representante popular:
Reivindico y pongo en práctica la representación de los ciudadanos, quienes dan el mandato que debe guiar nuestro voto y nuestro trabajo; soy contrario a la auto representación y a la expresión exclusiva del interés partidista. Para mí la prioridad es el ciudadano, asumiendo la responsabilidad que se adquiere con él.
El sentido de mis votos, intervenciones en tribuna, posiciones públicas, gestiones y actividades varias está determinado por las condiciones en que fui electo; más de 75,000 electores me dieron su respaldo como candidato de una coalición de izquierda y progresista. A ellos, en particular, y a los Xalapeños, en general he tratado de corresponder en mi paso por San Lázaro, informándoles sobre mi trabajo legislativo y haciendo lo posible por no defraudar su confianza.
Considero relevante decir categóricamente que voté en contra de las reformas estructurales, interpretando la forma de pensar al respecto de los Xalapeños, quienes en gran numero se manifestaron a cada momento en que se sometían al pleno esos cambios que, en general, no formaron parte en sentido estricto de la plataforma electoral del Presidente en funciones.
Los votos emitidos contra las reformas estructurales, sobre todo la Fiscal, Educativa y Energética, han tenido la oportunidad de comprobar su valor; a la luz de los primeros resultados de dichas reformas constato que fue correcto asumir una postura disidente respecto del Pacto Por México, ahora olvidado pero que, en su momento, sirvió para legitimar al Ejecutivo Federal, dar cobertura al paquete de reformas y para diluir a la oposición.
Pertenecí a un Grupo Legislativo grande, de 104 Diputados (as), que incidió en los acuerdos internos respecto de la coyuntura política que ofrecía el inicio de sexenio y la prioridad gubernamental sobre las reformas estructurales. Sobre esas bases tuve la oportunidad de gestionar recursos presupuestales para mi distrito, en montos que no tienen precedentes en una Representación Federal, esas partidas se etiquetaron con recursos federales y se ejecutaron por el ayuntamiento de Xalapa para obra pública en zonas populares, en escuelas y espacios culturales y deportivos de uso general de los ciudadanos .
Mi paso por la Diputación Federal comprueba que se pude hacer otro tipo de política, no tradicional, sin parafernalia, sencilla, austera, sin aspavientos y prepotencia y sin protagonismo hueco; comprueba también que puede ser una política democrática, eficaz e independiente. Lo más importante es acatar un mandato en los hechos, esa prioridad está por encima de la imagen personal, ser consecuente con los electores e intentar por todos los medios de mantenerlos informados de tu trabajo, así como de tomarlos en cuenta.
Soy resultado de una trayectoria social y política, de una manera de pensar, que corresponde a una ciudad con posturas críticas y participativas; no es extraño que los votos de Xalapa tengan una tendencia opositora, que se acerquen casi siempre a posturas de Izquierda y hayan derribado mitos electorales que resultaron gigantes con pies de barro. Estamos ante las consecuencias de una tendencia histórica y cultural, de un bloque social abstracto que reivindique dignidad y cuenta con la claridad suficiente para tomar decisiones propias, que lo mismo usa el voto para castigar que para construir proyectos alternativos. Una de las cualidades de Xalapa es su capital social positivo.
El sentir democrático y alternativo de Xalapa choca con la mentalidad anacrónica, los intereses de los políticos tradicionales y el aparato oficial, que te hace vacío, no te convoca, no te comparte y solo te acepta de dientes para afuera. Los opositores e independientes hacemos política en un medio dinosáurico y atrasado, incomprendidos por esos círculos de poder que no entienden de la urgencia vital de tener una sociedad fuerte, informada y con derechos para hacerle frente a la violencia y a la marginación.
Me asumo como parte de una tendencia democrática e independiente, más allá de siglas formales, que convoca a la participación ciudadana. Creo que el mayor drama de México es la pobreza de gran parte de sus habitantes; con esos niveles de desigualdad y marginación no puede haber una sociedad normal, ni democracia real y tampoco un pleno estado de derecho. Nuestro gran problema, toda una losa, es el sistema político, económico y social; el panorama triste, explosivo e injusto que nos ofrece el sistema exige cambios de raíz.
Declaro lo honroso que me significa haber sido Diputado Federal por Xalapa, he intentado con todo mi esfuerzo cumplir un papel serio, útil, eficaz, responsable y coherente; no voy a calificar mi trabajo, serán los ciudadanos y los analistas quienes lo hagan. La vida sigue, mi actitud no es coyuntural, es una forma de vida; quiero para México, Veracruz y Xalapa, una vida pacífica, de progreso, digna, de trabajo, estudios y méritos. Revaloro el servicio público para ser eso: servidor con decoro, esfuerzo y eficacia que separe tajantemente lo público de lo privado y de ejemplo de conducta austera. Lucho por valores sociales, por una convivencia igualitaria, donde se premie el trabajo, el estudio y la honestidad; creo y respeto la dignidad de las personas, para mi vale por lo que eres y no por lo que tienes. Con todo lo que se puede revisar de posturas ideológicas y prácticas políticas concretas, si todo lo anterior significa ser de izquierda, sin vacilación alguna me sigo reivindicando como parte de esa corriente de pensamiento.