EL PODER Y VERACRUZ
Uriel Flores Aguayo
La historia de la humanidad está marcada por las relaciones de poder tanto entre gobiernos y sociedad como en las relaciones de la gente. Esa capacidad de hacer o ser algo ha tenido todas las variables imaginables, obtenida por medios libres o dictatoriales. El poder es fuerza, influencia, dominio y autoridad. En la lucha por el poder siempre han estado presentes los intereses de grupos o personas en lo individual. La obtención del poder ha implicado guerras y revoluciones hasta encontrar métodos más civilizados pero muy imperfectos como son las elecciones. Hay poderes públicos formales y poderes fácticos, hay relaciones de poder en todos los ámbitos de la sociedad: maestro-alumno, patrón-empleado, padres-hijos, árbitro-jugadores, líderes-bases, etc..
Los grandes personajes de la historia han girado en torno a la obtención del poder, conseguido con un idea y mantenido con otra, hasta los intentos de perpetuarse en él. Nosotros tenemos el caso clásico de Porfirio Díaz, con sus treinta años en la presidencia de México, y algunos otros intentos reeleccionistas que no fue posible concretar en otra persona pero sí en forma de partido de Estado o hegemónico (PRI). En la historia del mundo hay varias experiencias en ese sentido pero sobresalen los casos de las dictaduras militares en América Latina, en Asia y en África. Podemos observar los casos emblemáticos de China, Corea del Norte, Cuba, Bielorrusia, etc.
Los líderes que se han perpetuado en el poder lo justifican con los más variados argumentos, siendo muy difícil que sostengan razones lógicas acuden a invocaciones cuasi religiosas o de salvación nacional; es de una gran curiosidad registrar sus discursos llenos de pretextos. En el fondo existe una básica ambición de poder nutrida por un papel individual del líder y los intereses creados en su entorno. Es impresionante, sin obviar la dialéctica, como incide en el curso político y social la personalidad del que detenta el poder; a mayor concentración de la fuerza en un individuo más estragos causas sus opiniones, locuras y ambiciones. La concentración de poder supone culto a la personalidad e inhibe la participación de la gente en la vida pública.
Hasta que me puse a ver la historia y observe los casos locales, tanto Estatales como Municipales, comprendí en su exacta dimensión lo expresado por Don Daniel Cosío Villegas, sobre el estilo personal de gobernar. Es impresionante como individuos provistos de poder pueden hacer tanto daño cuando no tienen contrapesos. Veracruz, es un caso digno de estudio sobre los efectos que puede haber con sujetos cleptócratas y megalómanos; es devastador el daño que pueden hacer en las finanzas, en las instituciones, en la seguridad, en el ánimo social, etc.. No hay que pasar por alto la experiencia que hemos padecido con los últimos gobernantes, sobre todo en los últimos doce años.
Aunque pareciera menor no deja de tener su importancia el papel que han jugado las esposas o parejas de los gobernantes; considero que es una parte de la historia del poder que no se ha estudiado suficientemente. Tenemos el caso de la esposa del traidor y golpista Victoriano Huerta, cuya esposa, xalapeña por cierto, según las crónicas lo trataba con desprecio y exigencias, siendo altamente probable que de ese ambiente haya salido su decisión criminal contra Madero. Las circunstancias de Augusto Pinochet, traidor y golpista Chileno, son similares al caso de Huerta, con una esposa dominante y ambiciosa, que lo impulsaba a la traición para obtener poder y riqueza. Si le damos una repasada a la historia local nos vamos a sorprender del grado de injerencia de las esposas y amantes de Gobernadores y presidentes municipales.
Uno debe preguntarse si hay posibilidades de que el poder se ejerza de otra manera en Veracruz, en forma democrática, con límites y al servicio de la sociedad, así como si hay condiciones para que entre la ciudadanía también se promueva la democratización. Venimos de una experiencia terrible de concentración del poder y culto a la personalidad que por ningún motivo se debe repetir. Veracruz, involucionó en materia democrática, con poderes sintetizados en una persona, sin oposición política, sin prensa libre, sin elecciones libres y prácticamente sin Estado de Derecho. Se propició la degradación de las instituciones, la más amplia corrupción, el desánimo social y la pérdida de oportunidades y desarrollo por décadas.
Vamos a una etapa nueva, con un Gobierno de alternancia, a un oportunidad de transitar a la democracia y restablecer el Estado de Derecho; es un gran reto ante circunstancias de deuda pública desproporcionada, inseguridad desatada y prácticas políticas clientelares, caciquiles y atrasadas en lo general. Se necesita una gran voluntad del Gobernador electo, el compromiso escrupuloso de la coalición mayoritaria, la honestidad de la oposición y la mayor participación ciudadana. El tiempo es muy breve, no hay espacio para el error o la ocurrencia. El poder que se practique debe ser democrático, promoviendo la mayor participación de la gente, fortaleciendo a la sociedad civil y reforzando el capital social positivo. El rescate de Veracruz, tiene que ver con la reconstrucción de las instituciones y el tejido social; habrá que ser muy claros en lo que se tiene, lo que se persigue y los plazos para obtenerlo.
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