El PRI, ¿hacia su desaparición?
El PRI, ¿hacia su desaparición?
Por Aurelio Contreras
Moreno
Apenas se iban dando
a conocer los resultados de la pasada elección, cuando ya retumbaban las voces
de quienes exigían la salida de Alejandro Moreno Cárdenas como presidente
nacional del Partido Revolucionario Institucional.
Y no porque hubiese entregado
buenas cuentas, sin duda. Salvo en la Ciudad de México, donde operó una lógica
de castigo a Morena tras la tragedia de la Línea 12 del Metro, la alianza con
Acción Nacional y el PRD rindió nulos frutos en las elecciones locales de las
entidades federativas, donde salvo contadísimas excepciones y gracias al
trabajo de los candidatos, fueron arrasados.
“Alito” Moreno no fue
capaz siquiera de hacer ganar a su sobrino en Campeche, estado del que él mismo
fue gobernador –y del que no salió en toda la campaña- y donde fueron
derrotados por una de las peores candidatas que presentó Morena en estos
comicios, Layda Sansores. Tan mala era, que Morena perdió la alcaldía Álvaro
Obregón en la Ciudad de México, donde ella gobernó hasta hace pocos meses. Y ni
así.
E incluso en la
Ciudad de México, a pesar de haberle dado la ciudadanía un golpe seco a Morena por
las razones antes expuestas, en el reparto de posiciones con los panistas el
PRI sale perdiendo.
Ni qué decir de la
Cámara de Diputados. La presencia del PRI se mantuvo más o menos en los mismos
términos en los que transcurrió en la Legislatura que está por concluir, por lo
que poco será lo que pueda hacer políticamente. Claro, a menos que decida dar
el “chaquetazo”, darle la espalda a la alianza opositora y doblar la cerviz
ante la bancada de Morena, que de eso pide su limosna. Por lo pronto, eso sí,
Moreno Cárdenas se aseguró una curul.
Con esos resultados,
era solo cuestión de tiempo para que un PRI amenazado por el riesgo real de la
insignificancia política comenzara a convulsionarse internamente y a exigir una
renovación de sus liderazgos. Lo que no se esperaba es que fuera usando “halcones”
y a balazos.
Este martes hubo un intento
de asonada comandada por el ex gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz Ortiz, cuyos
partidarios tomaron la sede nacional del PRI desde la madrugada para “reventar”
un acto de apoyo a Alejandro Moreno Cárdenas como dirigente del Comité
Ejecutivo Nacional.
Entre quienes
lideraron la toma del PRI se encontraba Nallely Gutiérrez, a quien en el PRI
identifican como una “infiltrada” de Morena que en la pasada campaña habría promovido
a candidatos de ese partido, del PES y de Movimiento Ciudadano en varias alcaldías
de la Ciudad de México, y cuyo objetivo sería que aliados del nuevo partido
oficial se hagan del control del otrora invencible Revolucionario Institucional.
Pero lo que podría
haber quedado en un diferendo más o menos normal entre corrientes antagónicas
dentro de ese partido político subió a otro nivel con la aparición, hacia la
tarde de este mismo martes, de grupos de choque que, al estilo de los
“halcones” del echeverrismo, con palos, piedras y pistolas comenzaron a agredir
personas en la vía pública, en las inmediaciones del CEN priista. Escenas que
quedaron registradas en videos difundidos por la propia dirigencia en sus redes
sociales oficiales.
Más allá de cómo
termine este episodio en particular, el PRI se enfrenta no solo a un proceso de
descomposición que podría debilitarlo al grado de ponerlo contra las cuerdas y
a merced –si no es que en manos- del régimen de la autodenominada “cuarta
transformación”.
Podríamos estar ante
el inicio de su desaparición como partido. Y quizás, hasta sería lo mejor que
le podría ocurrir.
Entre “malandros”
Para el gobernador de
Veracruz Cuitláhuac García es más grave que los medios de comunicación hagan su
trabajo que el que su policía realice detenciones violando los derechos de los imputados
por algún delito, que por ese mismo hecho luego son liberados por los jueces.
Tan “malandros” unos
como los otros.
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@yeyocontreras