EL PRI NO ENTIENDE
Salvador Muñoz
Los Políticos
Haciendo
a un lado los supuestos intereses de Alejandro Moreno, dirigente nacional del
PRI, que lo llevaron en un momento dado a ser llamado Amlito, hay que ser
francos: Ni Osorio Chong ni Madrazo, ni Beatriz Paredes, ni el que usted diga,
puede evitar el proceso político natural que vive el PRI, no de ahora, tampoco
en el 2018 o menos en el 2000… quizás hablamos de 1988…
Pasado
el proceso electoral del 2018, hubo una idea entre los priistas de cambiarle de
nuevo el nombre al partido.
Seis años antes, se rumoraba que Enrique Peña Nieto y su círculo cerrado (César
Camacho, Osorio Chong, Videgaray y Emilio Chuayffet) tenían intenciones de esto
por dos razones:
1.- Un tanto, para que Enrique Peña Nieto pasara a la historia al lado de
Presidentes que llevaron a la Pila Bautismal al partido.
Recordemos que Plutarco Elías Calles lo llamó Partido Nacional Revolucionario
(PNR); lo refunda Lázaro Cárdenas como Partido de la Revolución Mexicana y
Manuel Ávila Camacho lo vuelve a refundar como actualmente se llama, Partido
Revolucionario Institucional. Es decir, por una cuarta ocasión cambiarle de
nombre no sería nuevo, más que el apelativo.
2.- Y quizás más importante, el desgaste que traían ya las siglas y todo lo que
en la percepción de la sociedad implicaba el partido…
En una especie de Eufemismo Político, se pensaba que cambiando el nombre, se
quitaban los pecados.
Hoy, la idea que tienen algunos priistas es cambiar al dirigente bajo la excusa
de los pésimos resultados en los recientes procesos electorales.
Decirlo así es una especie de romanticismo o ceguera política, pensando
positivamente… ¿es decir que con un cambio de dirigente, en el 2023, Coahuila y
Estado de México las conserva el PRI?
Creo que no se ha entendido que a partir del 2018, por citar lo inmediato, el
ciudadano en un alto porcentaje dejó de ver como una opción al PRI.
Situémonos en Veracruz, que dos años antes, vio una opción en el PAN para sacar
de Palacio de Gobierno al otrora Partidazo.
Ahora, en el 2018, el PRI en Veracruz llegó quizás con una de sus mejores
cartas por cualquier lado que se le viera; quizás con el político mejor
preparado para llevar las riendas de un Gobierno; vamos, no había comparación
ni con Cuitláhuac ni con su “primo” Yunes Márquez… ¡y quedó en tercer lugar! No
porque la gente votara en contra de Pepe Yunes Zorrilla, no… la gente no votó
por el PRI.
El otrora Partidazo vive un proceso que puede concluirse en dos escenarios:
1.- Sobrevive triunfando en el Estado de México y Coahuila en 2023… lo que le
da aire para el 2024…
2.- O si pierde en el 2023, estaríamos hablando de que pasaría a ser parte del
chiquitaje partidista.
No se espanten… no se alegren… es lo más natural que puede haber en una
sociedad que presume de democrática. Sólo piense cuántos partidos han nacido y
muerto en menos tiempo de la crisis que sufre el PRI, misma que se agudizó en
el 2018 y que podría asegurar inició 30 años antes, en 1988.
Ahora, que si somos optimistas, a lo mejor el PRI de ninguna manera está
desapareciendo… quizás nada más esté mutando… y migrando… baste ver a Morena,
con el mismo estilo del Partidazo en su apogeo… con el mismo modito de hacer
política del Partidazo en su apogeo… en una de ésas, Antoine Lavoisier era más
político que químico: el PRI no se crea ni se destruye… sólo se transforma en
Morena. En pocas palabras, el PRI no entiende que no es Alito, como tampoco lo
fue Claudia Ruiz Massieu o René Juárez Cisneros o Enrique Ochoa Reza…
simplemente es el PRI.
smcainito@gmail.com