Especial

El PRI y el futuro de los partidos políticos

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Héctor Yunes Landa

En una verdadera democracia, un sistema de partidos apuesta al fortalecimiento de sus contendientes y no a su extinción. Si bien es cierto que la polarización de las fuerzas políticas –lo que a veces puede llegar a representar un mayor número de partidos- no es lo deseable, tampoco lo es la preeminencia de un solo jugador porque eso rompe la equidad, inhibe la pluralidad y cancela la presencia de contrapesos a un poder hegemónico.

Si los mexicanos votamos para desterrar los excesos del poder político, los resultados que arrojó la elección es lo que más nos acerca a ello; para eso sirven precisamente los contrapesos en las cámaras, los gobiernos estatales y municipales. Pero estas son las reglas de la democracia que nos hemos impuesto y debemos acatarlas.

Los partidos políticos deben ser en esencia la suma de opiniones y voluntades y no un conflicto de intereses. Deben dejar de ser únicamente el instrumento para acceder al poder público –lo que explica la falta de identidad y el cambio constante de militancia de muchos actores políticos-, para convertirse en organismos garantistas de la pluralidad en la construcción de los gobiernos.

Por esta razón, quienes hemos militado por muchos años en el Partido Revolucionario Institucional hemos iniciado una profunda reflexión de lo que nos han expresado los mexicanos con su voto. Porque no se trata solamente de que el PRI sobreviva a esta elección, sino que se mantenga como el promotor de las grandes transformaciones de México.

El partido ha hecho muchas cosas por el bien del país; también ha cometido errores por acción y omisión, que han lastimado y ofendido a la sociedad. Pero sobre todo, dejamos hacer las tareas que nos dieron identidad y fortaleza: encabezar las causas sociales. En el afán de mantener el poder, nos olvidamos que esto podríamos lograrlo cumpliendo eficazmente con nuestra función.

De la mano de nuestra dirigencia nacional, el PRI ha iniciado un análisis a conciencia. La reflexión parte de la naturaleza y los objetivos del partido y no del interés de quienes formamos parte de él. Durante décadas, el partido ha dado oportunidades a millones de mexicanos –incluso a quien a partir de diciembre será el Presidente de México- por lo que ahora es muy importante que sus militantes, sus representantes populares y sus dirigentes, le demos una oportunidad al partido.

El liderazgo tiene más valor en la adversidad que en la victoria. Por ello, en esta nueva etapa del PRI reconocemos en René Juárez Cisneros a un destacado militante que habrá de convocar a todas las voces para que recuperemos la fuerza e identidad. Como él ha dicho, la auto flagelación no nos conducirá a las respuestas que buscamos; esas sólo las alcanzaremos con una profunda autocrítica y el reconocimiento de lo que hoy nos exige la sociedad mexicana.

Así sucede también en Veracruz. Hoy el priismo –en medio de su derrota- vive una etapa histórica en la que tenemos la posibilidad de ser verdaderos protagonistas. Hemos visto un fenómeno que no se ha repetido en ninguna otra parte del país: los veracruzanos decidieron por dos alternancias políticas en el gobierno en tan sólo dos años.

El mensaje de los electores ha sido claro: quien no haga bien las cosas no tendrá una segunda oportunidad. Y nosotros tenemos una circunstancia favorable: cuando se ha perdido mucho, también es mucho lo que tenemos por ganar.

Es una constante histórica que en toda transición política se generan vacíos que debemos aprovechar con presencia, imagen y propuestas. El lugar que hoy debe ocupar el PRI no puede estar en los extremos: no vamos a ser una oposición sistemática al gobierno ni seremos una fuerza complaciente a sus decisiones.

Seremos una conciencia crítica que aporte experiencia y soluciones a los asuntos públicos de Veracruz. En este nuevo escenario donde prevalecerá la fuerza de un solo partido político, debemos ser una voz firme y una alternativa que abone a la pluralidad.

Bienvenida sea la decisión libre de los veracruzanos que no desean más corrupción ni autoritarismo. Que venga un debate abierto sobre el papel que debemos jugar los partidos políticos en una sociedad plural y la forma en que habremos de resolver nuestros problemas.

En esta jornada, todos debemos prepararnos para que el cambio sea a nuestro favor.

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