EL PROGRAMA DE IDENTIFICACIÓN BIOMÉTRICA
EL PROGRAMA DE IDENTIFICACIÓN BIOMÉTRICA
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A partir del año entrante será obligatorio en lugar del CURP
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Desde ahora largas y tortuosas filas que tardan horas para registrarse
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Promete, al menos en teoría, una identificación más precisa
Por Miguel Ángel
Cristiani G.
Ahora sí, a partir
del año próximo, será obligatorio contar con la Identificación Biométrica en
sustitución del CURP, que además será requerido en todos los trámites oficiales
y programas sociales del Bienestar.
Por lo pronto, en
algunos lugares ya han empezado a pedir la identificación biométrica, por
ejemplo, para el pago de seguros.
Pero igual será por
ley para identificar en todas las dependencias de gobierno donde se tenga que
hacer algún trámite, como ocurre ahora que te piden el CURP actualizado.
El trámite se tiene
que hacer ante la oficina del Registro Civil Municipal, en Xalapa estuvimos
desde las 8 de la mañana en que empiezan a repartir las fichas con los turnos y
nos retiramos a las 13 horas, luego de estar haciendo cola, sin que pudiéramos
hacer el registro, porque solamente hay una máquina y se tiene que leer el ojo,
la cara y las huellas digitales en la base de datos.
Eso es ahorita que
todavía no es obligatorio, no queremos imaginarnos como va a ser el año
entrante que toda la población, hasta niños, tengan que tener su registro
biométrico para demostrar que son mexicanos.
En un mundo donde la
burocracia se ha vuelto un arte, el anuncio del nuevo programa de
identificación biométrica en sustitución del CURP se presenta como la solución
mágica a todos nuestros problemas de identidad. ¡Por fin, el Estado ha decidido
que ya no somos solo números! Ahora somos… ¡huellas dactilares y rostros
digitales! ¿Quién necesita un CURP cuando puedes tener una base de datos
biométrica que, con suerte, será más segura que un banco suizo?
Aunque habrá que ver
que tan seguros están los datos, hay que recordar que la base de datos del INE
las estaba vendiendo en Tepito y ahí podían tener toda nuestra información.
Y luego se preguntan
cuándo reciben llamadas de desconocidos ¿de dónde habrán conseguido los datos?
· Una Nueva Era
de Identidad
Desde hace años, el
CURP ha sido nuestro fiel compañero. Ese número que nos acompaña desde la cuna
hasta la muerte, un recordatorio constante de que somos parte de un sistema que
nos etiqueta y clasifica. Pero claro, eso ya no es suficiente. En la era
digital, donde el «big data» reina suprema, el CURP se siente un poco
anticuado, como usar un teléfono de disco en la era de los smartphones. Eso
mientras no se nos caiga el sistema y se suspenden los trámites, como ocurre
casi todos los días en el Registro Civil de Xalapa.
La biometría
promete, al menos en teoría, es una identificación más precisa y menos
susceptible al fraude. Huellas dactilares, reconocimiento facial, escaneos de
iris… ¿qué podría salir mal? Solo el hecho de que toda esta información estará
en manos de un gobierno que, a lo largo de la historia, ha demostrado ser un
poco torpe con la gestión de datos. Pero qué importa eso, ¿verdad?
·
La Seguridad: Un Concepto Relativo
Hablemos de
seguridad. La biometría se presenta como el escudo contra el fraude. «No
más suplantaciones de identidad», claman los funcionarios. Pero,
¿realmente podemos confiar en que nuestros datos biométricos estarán seguros?
Los hackeos son una rutina diaria. Los datos biométricos son el oro del siglo XXI.
Una vez que alguien tenga acceso a ellos, ya no hay vuelta atrás.
En un país donde los
datos personales son tan fácilmente vulnerables como un castillo de naipes, la
promesa de seguridad se siente un poco vacía. El gobierno asegura que usará
tecnología de punta. Pero, como sabemos, la «tecnología de punta» a
menudo termina siendo un cuchillo de plástico.
· ¿Adiós al
CURP?
La transición del
CURP a un sistema biométrico suena genial en el papel. «¡Adiós al
papeleo!», dicen. Pero, ¿realmente estamos listos para dejar atrás un
sistema que, aunque defectuoso, al menos era familiar? Un CURP se puede anotar
en un papel y guardar en la cartera. Pero una base de datos biométrica requiere
tecnología, infraestructura y, sobre todo, confianza en que el sistema no se caerá
en el momento más crítico.
Además, no todos los
ciudadanos tienen acceso a la tecnología necesaria para este nuevo sistema. Las
zonas rurales, donde la conectividad es un lujo, se sienten excluidas una vez
más. ¿Y qué pasa con aquellos que tienen dificultades para interactuar con
tecnologías modernas? El gobierno parece haber olvidado que no todos son
nativos digitales.
· El Costo de
la Innovación
Todo esto suena
fabuloso, pero, como siempre, hay un costo. La implementación de un sistema
biométrico requiere una inversión monumental. Y aquí viene la pregunta del
millón: ¿de dónde saldrán esos fondos? ¿De los mismos recortes en salud y
educación que hemos visto en años anteriores? Como si la infraestructura actual
no tuviera ya suficientes agujeros.
Claro, el gobierno
promete que la biometría será más eficiente a largo plazo. Pero a largo plazo,
¿qué significa eso? ¿En una década? ¿En dos? Mientras tanto, los ciudadanos
seguirán lidiando con los mismos problemas de siempre, pero ahora con un nuevo
sistema que, en teoría, debería simplificar las cosas.
· La Confianza
del Ciudadano
Un aspecto crucial
de este programa es la confianza. La confianza en que el gobierno manejará
nuestros datos con respeto y cuidado. Esa misma confianza que se ha erosionado
a lo largo de los años debido a escándalos de corrupción y mala gestión. ¿Por
qué deberíamos creer que esta vez será diferente?
El gobierno, en su
afán por modernizarse, parece haber olvidado que la confianza se construye, no
se impone. La biometría podría ser un gran avance, pero si los ciudadanos no
confían en el sistema, todo será un esfuerzo en vano.
· La Realidad
de la Implementación
Pongámonos en el
escenario de la implementación. Imaginen las filas interminables en los centros
de registro. Personas que, durante horas, intentarán obtener su nueva
identificación biométrica. Si algo hemos aprendido de las iniciativas
gubernamentales es que la eficiencia no es precisamente su fuerte.
Y luego, claro, está
el inevitable problema técnico. Porque, seamos sinceros, cualquier sistema que
dependa de la tecnología es susceptible a fallos. Ya sea un servidor caído o un
problema de software, siempre hay algo que puede salir mal. ¿Y qué pasará con
aquellos que no puedan ser identificados por el sistema? ¿Serán considerados
fantasmas?
· La Dicotomía
del Progreso
A medida que nos
adentramos en esta nueva era de identificación, es fundamental reflexionar
sobre lo que realmente significa progreso. El avance tecnológico no siempre se
traduce en mejora de la calidad de vida. A menudo, lo que se presenta como una
solución es, de hecho, una complicación adicional que nos aleja de lo esencial:
ser tratados como seres humanos, no como cifras en una base de datos.
El problema radica
en que el progreso a menudo se mide en términos de tecnología, no de bienestar.
Más allá de los avances biométricos, lo que realmente necesitamos es un
gobierno que escuche, que se preocupe y que actúe en beneficio de sus
ciudadanos.
· Una
Oportunidad Perdida
La biometría podría
haber sido una oportunidad para repensar cómo interactuamos con el Estado. En
lugar de simplemente reemplazar un sistema por otro, podríamos haber trabajado
hacia una solución más inclusiva y humana. Pero, como es habitual, parece que
hemos optado por la solución más fácil: digitalizar el problema en lugar de
resolverlo.
Así, el nuevo
programa de identificación biométrica se presenta como un brillante cartel
publicitario en medio de una carretera llena de baches. Promete mucho, pero al
final del día, solo el tiempo dirá si realmente estamos avanzando o simplemente
cambiando de dirección sin rumbo claro.
· Un Futuro
Incierto
A medida que nos
adentramos en esta nueva etapa de la identificación, es esencial mantener un
ojo crítico. La biometría puede ofrecer ventajas, pero también plantea desafíos
considerables. La confianza, la seguridad y la inclusión deben ser prioridades
si realmente queremos que este programa funcione.
En definitiva, la
identificación biométrica es un reflejo de nuestra sociedad: llena de promesas,
pero también de incertidumbres. ¿Nos llevará a un futuro mejor o será solo otro
capítulo del capricho en la novela de la burocracia? Solo el tiempo lo dirá.
Mientras tanto, sigamos con el CURP, nuestros recuerdos y, quizás, un poco de
escepticismo. ¿Y quién sabe? Tal vez, al final, la huella dactilar no sea más
que otro número en nuestra historia.
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